Está comprobado que el cambio de paradigmas científicos genera nuevas tecnologías. La ciencia como motor que produce la aparición de macroinventos o microinventos tiene una dinámica que podría estar generando en la actualidad una nueva revolución tecnológica paralela a otras revoluciones en momentos históricos distintos. ¿Es la Sociedad de la Información y el Conocimiento un cambio paradigmático a gran escala como en su momento fue la Revolución Industrial?
A lo largo de la historia se han documentado casos concretos donde la ciencia determina el rumbo tecnológico y también cómo los nuevos artefactos generan a su vez cambios en las estructuras sociales, aunque hay que advertir que no todos los inventos han sido importantes. Casos como el estribo del caballo y su influencia en un contexto histórico que precipitó la época de las cruzadas, o la máquina de vapor y la química como detonantes de la Revolución Industrial, son ejemplos de la influencia que puede ejercer la tecnología, pero también la sociedad sobre el uso de los artefactos.
Si bien durante el Mundo Antiguo la técnica evolucionó según a las necesidades humanas, al finalizar la Edad Media llegó el método científico y las nacientes disciplinas para establecer reglas sobre la forma en que la comunidad de científicos determinó su propio desarrollo.
Para Robert Solow las tecnologías son las causantes del desarrollo económico en las sociedades modernas. Aunque su tesis es muy cuestionada, no se puede negar que parte de la economía global se sostiene por conglomerados que adoptaron a la ciencia como fuente de innovación para conquistar los mercados.
La “endogenización” de las empresas parece llevar a la iniciativa privada a la creación de sus propios departamentos tecnológicos. Tales pronósticos dentro de lo que sería una nueva revolución tecnológica son claramente visibles en ramas como la medicina y la informática. Thomas S. Kuhn considera que “los científicos adoptan nuevos instrumentos, miran en lugares nuevos y, lo que resulta más importante, durante las revoluciones ven cosas nuevas y diferentes cuando miran con instrumentos familiares en lugares en los que ya antes habían mirado”.1
Globalización
En las últimas décadas diversos autores han tratado de explicar el tipo de sociedad contemporánea. Desde tesis como la sociedad opulenta (Galbraith, 1958), sociedad del consumo (Dones, 1963), sociedad postindustrial (Touraine, 1969), sociedad informatizada (NonaMinc, 1978) y Nación Cableada (Smith, 1972) entre otras. Para determinar la influencia tecnológica en las estructuras humanas, también se adoptó el término de “Sociedad Global”, donde juega un papel primordial el uso de las nuevas tecnologías.
“En muchos sentidos el mundo se ha convertido en un sistema social único, a consecuencia de los crecientes vínculos de interdependencia que ahora nos influyen prácticamente a todos. El sistema social no es sólo un medio en el que determinadas sociedades se desarrollan y cambian. Las relaciones sociales, políticas y económicas que traspasan las fronteras de los países condicionan de forma decisiva el destino de todos sus habitantes”.2
Sin embargo tal globalidad es dispar en el desarrollo tecnológico. Por un lado se encuentran los países desarrollados económicamente como es el caso de EU, donde llegan a patentarse anualmente 70 mil inventos y en el otro extremo “se encuentran los aborígenes australianos o nativos de la cuenca amazónica, cuyo escaso arsenal de instrumentos y utensilios apenas ha cambiado en varios siglos”.3
Tal diferencia también tiene sus repercusiones en las economías locales, como es el caso de América Latina, región importadora de nueva tecnología fabricada en naciones llamadas de “primer mundo”. Los países con mayor poder tecnológico también ejercen dominio cultural. Un ejemplo son los conglomerados de medios de comunicación que controlan parte del mercado mundial entre los que se encuentran AOL-Time Warner, Disney, Sony, News Corporation, Viacom y Bertelsmann.4
Las regiones dominantes económicamente son Europa, Norteamérica y el Pacífico Asiático. Esta concentración económica y la desigualdad en los flujos de desarrollo tecnológico, abrió una brecha entre pobres y ricos, entre inforicos e infopobres, pues la materia prima de la economía del siglo XXI se basa en la información en red, en los datos contenidos en las nuevas tecnologías.
“La arquitectura de la economía global ofrece un mundo asimétricamente interdependiente, organizado en torno a tres regiones económicas principales y cada vez más polarizadas a lo largo de un eje de oposiciones entre zonas productivas, con abundante información y ricas, y zonas empobrecidas, de economías devaluadas y socialmente excluidas”.5
El control de la tecnología y su distribución cultural por parte de los países desarrollados se ha definido como una práctica antidemocrática y de dominio, Pues aquellas comunidades que no están conectadas al movimiento capitalista y tecnológico simplemente son sociedades condenadas a la marginación.
En las dos fases de la Cumbre de la Sociedad de la Información celebradas en diciembre de 2003 en Ginebra y en noviembre de 2005 en Túnez, se advirtió sobre la brecha entre comunidades conectadas y comunidades desconectadas de las nuevas tecnologías. En la Cumbre se propuso que la conectividad es uno de los factores importantes habilitadores para crear la Sociedad de la Información. El acceso universal, ubicuo, equitativo y asequible a la infraestructura y los servicios de las tecnologías de la información (con inclusión del acceso a la energía), así como los servicios postales, es una de las ambiciones de la sociedad de la información y debe ser un objetivo de todos los que participan en su creación. La conectividad implica además el acceso a la energía y los servicios postales, que debe garantizarse de conformidad con la legislación nacional de cada país.
Además del servicio y la conexión, los derechos ciudadanos también fueron un planteamiento de los representantes de los países que asistieron a la Cumbre. Se consideró que un dominio público rico es un factor capital del crecimiento de la sociedad de la información, ya que genera ventajas tales como un público informado, nuevos empleos, innovación, oportunidades comerciales y el avance de las ciencias. Se advirtió que el acceso sin dificultad a la información del dominio público es esencial en la sociedad de la información, como lo es la protección de dicha información contra toda apropiación indebida. Los países tendrían que fortalecer las entidades públicas tales como bibliotecas y archivos, museos, colecciones culturales y otros puntos de acceso comunitario para promover la preservación de los registros de documentos y el acceso libre y equitativo a la información.
Para algunos críticos del nuevo capitalismo y su revolución económica a partir de las tecnologías, el paradigma tecnoinformacional se ha convertido en el pivote de un proyecto geopolítico cuya función es la de garantizar la reordenación neoeconómica del planeta en torno a los valores de la democracia de mercado y en un mundo unipolar. “Las fuentes del nuevo poder son la información libre (la que crea el marketing, la televisión y los medios, la propaganda sin compensación financiera la información comercial, que tiene un precio y que está en el principio del comercio electrónico y la información estratégica, tan vieja como el espionaje”.6
La economía mundial y sus monopolios basan sus intereses en los lineamientos que establecen organismos supranacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM), quienes además de someter a su ritmo el capitalismo financiero, también ejercen influencia externa sobre el resto del planeta en cuanto a desarrollo industrial, científico y cultural, e incluso en el campo de la comunicación. Hoy en día vemos esta lucha: los capitales financieros intentan convertir la libertad de Internet en un mercado regulado donde la libertad está sujeta a la compra-venta de productos reales o virtuales.
Efectos tecnológicos
Sociólogos como Rafael Simone encontraron una similitud entre revoluciones antiguas y los cambios tecnológicos que se viven en el mundo actual. Lo que en un principio fueron palabras y tinta, ahora es bites y computadora. Al igual que esta analogía, la sociedad industrial de los siglos XVIII y XIX fue gestada por la revolución científica, desde la década de los sesenta del siglo XX la llamada “Sociedad de la Información” nació con el avance de la comunicación eléctrica y la informática, pero alcanzó su cumbre con la liberación de Internet en 1993.
Al igual que la máquina de vapor generó una nueva clase social, las nuevas tecnologías están convirtiendo al mundo en una aldea global sin fronteras, con focalizadas zonas ricas y amplias regiones marginadas: “una nueva estructura social, la sociedad en red, se está estableciendo en todo el planeta, en formas diversas y con consecuencias bastante diferentes para la vida de las personas, según su historia, cultura e instituciones. Al igual que en otros cambios estructurales anteriores, esta transformación ofrece tantas oportunidades como retos plantea. Su evolución futura es bastante incierta y está sometida a las dinámicas contradictorias que oponen nuestra lado oscuro a nuestras fuentes de esperanza”.7
Internet y las innovaciones tecnológicas como el teléfono inalámbrico, los localizadores satelitales o los contenidos informáticos de código abierto, son consideradas por algunos futurólogos como fuentes democráticas vírgenes. Tal es el caos de Internet, tecnología que al carecer de un centro físico de operación y dada su ubicuidad, la información que se envía y recibe carece de mecanismos eficientes de censura. El uso de la red durante los años 2010 y 2011 para derrocar gobiernos autoritarios en Medio Oriente, ¿podría ser el surgimiento de una nueva sociedad civil potenciada por las nuevas tecnologías?
Bajo este desarrollo tecnológico, los padres del capitalismo moderno han considerado a Internet como el cordón umbilical de la Sociedad de la Información, unida al desarrollo tecnológico y a la transmisión de datos a gran velocidad bajo el uso de los sistemas satelitales. Dentro de esta nueva sociedad se están estableciendo nuevas reglas sociales, democráticas y posiblemente más equitativas, aunque debemos de reconocer que ni Internet ni cualquier otra innovación podrán llegar a resolver los graves rezagos que padece la humanidad en la actualidad.
Los efectos de las nuevas tecnologías sobre el tejido social son un tema que despierta más dudas que respuestas sobre la naturaleza de los mismos, su incidencia se pude encontrar en la economía, la política, la moral, la cultura, la democracia, el conocimiento, las garantías sociales y las comunidades de interés.
“Si a veces la tecnología no sólo altera meramente sino que transforma el mundo, habremos de preguntarnos si nos permite hacer mejor las cosas que siempre hicimos, y también si estas nuevas cosas nos llevan a construir un mundo mejor….el carácter de nuevo respecto a los meramente novedoso podría encontrarse precisamente en este hecho: que lo nuevo no simplemente altera, sino que también transforma”.8
Los efectos de los artefactos mejorados están cambiando el rumbo de actividades culturales como la escritura y su producción cultural. El libro como archivo de información puede llegar a ser considerado obsoleto ante las nuevas tecnologías, pues la capacidad de almacenamiento de una memoria (como las unidades transportables USB) o de una computadora, la rapidez con la que se obtienen los datos y la facilidad para revisarlos hacen que los nuevos medios sean preferibles sobre los viejos.
Aunque las diferencias son abismales entre tecnologías tradicionales como el papel y la pantalla táctil de un iPad, puede ser que la profundidad de su uso se sobreponga a la innovación, como lo señaló acertadamente Daniel Bell en 1987: “si leemos para reflexionar, para hablar con la obra, para construir una argumentación o interpretar un paisaje, parece que el formato del libro, con sus márgenes y su comodidad, puede ser un medio mejor”.
Otro campo como el político y los sistemas vigentes de Estado donde convive la sociedad civil, también están siendo transformados por la nueva tecnología. Si bien el formato congresista de la función política y las estructuras públicas han variado poco con la tecnología, el espacio público y el espacio físico de la ciudad han sufrido alteraciones más profundas a partir de que el individuo en la red es capaz de construir sus propios espacios de comunicación interpersonal, grupal o social.
Arditi considera que la interacción de los ciudadanos a través de la red y el discurso creado en plataformas virtuales es opuesta a la comunicación cara a cara donde el territorio no es fundamental para el campo político. Las elecciones de 2008 en EU, la caída del gobierno en turno en Irán durante 2009 y las campañas presidenciales en México durante 2012, son ejemplos que el terreno político comenzó a extenderse hacia la comunidad en red. Ayer los candidatos que no aparecían en televisión simplemente no existían para la sociedad del consumo mediático, hoy los políticos que no tuitean o escriben en su muro de Facebook viven en la periferia marginal de la Era Digital.
En ámbitos como el conocimiento y su soporte, la Sociedad de la Información representa un nuevo paradigma. Harold Innis (1950) y posteriormente McLuhan (1973), profetizaron la muerte de la galaxia de Gutemberg al demostrar que el cambio del soporte de información y conocimiento está relacionado al desarrollo de la sociedad. Como ejemplo, el imperio Romano inició su declive cuando se secaron las fuentes de papiro provenientes de Egipto, lo mismo pasó con el Imperio de Carlo Magno que adoptó el pergamino como fuente de transportación de información hasta la llegada de la imprenta en los albores del Renacimiento.
Desde el advenimiento de la computación personal hace más de de dos décadas, la pantalla se ha convertido en un soporte gráfico que aspira a la hegemonía cognitiva. Por lo tanto la primera batalla ganada por los bites no fue contra el papel sino contra las técnicas de impresión tradicionales. La red tiene la posibilidad de hilvanar cualquier experiencia humana (ya sea narrativa como en el caso del soporte tradicional del conocimiento y ahora bajo el sistema multimedia también existe la posibilidad de incluir sonido e imagen en movimiento) en un entramado de recorridos sin caminos establecidos, sin un estado-físico, sin rutas que tomar ni estaciones establecidas.9
En los soportes de la comunicación, la sociedad en red representa un nuevo espacio de expresión civil ante la falta de canales de participación social dentro de las empresas mediáticas tradicionales. “Como las instituciones del estado y las organizaciones de la sociedad civil se basan en la cultura, la historia y la geografía, la aceleración repentina del tiempo histórico y la abstracción del poder en una red de ordenadores están desintegrando los mecanismos de control social y representación política existentes”.10
A pesar de que la gestación de esta tecnología fue hace varios lustros, el impacto social de la red comenzó cuando Internet se popularizó en la población mundial en los albores de la década de los noventas del siglo XX al abrirse la World Wide Web (Red Global Mundial). En los primeros cuatro años Internet alcanzó la cifra de 50 millones de usuarios, número de consumidores que a la televisión le llevó 13 años y a la radio 38.11 Para finales de diciembre de 2011 el número de cibernautas en el mundo superó la cifra de los 2 mil 260 millones de personas, lo que representa una penetración en la población mundial del 32.7%.
Hoy en día las tecnologías de la Era Digital parecen detonar una nueva revolución a partir del desarrollo de la ciencia capitalista. Algunos cambios sociales están marcados por la influencia de la tecnología, donde la sociedad especializada ha participado en la construcción de un contexto tecnológico enmarcado dentro de amplios rezagos, pero también de posibilidades para lograr alcanzar nuevos espacios de participación y desarrollo humano. La desigualdad tecnológica es un ejemplo de los grandes faltantes que en cada periodo histórico se han presentado desde la economía del mundo antiguo hasta el desarrollo industrial.
Revolución o no, los efectos de las tecnologías están construyendo un nuevo tejido social ante un futuro incierto donde la economía es cada vez más global, la comunicación global se localiza y a su vez fragmenta los canales de difusión aunque los contenidos culturales no se diversifiquen, la política pierde su centro y la posibilidad de comunicación entre los usuarios va más allá del dominio de la esfera pública, el trabajo se vuelve flexible y vulnera la cultura burocrática. La red no tiene principio ni fin, lo mismo sus efectos, aún incomprendidos y que operan en gran medida bajo formas inconscientes
Notas
1 Kuhn S. Thomas, La Estructura de las Revoluciones Científicas, Fondo de Cultura Económica, México 2004, p. 193
2 Giddens Anthony, Sociología, Editorial Alianza, Madrid 1997, p. 100.
3 Basalla George, La Evolución de la Tecnología, Editorial Crítica, Barcelona 1991, p. 85.
4 Martín-Barbero Jesús, Globalismo y pluralismo, Departamento de Estudios Socioculturales Guadalajara 2001, p. 4-10
5 Castells Manuel, La Era de la Información Vol I., Editorial Siglo XXI, México 1999, p. 173
6 Mattelart Armand, Historia de la Sociedad de la Información, Editorial Paidos, Barcelona 2002, p. 144.
7 Castells Manuel, La Galaxia Internet, Editorial Plaza & Janés, Madrid 2001, p. 305
8 Graham Gordon, Internet, Editorial Cátedra, Madrid 2001, p. 28
9 Piscitelli Alejandro, Ciberculturas 2.0, Editorial Paidós, Buenos Aires 2001, p. 155-157
10 Castells Manuel, La Era de la Información Vol. II, Editorial Siglo XXI, México 1999, p. 91-92. 11 Abbate Janet, Inventing the Internet, Cambridge MIT Press, 1999, p. 181-220