Entendiendo que el Presidente tiene motivos fundados para no caer en un conflicto con la CNTE, sugirió ayer en la mañanera una opción que no es necesariamente la mejor para la educación.
Planteó que si no hay un acuerdo con los maestros para aprobar la reforma, se regresará a lo que había antes de la de Peña Nieto. Sería sin duda un lamentable paso atrás que tendría consecuencias en el desarrollo de la educación.
Se están conjuntando dos situaciones particulares que pueden ser delicadas para el Presidente. Por un lado, podría estar reculando en un tema que fue central en su campaña, y en general en sus discursos y en los debates en los que participó. En los encuentros entre los candidatos a la Presidencia fue particularmente enfático en el tema.
No sólo planteó lo administrativo sobre los maestros y la multicitada evaluación “punitiva”. También hizo referencia al contenido de la reforma, a las metodologías de estudio, al papel de los maestros, padres de familia y alumnos, y el papel de la educación en su gobierno.
El planteamiento del Presidente puede significar que lo único que se haría, todavía está por verse lo que vaya a pasar, sería abrogar la “mal llamada” para quedarnos igual a como estábamos hace más de seis años.
En caso de que terminemos bajo este escenario se va a presentar un rezago, el cual al paso del tiempo llevará muchos años revertirlo para las niñas, niños y adolescentes del país.
El otro gran problema que se viene es que el propio Presidente se podría quedar como rehén de la Coordinadora. Todo lo que proponga o quiera hacer, en materia de educación, se verá sometido a lo que quiera o no quiera la CNTE.
López Obrador está entrando en terrenos profundamente delicados que lo pudieran llevar a un desfase en su gobierno con los objetivos que se ha planteado y que ha prometido. Tiene sentido que no quiera por ningún motivo enfrentarse a los maestros, va en contra de su naturaleza y de lo que ha pregonado a lo largo de su vida privada y pública.
La declaración podría verse también de otra manera. Quizá lo que podría estar buscando López Obrador es llevar a la reflexión a los maestros de los escenarios que se podrían venir con el regreso de la vieja reforma. El mensaje a la Coordinadora es claro, ahora habrá que ver qué hacen los maestros siendo que viven en el todo o nada, como se ha visto una vez más estos días.
El otro receptor de este mensaje, presumimos, somos todos nosotros. La razón está en que el Presidente busca apoyo colectivo que en este momento no lo da la CNTE, más bien lo está metiendo en graves problemas. Bajo esta premisa se reconoce que hay conciencia en la sociedad de la importancia y necesidad de una reforma educativa de gran calado.
El Presidente ha tenido cuidado en no hablar, por lo menos hasta ahora, de hacer una consulta sobre el tema. Es probable que en este caso no fuera una opción porque podría enfrentar un resultado negativo con acciones y reacciones de la CNTE, en el muy probable caso que los resultados le fueran adversos.
La Coordinadora hizo acuse de recibo y convocó al Presidente a un diálogo directo, “es necesario que se siente en la mesa”. No queda claro qué se busca porque suponemos que deben saber que sus interlocutores son una extensión del Presidente, y que el sí y el no empieza y termina en Palacio Nacional vía dichos interlocutores.
Es un enigma lo que viene. No hay claridad porque a todo esto hay que sumar que ha llegado una nueva vieja actriz en todo esto, Elba Esther Gordillo. El domingo más que músculo exhibió sus aspiraciones.
A la CNTE hay que escucharla, pero no se puede estar atenido a lo que diga, haga y decida.
RESQUICIOS.
En el largo proceso por encontrar la verdad y hacer justicia, en el caso de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, la presencia de la ONU le puede dar otra cara al caso. Puede otorgarle, de una vez por todas a las investigaciones hechas y por venir, legitimidad y sobre todo credibilidad.
Este artículo fue publicado en La Razón el 9 de abril de 2019, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.
