
@LupiArt
Te levantas,
a las seis de la mañana,
te entra una pesadez
que cala hasta los huesos;
enciendes el televisor
y ves un acróbata
en el circo;
le ves dar vueltas
a través del viento,
mientras a los presentes
les arrebatan todo.
A los más jóvenes,
aquellos vestidos de azul,
le arrancan la luz de la mirada,
al acróbata no le interesa;
sus corifeos mas enfermos,
le suplican una pastilla,
que nunca llega.
Tampoco se salvan
las espectadoras femeninas,
mientras da vueltas por los aires,
el enemigo está en casa,
durante su vuelo,
el teléfono revienta,
niñas pequeñas son
despojadas de su inocencia;
y el acróbata es sordo.
Su público está muriendo,
tendido en el suelo,
apretados en templos de Asclepio
y por un momento,
toma una pausa,
para anular
la libertad de palabra.
Reinicia sus tan errantes
acrobacias,
mientras sus acompañantes
despedazan el verde chiapaneco,
contaminan la selva;
y el acróbata es ciego.
Madres, ahora sin hijos,
gritan a todo pulmón
en medio del espectáculo
buscando ayuda;
pues pensaban
que al menos una vez,
las promesas no estarían vacías;
y el acróbata es mudo.
Los únicos que disfrutan del circo,
son los armados,
ellos pueden dormir tranquilos.
Pero vaya fortuna la tuya;
el acróbata logra hilar unas palabras,
tú,
los espectadores,
están felices, felices, felices.