Amenazado por los malos pensamientos, Gil escribió ayer en esta página del directorio que de los cuatro candidatos, la verdad de las verdades, no se hace uno, pero queda uno en la delantera: Liópez. El hombre de la regresión lleva una ventaja cómoda. Gilga ha preguntado a los que saben de estos menesteres qué error podría cometer Liópez para perder la ventaja con la que empieza la campaña: decir lo que piensa, le dijeron. Puede ser: Gilga imaginó a empresarios y altos funcionarios de muchas grandes empresas mexicanas y del mundo con los pelos de punta, mordiéndose los nudillos y dándose manazos en la frente.
Fuera máscaras, lo dijo en MILENIO: revisará los contratos de la reforma energética, desbaratará la reforma educativa, suspenderá el nuevo aeropuerto, le dará estudios superiores a todos los jóvenes, recurrirá a la figura de la consulta cada vez que se le atore la marrana, regresará a Estado rector y, aunque no lo dijo lo actuó, restaurará la figura del presidente con mano de hierro. ¿Va bien Gilga o se regresa? ¿Y las instituciones, apá? Esas son más bien decorativas, no sirven, Andy, aprende bien esa lección.
Gil ha tenido una idea, sí, aunque sus malquerientes lo duden, una idea: el Presidente Peña manda traer unos brujos del mercado de Sonora. En Los Pinos se adoctrina a los brujos. Estos se infiltran en las filas de Morena. Mediante malas artes de magia negra logran el dominio de la mente de Liópez y le lavan el cerebro obligándolo mediante la manipulación de sus sentidos a terminar sus spots, discursos y entrevistas con esta frase histórica: “¡Arriba y adelante!”. Y Luego esta otra: “La solución somos todos”. Como el rayo, Liópez pierde 8 puntos.
Volver al futuro
¿Les gustó la idea? Breviario cultural para los jóvenes: la primera frase fue el lema de campaña de Echeverría y la segunda la de López Portillo. Allá iremos con Liópez, a los funestos años de 1976 y 1982. A ver cómo volvemos al futuro, ni con el DeLorean, la máquina del tiempo de la película de Robert Zemeckis vamos a regresar de semejante salto al pasado. Nombres de la desgracia surcaron la mente de Gil: Campillo Saiz, Sánchez Vargas, El Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo (Ceestem, Cápsula para jóvenes: director del Infonavit, procurador de la República y el centro de investigaciones más inútil, loco y megalómano que haya existido en México. El peso de Echeverría pasó de 12.50 por dólar a 25. De López Porpillo, como se le decía entonces, mejor ni hablar, la catástrofe financiera de aquel año no tuvo precedente, como decía el extinto padre de Gil, la moneda se devaluó 400 por ciento. Estos recuerdos le han provocado a Gil un ataque de ansiedad. Y si como dice el clásico, ¿ese tiempo pudiera volver? Un latigazo helado recorrió la espalda de Gamés.
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