Hablar de los jóvenes y de su relación con los procesos electorales implica establecer una asociación con los medios virtuales, la tecnología y la claridad en las propuestas de los candidatos. En torno a esto, existen diversos planteamientos que intentan explicar el fenómeno a partir de la exaltación del uso de las TIC, o bien de satanizarlas y culparlas de los comportamientos que en la actualidad presentan la infancia y la juventud.
Durante muchos años se ha dicho que las nuevas generaciones muestran poco interés o apatía hacia los temas que involucren política. En el presente, dudo que esto sea así.
Según el sitio Animal Político, un estudio de la Participación Ciudadana en las Elecciones Federales de 2012, elaborado por el Instituto Federal Electoral (hoy INE), refleja que, en los comicios de 2012, los jóvenes que por primera vez votaron alcanzaron niveles de participación superior a 62%. Las cifras hablan por sí mismas.
Es natural, puesto que hoy tienen más acceso a noticias de todos los temas, situación que se profundiza por esta condición de hiperconectividad en la que están inmersos y su estrecho vínculo con las redes sociales.
Las cifras presentadas por INEGI en su informe “Estadísticas a propósito del Día Mundial de Internet 2017”, reflejan que el 68.5% de los cibernautas mexicanos tienen menos de 35 años y que el uso de Internet está asociado al nivel de estudios: entre más estudios, mayor uso de la red.
Hoy se puede afirmar que la actitud de los jóvenes hacia los procesos electorales no es indiferente, sino el reflejo de una desconexión, desvinculación de los planteamientos de algunos políticos que corresponden a las formas tradicionales de intentar convencer sin comprometerse.
Los jóvenes no esperan discursos bonitos, sino propuestas claras, reales, desprovistas de retórica y palabrería que no se traduce en acciones que se orienten a cumplir al menos sus necesidades básicas de empleo, educación, espacios en donde puedan desarrollarse y crear valor para la sociedad en que les ha tocado vivir.
“Ése es el error de los adultos: suponer que los jóvenes no tenemos problemas y necesidades más allá de ir a la escuela”, me dijo, contundente, una joven. Su comentario cobra significado, no sólo en el contexto en que lo externó, sino también (y principalmente) en el terreno de la política. Hay que saber leer a los jóvenes y, más allá de eso, entender el mundo en que interactúan y se expresan. Pero no basta con que aquéllos incursionen en la virtualidad.
El hecho de que un candidato utilice las redes sociales u otros medios digitales para transmitir sus propuestas de campaña no garantiza que el mensaje esté diseñado para las audiencias –electores– jóvenes, mucho menos que sus promesas sean atractivas para ellos. Aún y cuando se diga que el 88% de ellos utiliza Internet para acceder a las redes sociales.
La Asociación Internet.mx, en su “13° Estudio sobre los Hábitos de los usuarios de Internet en México 2017”, presentado el 18 de mayo, arrojó que casi 6 de cada 10 entrevistados consideran que Internet los acerca a los procesos democráticos en México y que se muestra un gran interés por conocer los próximos procesos electorales, mientras que 9 de cada 10 internautas interesados en estos procesos, estarán pendientes de esta información en línea.
Pero, el uso de las redes sociales por parte de los candidatos, según la visión de los jóvenes, en algunos casos puede ser contraproducente, ya que ellos tienen una concepción distinta, no solo de lo que circula en ellas, sino de lo que debería incluir una campaña electoral. Más aún, de sus necesidades, demandas específicas y significados.
No se trata de difundir la misma información en todos los medios y plataformas digitales existentes, y con ello afirmar que se está incluyendo a los jóvenes, sino de conocerles e involucrarles en la construcción de las propuestas. Finalmente, serán destinatarios de las políticas públicas que el ganador de la elección diseñará como parte de su gobierno.
Vi una entrevista que hicieron a dos conductores de programas que, entre otras cosas, aludían a un uso incorrecto de los memes por parte de los candidatos, decían que lejos de cumplir su cometido de imprimir comicidad a sus mensajes, pasaban a la línea de lo artificial y hasta ridículo. “Los usan mal”, dijeron.
“No por el hecho de que monten un meme que tal vez nos cause risa, significa que pueden hacernos tontos y pasemos por alto lo que ocurre con sus propuestas”.
Finalmente, nos guste o no, la propalación de memes en las redes sociales también constituye una forma de comunicar.
Desde su punto de vista, existe una falla de comunicación entre los candidatos y los jóvenes, y es el lenguaje.
¿Cómo es el país en que desean vivir?
Ahora tienen esta decisión en sus manos, la que manifestarán en el ejercicio de su derecho al voto el próximo 1 de julio en México, al menos ésa es la expectativa.
Colombia y Brasil también celebrarán comicios en este año y al igual que en México, la balanza puede inclinarse a partir del voto de los ciudadanos cuya edad oscila entre los 18 y 35 años.
Según información recopilada por El País, en Brasil existe un padrón que incluye casi nueve millones de jóvenes entre 16 y 19 años que emitirán por primera vez un sufragio para elegir a su Presidente, mientras que en Colombia se calculan más de 13 millones de votantes potenciales.
En México, se ha deducido una cifra cercana a 15 millones de electores entre 18 y 24 años, de los cuales 4 millones tendrán, por primera vez en su vida, la oportunidad de decidir el futuro de su país. En suma, los jóvenes representan el 40% del padrón electoral, por lo cual, su poder para definir el resultado de la elección es incuestionable.
Estas cifras fueron presentadas por el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, al inaugurar los foros “México 2018: Los desafíos de la nación. Las plataformas electorales discutidas por los universitarios” en la Ciudad de México.
Estos foros tienen como objetivo contrastar aspectos de las plataformas electorales y programas de gobierno de cada uno de los candidatos a la presidencia.
El empleo
La opinión de la juventud en el diseño de los proyectos que deben generar los candidatos resulta fundamental en un contexto en el cual México enfrenta pronósticos desfavorables en lo concerniente a la generación de empleos formales que puedan absorber a miles de profesionistas que año con año egresan de las universidades.
La Organización Internacional del Trabajo, en su informe anual “Perspectivas Sociales y del empleo en el mundo: Tendencias 2018”, dio a conocer que México es uno de los pocos países en América Latina donde los empleos formales creados irán a la baja. Según esta Organización, el país contará con 15.5 millones de mexicanos con empleo vulnerable mientras que en 2017 eran 15.3 millones.
Esto significa menos oportunidades para que las nuevas generaciones se inserten en el mercado laboral con las condiciones adecuadas.
Se estima que 6 de cada 10 jóvenes mexicanos laboran en el mercado informal, de los cuales 34% obtiene ingresos de uno a dos salarios mínimos. El peor escenario es para un millón 209 mil jóvenes que no cuentan con un empleo.
Entre las principales conclusiones regionales, la OIT refiere que para América Latina y el Caribe:
La tasa de desempleo debería descender sólo marginalmente, pasando de 8.2% en 2017 a 7.7% de aquí a 2019.
Habida cuenta que la tasa regional de desempleo era tan sólo de 6,1% en 2014, la región todavía está lejos de recuperarse completamente de la pérdida de puestos de trabajo registradas en los últimos años (OIT, 2018).
Esto representa un reto mayúsculo para quien llegue a la Presidencia de la República Mexicana, cómo resolver esta condición que es una tendencia en la región y más aún, garantizar espacios laborales dignos para las personas.
La educación
Con base en un estudio del BID, el sistema educativo en México enfrenta retos importantes en términos de acceso y retención, la equidad continúa siendo una tarea pendiente, lamentablemente el acceso y aprendizaje de los alumnos aún son determinados por su origen socioeconómico y procedencia geográfica.
“En nuestro país, sólo 3 de cada 10 jóvenes de 18 a 22 años tiene la oportunidad de asistir a alguna universidad o institución de educación superior. La matrícula en el ciclo 2015-2016 fue de 3.64 millones, la cual sigue estando altamente concentrada en las principales metrópolis del país” (Fuentes, 2017).
Por tal motivo, el acceso a una educación de calidad que además permita a los jóvenes abrirse paso hacia empleos bien remunerados, es una de sus grandes preocupaciones que perciben, no ha sido incluida en las plataformas y propuestas de los candidatos de una forma seria y que evidencie un compromiso real para buscar soluciones.
La fuga de talentos hacia otros países es un tema que tienen detectado claramente, particularmente el caso de los desarrolladores de aplicaciones, software y otros productos y servicios con alto componente tecnológico.
Adolecen del apoyo institucional necesario para impulsar estos emprendimientos, por lo que terminan migrando hacia otros países en donde sean valoradas sus aportaciones al campo de la ciencia y la tecnología. Ello con todo y los esfuerzos gubernamentales que se han impulsado para el apoyo de los emprendedores.
Por otra parte, la percepción del problema de la corrupción como un mal que no solo ha estado presente desde que nacieron, sino que se ha profundizado sin que –desde su punto de vista– se hayan tomado medidas determinantes para combatirla, es motivo de su interés, ya que le atribuyen a este los frenos al progreso en nuestro país.
Sienten que habitan un mundo marcado por la crisis, en donde no hay dinero que alcance para satisfacer las necesidades básicas, no solo de ellos, sino también de las familias a las que pertenecen.
Entre otros temas que les preocupan, refieren la inseguridad y la violencia en el país. De poco o nada servirá que existan condiciones de empleo o de apoyo al emprendimiento, si no tienen certeza de que vivirán para contarlo.
La gran pregunta es si los candidatos han considerado estas inquietudes de un segmento de la población que si decide ir a las urnas –todo parece indicar que así será– definirá el presente y futuro de este país.
Conclusiones
La inclusión de los jóvenes en el actual proceso electoral va mucho más allá de solamente organizar un evento en donde estén presentes, enviar tuits, postear memes o transmisiones en vivo desde las redes sociales, se requiere formular una propuesta de trabajo que incluya sus demandas, sus preocupaciones y las posibles soluciones a las mismas.
Conectar con su forma de vida, de interacción y comunicación y, ante todo, que los candidatos planteen escenarios claros, proyecciones de cómo será el futuro de las nuevas generaciones, propuestas serias que les aseguren que efectivamente tienen un lugar en el presente y futuro de esta sociedad.
Referencias
Navalón, A., “Millennials: dueños del futuro. En Brasil, Colombia y México los jóvenes serán decisivos para averiguar cómo es el mundo que quieren” (19 de Febrero de 2018), en El País, recuperado el 25 de marzo de 2018 en: https://elpais.com/elpais/2018/02/18/ opinion/1518979848_405772.html
“Desempleo y empleo informal crecerán en México durante 2018: OIT”, en Animal Político (24 de Enero de 2018), recuperado el 13 de abril de 2018 en: https://www.animalpolitico.com/2018/01/ desempleo-creceran-2018/
Informe de referencia de la OIT “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2018”, en http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/multimedia/video/ institutional- videos/WCMS_616018/lang—es/index.htm
Fuentes, Mario Luis, “México social: educación superior, la desigualdad”,
en Excélsior: http://www.excelsior.com.mx/nacional/2017/08/08/1180263