Primero hay que presentarla: se llama Rosa Amelia Asuaje, tiene 45 años y es doctora en Lingüística por la Universidad de los Andes en Mérida, en el oeste de Venezuela, donde también es catedrática titular. Lamentó la agonía y la muerte del presidente Hugo Chávez en marzo de 2013. Apoyó a su sucesor designado, Nicolás Maduro, en los comicios en abril de ese año porque suponía que la revolución debía continuar. Y era chavista cuando la llamaron a declarar como experta lingüista en el sonado juicio al dirigente opositor Leopoldo López.
En ese momento, dice hoy, tres años después del día en que el líder de Voluntad Popular entró en la cárcel, comenzó su desencanto con el proceso bolivariano. “Esto que quiere hacer el Gobierno no puede ser, no es ético”, pensaba al advertir que la fiscalía, para no darle argumentos a la defensa, no contrastó su análisis con el de otros expertos, ni buscó a un psicólogo que determinara si las arengas de López habían provocado los destrozos en el Ministerio Público en Caracas y el incendio de vehículos de la policía en febrero de 2014. Solo su opinión como perito fue el testimonio clave utilizado por la fiscalía para que la juez Susana Barreiros condenara al político a 13 años y nueve meses de prisión.
El informe que preparó Asuaje decía, entre otras cosas, que los mensajes de López eran “coléricos y rabiosos”, y que los destinatarios “cargados de ira” pudieron “sentir la necesidad de decodificar eso en la realidad” en unas protestas.
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