Whatsapp o quihubo. Comunicación generacional

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“Ay palomita azul sé que me ignoras aunque quieras disimular”


Nuestra comunicación a partir de las nuevas tecnologías, deja clara muestra de nuestras diferencias generacionales. El tema me salta a la vista como las palomitas azules que tanto molestan a las chicas mileniales, ellos que al verlas saben que las leyeron y no hubo la respuesta de sus galanes o amigos y corresponden con más palomitas azules, en una nueva versión de los que mi abuela llamaba picones. Eso me hizo saber Dany (una alumna) entre lágrimas: “Miré mis como a Sergio no le importo, me ha dejado en palomita azul”. Dos días después Sergio contestó pero lo obligado, según me explica Dany, es que ahora él sufra las consecuencias con una parvada de avecitas azules.


Del mismo modo los padres y madres de estos mileniales nos quedamos en pausa esperando en la pantalla una respuesta de hijos que dejaron la conversación interrumpida porque les surgió algo más importante. “Mami” se lee en mi Inbox “¿Vienes por mí? No tengo coche”. Respondo: “¿A qué horas quieres que te recoja?” Ilusa suspendo mi arreglo personal media hora, desesperada en busca de respuesta con el cepillo de pelo en mano. Por fin llega la respuesta: “Ah, ya no Ma, mejor me fui caminando”. Miles de mis congéneres responden molestos ante la falta inmediata de respuesta a lo que sus hijos explican que hoy es así, nadie (ellos) espera una respuesta inmediata.


Pero lo mismo sucede con un modo de comunicación que es más nuestro que de ellos, la llamada telefónica. Cuando un milenial o generación Z no tiene qué decir simplemente se calla y uno tiene que preguntar:


–Hey hey sigues ahí


–Sí, por…


–Es que estás muy calladito


–Mmm ¿Y qué quieres que te diga?


De hecho es complicado explicar en clase eso de la función fática de la lengua que antes se entendía tan fácil al ejemplificar que en una llamada telefónica había que hacerse presente con sonidos y comentarios como ajá, sí, etcétera. Hoy la omnipresencia se da por sentada y la respuesta llegará… tarde que temprano.


Crucificada entre generaciones existe un singular comportamiento entre la generación de mis padres y tíos (los Baby boomers) que acostumbrados a la misiva convencional firman los mensajes en el muro de face o en el Whats olvidando que el medio de por sí los identifica. Tomaré un ejemplo de mi muy querida tía Ñeca que cada vez que te felicita o te pone una cita, firma: “Atentamente tu tía Ñeca”. Otro problema que tiene esa generación es que no entiende aspectos de privacidad así que el otro día que le debía lana a mi papá puso muy amable y formal en mi muro:



“Querida hija no quisiera molestarte pero ojalá puedas pagarme el dinero que te presté. Recibe besos de tu papá”. Claro, el bullying de mis amistades no se hizo esperar “Ya paga”. “Abusando de los adultos mayores verdad”. “Cuánto te falta para completar”. “Oye Tomás ¿Ya te pagó?


De vuelta de un viaje, traje a mi tía abuela (miembro de la generación silenciosa, es decir los nacidos entre 1925 y 1945) una pluma fuente, sus favoritas y, quizás desconectada de tanto medio, profética me dijo:


–Mándamela por fax hija– su sabiduría seguramente le hacía intuir las impresoras 3D.


Lo cierto es que cada generación tiene sus preferencias y estilos en su modo de usar las tecnologías. Sirvan estas estadísticas de Pew Resarch de 2010 (son las últimas publicadas al respecto por este prestigioso centro) para arrojar luz ante nuestras diferencias.

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