Influencia de las encuestas en las elecciones

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En la elección presidencial pasada las “izquierdas” afirmaron contundentes, pero sin ofrecer datos o pruebas, que la publicación de las encuestas había influido de manera decisiva en el resultado de la elección y que eso había perjudicado a su candidato; incluso algunos de sus militantes plantearon prohibir, por ley, la publicación de las encuestas en próximos procesos electorales.1

La pregunta es si las encuestas influyen o no en el ánimo de los electores y sí es así cómo lo hacen. Hay dos modelos básicos para explicar el efecto de la publicación de las encuestas en quienes votan y se conocen como los efectos bandwagon y underdog. A continuación se ofrece una explicación de cada uno de ellos y cómo se comportan.

El efecto bandwagon

Al efecto bandwagon se le conoce también como efecto de arrastre, de la moda o subirse al carro. Se funda en la observación de que ciertas personas piensan o actúan siguiendo lo que otras sostienen o realizan. El modelo plantea, entonces, que las personas tienden a seguir a la multitud sin examinar los méritos de una cosa en particular. El efecto bandwagon explica el éxito del argumentum ad populum.

El fenómeno está documentado en psicología conductual y tiene muchas aplicaciones. La regla general es que las conductas o creencias se propagan entre la gente, como claramente sucede con las modas, con la probabilidad de que los individuos las adopten. Mientras más gente llegue a creer o hacer algo, otros también seguirán la moda o se subirán al carro sin importar ningún tipo de razonamiento.

En términos electorales el efecto bandwagon provocaría que algunas personas decidan votar por aquellos candidatos o partidos que son proclamados como ganadores por las encuestas, que se conocen a través de los medios de comunicación. Hay estudios de caso que dan cuenta de que ciertos sectores del electorado modifican o deciden su voto de acuerdo a lo que piensa la mayoría.

El efecto underdog

Al efecto underdog se le conoce también como efecto de solidaridad con el débil, con el que parte en desventaja o con el que siempre pierde. Se funda en la observación de que ciertas personas tienden a identificarse con la parte más débil, con el eterno perdedor, por el que sienten simpatías y con el que se solidarizan.

En un sentido más amplio, el efecto underdog se utiliza para referirse a un grupo social o étnico que sufre discriminación, persecución o se encuentra en una situación económica precaria, y por su condición obtienen la simpatía y solidaridad de la opinión pública, que puede ser a nivel nacional o mundial. Esta simpatía la suscitan grupos que luchan por sus derechos o líderes sociales que enarbolan la causa de la justicia.

El efecto underdog en términos electorales provoca que el candidato que tiene pocas posibilidades de ganar en la contienda o que incluso va perdiendo provoque la reacción de simpatía de ciertos sectores del electorado que tienden a solidarizarse con él y manifestarle su apoyo. Esto a pesar de saber que no tiene posibilidad de hacerse de la victoria.

La acción de los efectos

Los estudios de caso que se han hecho en Estados Unidos o en algunos países de Europa y América Latina muestran que la publicación de las encuestas provoca una doble reacción y así, que un grupo de electores, influido por el efecto bandwagon, se sume a las filas de quien los encuestas dicen va ganando, pero también que otro sector, a consecuencia del efecto underdog, decida unirse a quien las encuestas señalan que va perdiendo.

Buena parte de los autores, a partir de esos estudios, plantean que los dos efectos pueden estar presentes y al mismo tiempo anularse mutuamente. Hay también investigadores que sostienen, a partir de estudiar procesos electorales en Estados Unidos, Europa y América Latina, que la publicación de las encuestas solo influye en la intención de voto de un sector muy minoritario de los electores y que lo hace en los dos sentidos ya propuestos, que terminan por mutuamente neutralizarse.

A nivel mundial hay suficientes elementos, para afirmar, que la publicación de las encuestas no influye en la intención de voto de la gran mayoría de los electores y que por lo mismo tampoco lo hacen en el resultado electoral final. Lo que realmente influye en los electores, incluso en los indecisos, son otras cosas. Entre otras y de manera relevante: La opinión de los familiares y amigos; la tradición familiar y cultural; la historia de cómo se ha votado y la lealtad partidaria; los candidatos y su capacidad de comunicarse; la estructura y penetración de la campaña; la entrega de beneficios a cambio de votar.

El caso de México

En un cuestionario posterior a la elección, en uno de los estudios de caso referidos, se interrogó a los electores acerca de si las encuestas habían afectado sus opiniones o la de otros votantes. Y los encuestados dijeron que sí había afectado, pero a los otros, no a ellos. De esa respuesta se podría sostener, entonces, que nadie fue influenciado.

Quienes afirman que en la pasada elección presidencial un sector muy amplio de los electores, se habla de millones, pero sin precisar, fue influenciado de manera clara porlas encuestas y decidió como resultado del efecto bandwagon cambiar su voto y dárselo al candidato que aparecía en primer lugar, Enrique Peña Nieto, lo tendrían que demostrar. Hasta ahora más allá de declaraciones políticas, para explicar su propia derrota, no han aportado ningún dato que muestre que los electores mexicanos se comportan de manera distinta a la de otros lugares del mundo.

Lo que sí se puede sostener, mientras no se demuestre lo contrario, es que en México, como ocurre en los otros países, incluídos los de América Latina, la publicación de las encuestas influye solo en un pequeño sector y tanto en el efecto bandwagon como en el efecto underdog. Se podría incluso afirmar, habría que demostrarlo, que en México, fundado en estudios de la psicología del mexicano, un buen número de estos tiende a verse como víctima y a solidarizarse con el perdedor.

Es probable, pues, que en nuestra realidad, tenga más fuerza el efecto underdog y que la publicación de las encuestas en realidad a quien favoreció fue alcandidato perdedor, Andrés Manuel López Obrador. En el país sería necesario contar con estudios de caso que dijeran, a partir del dato duro, cuál es la real influencia de la publicación de las encuestas en la intención del voto de los electores. Mientras no existan se tiene que recurrir a los estudios del comportamiento de los electores en otros países. México, en todo caso, es bastante parecido a muchos de ellos.

Nota

1 En la redacción de éste texto conté con el apoyo de Rodrigo Islas Mariaud.

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