Me llamó poderosamente la atención un artículo publicado ayer en la página del NYT, versión en español, sobre líderes políticos de América Latina que ascendieron al poder debido al hartazgo social.
El autor del texto, Juan Fonseca, puso ejemplos: Jair Bolsonaro, Brasil; Nicolás Maduro, Venezuela; Daniel Ortega, Nicaragua; y Andrés Manuel López Obrador, México.
El artículo, titulado Adiós a los cínicos, dice que estos mandatarios han traicionado la confianza de su pueblo y han actuado con cinismo durante la crisis sanitaria.
Agrega que quitamos a los gobiernos anteriores porque nos hundían, afirma que las oposiciones en esos países son flacas y pregunta: “¿Quién nos salva de los salvadores?”.
Me detuve en lo que escribió sobre el presidente mexicano y su “zar anticovid”, Hugo López-Gatell. Ambos, asegura, se niegan a admitir el fracaso de su respuesta ante el virus.
“Desestimaron la severidad de la crisis y pronosticaron repetidamente el fin de la progresión de la enfermedad, sólo para ser desmentidos, una y otra vez, por un número ascendente de enfermos y muertes”, dice.
Concluye que no es casual que Brasil y México sean dos de las tres naciones con más muertes por la pandemia. “Se explica por ignorancia, improvisación y, en el fondo, cinismo”, remata.
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En México, las estadísticas sobre la pandemia hablan. Dicen mucho más que las mañaneras. Ocupamos el tercer lugar en muertes totales, con 164,290.
Tenemos una letalidad de 8.6 por ciento, mientras que el promedio mundial es de 2.3 por ciento.
Somos el primer lugar en defunciones de personal sanitario: cabús en apoyos al sector productivo para cuidar empleos y el ingreso familiar.
En el tema de las vacunas estamos en el limbo. El último censo del Inegi dice que somos 126 millones de mexicanos. Sólo el 0.52 por ciento de la población ha podido inocularse (alrededor de 700 mil personas).
En el video que el Presidente grabó el pasado jueves para mostrar que ya salió de su enfermedad por covid, dijo que la semana que entra llegarán más vacunas.
Nada más incierto. Nos enteramos ese día del retraso de la llegada de la famosa Sputnik V. No se ha logrado cerrar el acuerdo. Le van a hacer unas “enmiendas”.
Ni siquiera López-Gatell se ha atrevido a pronosticar si la vacuna rusa llegará antes que la interrumpida de Pfizer, que promete reanudar el 15 de febrero. “Hay que hacer una quiniela, no lo sabemos”, dijo con desparpajo.
Hoy nos anuncia el canciller Marcelo Ebrard que ya se solicitó a Cofepris la autorización de uso de emergencia de la vacuna CanSino, aplicada con éxito a 14,425 voluntarios en México desde octubre de 2020. “Es de una sola dosis”, presumió.
¿Cuándo llega a México? Hay que hacer otra quiniela.
Del mal manejo de la pandemia hablamos ayer con el exsecretario de Salud, Salomón Chertorivski. Nos dijo textual:
“El punto de partida está en la incapacidad de corregir, recapacitar, pivotear, cuando se tuvo y se tienen nuevas evidencias científicas, mejores prácticas. Seguir con lo mismo es el punto central del fracaso absoluto de la gestión de la pandemia”.
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