Durante los últimos meses un tema que acapara la atención de los medios y de la sociedad es la difusión de noticias falsas. Las llamadas fake news representan una de las características de nuestro mundo contemporáneo: la sociedad teme a la verdad. Pero tal práctica -a diferencia de anteriores épocas- se basa en la inmediatez: las mentiras circulan a la velocidad de la luz. Dicha rapidez se debe a la capacidad que proporciona la nueva tecnología para distribuir los contenidos simbólicos casi en tiempo real. Por este motivo, internet se ha convertido en una red de mentiras.
A raíz de la victoria de Donald Trump en las pasadas elecciones norteamericanas el término fake news comenzó a popularizarse. Esto se debió a la campaña política, es decir, la contienda se caracterizó por la difusión de una gran cantidad de información falsa que se presentaba como una noticia proveniente del campo mediático. Este hecho fue decisivo para poder visibilizar una emergente estrategia de guerra. Durante los últimos meses de la contienda, la excandidata demócrata Hillary Clinton denunció la presencia de "una epidemia de noticias falsas y de propaganda malintencionada ha inundado las redes sociales este año". Algunos analistas llegaron a considerar que la ficción contra la exsecretaria de Estado dañó tanto su imagen que abrió la puerta a Trump para ganar la contienda presidencial.
Basta buscar en Internet para encontrar noticias falsas que en su momento pudieron haber sido creíbles. Por ejemplo el sitio www.wtoe5news.com difundió una noticia en la cual el Papa Francisco había asegurado ante varios medios de comunicación que apoyaba la candidatura de Trump. La información ficticia circuló por Twitter y Facebook, fue compartida miles de veces por los cibernautas y llegó a convertirse en una de las noticias falsas más populares durante la contienda estadounidense. Otro ejemplo de información inventada fue la supuesta noticia de que la undación Clinton que preside la señora Hillary, habría gastado 137 millones de dólares en la compra de armas. El sitio de internet What Does It Mean (www.whatdoesitmean.com) distribuyó en la red el bulo: la filtración de un supuesto informe de inteligencia del gobierno de Estados Unidos reveló la compra del armamento por parte de la Fundación.
Las fake news se convirtieron durante las elecciones norteamericanas en una estrategia de lucha política que fue más allá de la contienda. Después de asumir el cargo como presidente, Trump ha empleado en reiteradas ocasiones el concepto fake news para referirse a ciertas noticias publicadas por los medios de difusión tradicionales. Por ejemplo, el pasado seis de febrero el mandatario publicó en su cuenta de Twitter que las encuestas publicadas por CNN, ABC y NBC son “fake news”. Dichas encuestas, indicaban que el 53% de los estadounidenses desaprobaron la forma de gobierno de Trump. Para el presidente las mentiras no sólo provienen del medio, sino también de las fuentes. Ante a Conferencia de Acción Política Conservadora, el empresario y político acusó a los medios de deshonestos y de inventar noticias, por lo que hizo un llamado a las empresas de información a evitar el uso de fuentes anónimas. Dijo estar en contra de las noticias falsas y de las historias inventadas con fuentes ficticias. Ante los asistentes dijo que “una fuente dice que Donald Trump es un horrible, horrible ser humano. Que me lo digan en la cara”.
En México un reciente caso de noticias falsas lo protagonizó el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, quien de acuerdo a un reporte exclusivo de la cadena de televisión estadounidense CBS, habría realizado “personalmente cambios al discurso del presidente Donald Trump, que anunciaba una orden ejecutiva para construir el muro fronterizo”. La cadena citó como fuentes a funcionarios mexicanos de alto nivel. En su cuenta de Twitter, Videgaray reprodujo el discurso del mandatario estadounidense contra la información difundida por los medios: “Nunca pensé que llegaría el día en que yo usaría esta frase, pero hoy aplica: FAKE NEWS”. La información no comprobada también las propagan los periodistas desde sus cuentas en redes sociales. Por ejemplo el periodista Joaquín López-Dóriga a través de Twitter acusó al exgobernador de Oaxaca José Murat de homicida y pederasta. Mediante varios mensajes acompañados con fotografías del ex mandatario el periodista lanzó una alerta a la sociedad: “Se busca. José Murat Casab. Por homicidio”.
La expansión reciente de fake news no es un fenómeno nuevo. Los medios de difusión tradicionales se han caracterizado a lo largo de la historia por distribuir información ficticia. Con esto me refiero a la transmisión de mentiras (es decir, de noticias inventadas) pero también al uso de otros mecanismos para mentir indirectamente, como por ejemplo la publicación de información proveniente de fuentes anónimas o la presentación de noticias sin contexto. Esta práctica es común en el campo mediático y bajo la sombra de la libertad de expresión se han cometido todo tipo de excesos, principalmente durante conflictos políticos o bélicos. Ahora bien, las raíces mediáticas de la cultura de las noticias falsas alcanzan una mayor dimensión en internet. Tal dimensión se amplifica por las páginas web y las redes sociales donde se fabrican noticias falsas o bien, funcionan como intermediarios de lo mediático. Esto tiene una explicación tecnológica: cuando un mensaje se distribuye en la red no existe la certeza sobre cuál será su destino.
Ante este nuevo panorama global, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y la Comisión Africana de Derechos Humanos adoptaron el pasado 3 de marzo una “Declaración Conjunta sobre Libertad de Expresión y Noticias Falsas, Desinformación y Propaganda”. De acuerdo al documento elaborado por expertos de las Naciones Unidas (ONU), la difusión de información falsa tiene como base la propaganda para confundir a las audiencias e interferir en su derecho a estar informados. Según la Declaración, la transmisión de fake news también representa un atentado a la libertad de expresión, pues los gobiernos denigran las noticias o bien intimidan a los medios bajo el pretexto que la información publicada daña sus intereses y tiene como base la mentira. Las noticias de ficción también representan un riesgo para los periodistas, propician la censura, la supresión del pensamiento crítico, socavan la credibilidad mediática y atentan contra las libertades fundamentales de las democracias.
Las mentiras que circulan en los espacios públicos no sólo socavan los derechos humanos, sino también la inteligencia colectiva. El pantano de la desinformación abarca medios o intermedios falsos, fuentes falsas, filtraciones falsas, declaraciones falsas, sucesos falsos, estadísticas falsas, etcétera. Las fake news están creando imaginarios sociales montados en la ficción. Parece ser, que la finalidad es dar a conocer a los consumidores cierta información basada en acontecimientos falsos con la finalidad de que los receptores adopten determinada postura. Los hechos reales en nuestra sociedad cada vez se alejan más de la realidad por los procesos de producción mediática y en este caso, porque la narrativa no proviene de los hechos, sino de la mente de sus creadores.