Los esperandos y el juego de escribir de Angelina Muñiz-Huberman

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Desde febrero llegó a México el más reciente libro de la prolífica Angelina Muñiz-Huberman1. Cabe mencionar que el libro fue publicado en España en 2017 y que ahora ya se encuentra a la venta en diversas librerías de nuestro país y en plataformas de Internet. El texto lleva por nombre Los esperandos y tiene el interesante subtítulo de “Piratas juedeoportugueses… y yo”, precisamente por la especie de diálogo que se da a lo largo del libro entre el narrador-protagonista que vive entre los siglos XVI y XVII, un cocinero kósher de barcos piratas llamado Oseas y la voz de la misma autora (la propia Muñiz), la escritora de años venideros, como se le llama en el libro.

La crítica ha señalado que Muñiz mezcla los géneros y que sus textos, en buena medida, son inclasificables, pero como bien señala Luz Elena Zamudio: la literatura contemporánea está repleta de ejemplos que transgreden los géneros canónicos establecidos, sin embargo me tomaré la libertad de aplicar para este libro de Los esperandos una cita que la misma Zamudio enunció para hablar de Tierra adentro, uno de los primeros libros de la autora en cuestión: “Si se toma en cuenta el concepto amplio del género novelesco propuesto por Bajtín, se puede afirmar […] que se trata de una novela” (Zamudio, 2003: 64).

A pesar de que se le puede catalogar como novela, dentro del libro aparecen extensos ensayos sobre temas variados como la guerra, la felicidad, la verdad o la escritura, también hay poemas que exaltan la belleza del mar o representan especies de odas a la libertad; cuentos también, sin duda, como los contenidos en capítulos como “El barco cabalista” o “Las cartas sicilianas”, que tienen sus propios personajes y nudos temáticos.

Todo este “juego de escribir” se une a través de un hilo conductor: un cocinero pirata que durante sus viajes escucha historias extraordinarias y que entabla una relación con la hipotética y futura escritora que encontrará, ordenará y publicará sus textos en los siglos por venir.

Me parece que esta vorágine intergenérica tiene que ver con la manera en que la autora percibe el mundo y crea el propio en su obra. Me explico: el pensamiento y el recuerdo (concepto fundamental en la obra de Muñiz-Huberman) no se estructuran de una manera determinada, por el contrario: llegan a la mente de forma desordenada y borrosa, se mezclan y relacionan entre sí diferentes memorias de distintas épocas y también entran los conocimientos históricos que se adquieren en la formación académica para tejer un entramado incomprensible. Como la misma autora menciona en su ensayo autobiográfico:

Mezclo, combino y opongo los recuerdos que guardo en la memoria, que abarca no sólo la mía específica, sino la colectiva que he ido recogiendo a lo largo de la vida. Luego conformo los recuerdos en un virgen fluir de los hechos. No transcribo la realidad, sino lo que hay más allá o lo que pueda imaginarse que es la realidad (Muñiz-Huberman, 1991: 37).

En esa misma autobiografía, hace referencia a la profesión de escribir y la califica como un camino ético y amoroso. A lo largo de Los esperandos, tanto la autora-narradora, como Oseas, el cocinero pirata, hablan de este quehacer constantemente. Oseas menciona lo siguiente:

Creo que todas las profesiones se reducen a una: la de relator. Todos relatan, todos cuentan, todos dicen antes de empezar a trabajar. Lo mismo durante el trabajo y después del trabajo. No se para de hablar. Es decir, de escribir.

La palabra. Esa es la clave (Muñiz-Huberman, 2017: 66).

Es en medio de esta fascinación o “encantamiento” por la diluida frontera entre la realidad y la ficción, que Muñiz-Huberman va tejiendo una poética del recuerdo y del olvido. Entre lo místico y fantástico, combinado con lo crudo y realista, no hace más que confeccionar una cierta manera de contemplar y percibir la vida y el mundo. Es la escritura, fuera de todo canon o regla, la que puede ir desgranando los caminos de la verdad y generar cierto consuelo ante lo desconocido e inalcanzable que resulta el mundo que nos rodea: “Esa necesidad de relatar, de transmitir lo secreto, lo extraño. A veces, historias fantásticas. Otras, tan reales que parecen fantásticas. En fin, el complejo enredo de la mente y de la imaginación” (Muñiz-Huberman, 2017: 191).

Quizás Los esperandos sea clave para entender la labor de Muñiz-Huberman: el trabajo existencial de escribir, la encomienda de guardar la memoria y sus temas favoritos: el exilio, el judaísmo y la cábala, la muerte, el amor erótico, la ambigüedad sexual y de género (tanto sexual como literaria) están presentes en las historias de aventuras marítimas de Oseas como el recuerdo y las seudomemorias2 de la autora que participa de la propia diégesis3 del texto como personaje y expresa:

Y bien, se convierte en lo siguiente. Ya no es Angelina, sino tal vez Alberina, personaje de otros libros. De las seudomemorias, me doy cuenta. Es decir, será verdad y mentira fusionadas. Más que mentira, invención, imaginación. Hilo del cual hacer correr la madeja. La madeja que es escribir. Cabos sueltos convertidos en un todo enmarañado […] Los secretos. Lo callado. Lo incomprobable” (Muñiz-Huberman, 2017: 198).

He ahí la memoria mezclada con la ficción y la imaginación como una vía en la interminable búsqueda por la verdad, el darle un sentido a la existencia en medio del dolor y la desesperación que implica vivir y estar aquí.

Los esperandos resulta, entonces, un texto que bien puede catalogarse o descatalogarse (podría ironizar la propia autora) como un libro que contiene cuento, ensayo, poesía y crónica histórica (¿o seudohistórica?), pues habrá que recordar que el cocinero pirata, es muy amigo de Shakespeare y Cervantes y los aconseja todo el tiempo sobre cómo y qué deben escribir. También conversa con destacados pintores como Durero y Zurbarán, y hasta visita a la mismísima Sor Juana Inés de la Cruz en su celda en el convento de San Jerónimo. Además, aparecen personajes de otros textos de la autora como, Elena/Eleno de Céspedes, el protagonista/protagonisto (como se menciona en el texto) de la novela La burladora de Toledo (2008) y que en este caso es el capitán/capitana de uno de los barcos en que Oseas trabaja y también, Abraham Abulafia, el cabalista, personaje recurrente en cuentos y ensayos de Muñiz al lado de Giordano Bruno y Ramón Llul.

Aquí, como se expresa en el texto mismo: “Paraíso perdido. Angelina y Alberina en una fundidas” (Muñiz-Huberman, 2017: 201), la autora y el personaje ya no son dos, sino una, y la novela ya no es una, sino muchas. Todo un juego de la escritura.


Referencias

1 Angelina Muñiz-Huberman nació en Hyères, Francia en 1936 de padres exiliados españoles. Se nacionalizó mexicana en 1954. Es Doctora en Letras por la UNAM. Ha recibido diversos premios y reconocimientos nacionales e internacionales y ha sido traducida a lenguas como el inglés y el francés. Véase: Enciclopedia de la literatura en México, disponible en: http://www.elem.mx/autor/ obra/directa/749.
2 El término seudomemorias fue acuñado por la propia Angelina Muñiz-Huberman y se trata de un género literario que mezcla el recuerdo vivido y el imaginado. Las seudomemorias de la autora han sido publicadas en una trilogía conformada por los títulos: Castillos en la tierra (1995), Molinos sin viento (2001) y Hacia Malinalco (2014).
3 Diégesis es un término literario que se refiere al mundo narrado, es decir, a la realidad y verdad que se presentan dentro del texto.

Bibliografía

Muñiz-Huberman, A. (1991) De cuerpo entero, el juego de escribir.
México: UNAM-Editorial Corunda.
Muñiz-Huberman, A. (2017) Los esperandos, piratas judeoportugueses… y yo. Sevilla: Sefarad Editores.
Zamudio, L. E. (2003) El exilio de Dulcinea encantada, Angelina Muñiz-Huberman escritora de dos mundos. México: UAM-Iztapalapa- Juan Pablos Editor.

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