Se acerca el arranque oficial de las campañas

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Economía Hoy

En México tenemos la costumbre de sobrerregular todo lo posible los temas de interés público. Alguien creyó, y otros replican, que mientras más trabas legales existan en un tema es mejor. Así que, de manera oficial, estamos a unos días del arranque legal de las campañas rumbo a la presidencia de la República.

Esto que es un tema de impugnaciones y revisión legal para la gente resultaría un sinsentido, me explico, cualquiera que esté leyendo este texto sabe, desde hace meses, quiénes son los candidatos a la presidencia, por cada una de las coaliciones electorales existentes, sabe qué partidos agrupan dichas coaliciones, lleva meses escuchando pros y contras para cada uno de ellos, día a día escucha noticias que van orientando su inclinación electoral hacia uno u otro.

Ahora vienen algunas reflexiones, ¿no estaban entonces en campaña? Si no lo estaban, resultaría importante que alguien nos explique cuáles son las diferencias sustanciales.

Cuando estaban en el periodo de precampañas, ¿no era una campaña en sí? Recordemos que las precampañas las marca la ley como un proceso interno de partidos y coaliciones, donde diferentes aspirantes internos tratan de convencer a los militantes de sus institutos políticos sobre la pertinencia de ser sus abanderados. Pero resulta que en las tres coaliciones que hoy compiten hubo un solo contendiente en los procesos internos, nadie más se apuntó para aspirar a dichos espacios. Luego entonces, apegados a la ley, las precampañas no debieron haber existido.

Después vino el famoso y aún menos claro periodo, en el que todavía nos encontramos, de las intercampañas. Los partidos ya están coaligados y saben quiénes serán sus candidatos, todos los días, de todas las formas posibles tratan de promocionarlos y posicionarlos, pero la ley les impide hacer campaña. En estricto sentido les prohíbe pedir el voto. Una ridiculez. Imaginemos un evento donde cualquiera de los candidatos se reúne de manera pública o privada con actores importantes en la toma de decisiones, ya es candidato y todos lo saben, pero no puede pedir el voto, ¿para qué es la reunión?, ¿qué les está pidiendo, la hora, su afecto, su simpatía? Seamos serios, los está persuadiendo de que es la mejor opción en el espectro electoral y eso, en el sistema político mexicano o cualquier régimen democrático se materializa llegando al poder por las urnas, para lo que se requiere el voto.

Bueno, eso es tomando los tiempos recientes, podemos al menos decir que hace un año aún no se sabía cómo quedarían las coaliciones electorales y PRI, PAN y PRD, hasta Nueva Alianza, todavía debatían sobre posibles candidatos podían moverse los escenarios, pero hay otro candidato que creó un partido político precisamente para ser candidato, exprofeso, esa es la finalidad inmediata de MORENA, habrá que ver qué pasa después de la elección. Nadie en el país tenía dudas desde hace varios años que Andrés estaría en la boleta por MORENA y algún o algunos partidos que lo acompañaran.

En cada mitin, desde hace años, AMLO habla de que el país se enderezará cuando él llegue al poder. Lo hemos escuchado repetir cientos de veces que la tercera será la vencida. Lo hemos visto recorrer el país hablando de la importancia de alzarse (él) con el triunfo en 2018 para transformar a México. Lo vimos usar millones de spots de MORENA para una promoción personal nunca antes vista, violando a todas luces la ley, apareciendo además en cualquier propaganda de cualquier candidato a cualquier cargo público en todo el país postulado por el partido.

Recordemos que esto es importante porque violenta la equidad de la contienda. Cuando hoy algunos se sorprenden o alegran de que AMLO va arriba en las encuestas, habría que recordarles que es una carrera donde él comenzó a correr cuando sus contendientes aún no estaban siquiera en los vestidores.

Además la ley regula los gastos de campaña, pone un tope a los mismos. Por eso también resulta de primer orden definir con claridad, sin hipocresías, cuando iniciaron realmente las campañas, porque, de nuevo en el caso de Andrés, habría que valorar si se contabiliza económicamente cada volante o cartel que MORENA ha sacado con su imagen acompañando candidaturas donde él no competía, sabiendo que sería su candidato. Estamos hablando entre ello, viajes, mítines para exponerlo al conocimiento de la gente y todas las actividades desarrolladas por años, seguramente de miles de millones de pesos empleados en promoción personal, lo que rebasa por muchísimo lo que ha empleado cualquier otro de los contendientes y por tanto genera una competencia inequitativa.

Estas reflexiones es importante realizarlas ahora que se acerca el arranque de las campañas porque esto hace evidente, a cualquiera que quiera verlo, que las campañas tiene mucho que están en marcha y que se ha burlado la ley.

Esto nos debe llevar, en otra etapa, a valorar si la sobre regulación es necesaria.
¿Para qué definir tiempos de campaña cuando todos los actores los saltarán, mediante informes, presentaciones de libros o cualquier otra estrategia que les permita hacer campaña sin decir que están haciendo campaña?

Reflexionar también si queremos ser un país que sigue premiando la trampa como astucia y reconociendo al tramposo, al que se salta la ley o avanza por atajos como alguien digno de representar a México. Es muy claro que en este proceso, sobre todo dos actores, Margarita Zavala con la obtención de firmas y Andrés Manuel con actos anticipados de campaña y gasto de miles de millones de pesos por encima del tope establecido si se considera todo el tiempo y recursos públicos destinados a su promoción.

Por otro lado, ahora que arrancan las campañas el público deberá marcar el nivel de intercambio que queremos. Nos quejamos de la pobreza de las campañas electorales pero, por ejemplo en redes sociales, mientras un meme se reproduce por decenas de miles, un video de un candidato destinado a explicar una propuesta política apenas llega a cientos de reproducciones.

No será atractivo para los candidatos lanzar una campaña de contenidos y propuestas sí estás son despreciadas por el electorado y éste, a su vez, prefiere las campañas de imagen, banalidad o aún más, las de guerra sucia y descalificación.

Ahora con el arranque oficial de las campañas ya no hay restricciones legales, tenemos que exigir a todos los candidatos que nos presenten sus propuestas y, también, que nos expliquen cómo piensan lograrlas pues algunas suenan, a la luz de un análisis somero, francamente irrealizables.

Debemos exigirles también que debatan entre sí, pidamos a los medios de comunicación que abra todos los foros posibles para el debate y exijamos a los candidatos que acudan. En una sociedad democrática el debate y las propuestas tienen que ser la base para convencer al electorado, no las campañas de imagen, descalificación, y mucho menos la burda compra del voto o la utilización de estructuras corporativas.

Apenas ayer escribía que, para tener un país democrático, debemos construir ciudadanía, tener ciudadanos que obliguen a que dicho país se materialice. Esto lo podemos experimentar en esta campaña. Del nivel de exigencia que hagamos a nuestros candidatos y el que tengamos nosotros mismos será el nivel de propuestas y campañas que nos presenten y en esa medida podremos exigir resultados a quien salga favorecido por el voto de las mayorías.

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