Desde hace ya muchos años, en la mayoría de los países democráticos, existen las leyes antimonopolios. Esto es, son un conjunto de leyes que impiden el comportamiento anticompetitivo y las practicas injustas y/o dañinas para las empresas o consumidores. El espíritu de estas leyes es señalar y castigar a quienes violen los estándares de conducta ética e impidan la libre competencia.
En este cuerpo jurídico se prohíbe el fomento de la monopolización y la fusión anticompetitiva en perjuicio de otros jugadores. En resumen, no se permite la competencia desleal. Estos principios tan claros en el mundo empresarial, parece que no son compartidos ni respetados por el actual presidente de México en el ámbito político.
Hemos visto en esta administración, como en todas las ocasiones posibles e imposibles, se trabaja arduamente por una no mayor, sino por una absoluta concentración de poder:
El dinero asistencial (el único que medio suelta) se reparte directamente, nada de instituciones ni políticas públicas para combatir la pobreza. El dinero lo da él y se le agradece la graciosa concesión al jefe del ejecutivo y párale de contar.
Los órganos autónomos se cooptan, o se demeritan o, mejor aún, se destruyen. Adiós a la CNDH, al INEE, al INAI, a la CEE, COFEPRIS, o el que a usted se le ocurra, están disminuidos, en manos del titular del ejecutivo y/o en vías de extinción.
EFE
El poder legislativo no puede cambiar ni una coma de lo ordenado por el todopoderoso. A cumplir ordenes se ha dicho, por absurdas que estas sean, faltaba más. ¿Para qué se necesita el equilibrio de poderes?
Los que no piensan como él, todos ellos son corruptos, neoliberales, conservadores, traidores a la patria. El señor es el dueño de la verdad, el pueblo bueno y sabio es él y nunca se equivoca, no cabe la menor duda.
Los empresarios, grandes, pequeños o chiquitos son de menos unos “rapaces” que se rasquen con sus propias uñas y que salgan de la crisis o truenen. Le da igual. ¿Quién necesita la generación de riqueza o empleo o inversiones si tenemos la repartición de dadivas para administrar la pobreza a cargo de los “siervos” de la nación?
Los medios de comunicación que no piensan como él, o los que se atreven a publicar simple y sencillamente la verdad y no sus amados “otros datos” son unos pasquines inmundos, vendidos y desde luego corruptos y de la “derecha”. Y esto va para medios nacionales o extranjeros. Eso sí, en eso no hay discriminación, ahí caben lo mismo el Reforma que el New York Times.
Los periodistas y comunicadores que no pensamos como él (o sea que no somos como el Sr. Molécula, anexos y similares) inmediatamente somos calificados como chayoteros, corruptos que extrañamos las prebendas a las que estábamos acostumbrados.
Los partidos que no sean de él (o sus maiceados partidos satélites) están en un complot para impedir que él lo tenga todo, desde luego la mayoría en la Cámara de Diputados. ¡Cómo se atreven! ¡Ni que estuviéramos en una democracia!
El Tribunal Electoral (que ya lo tiene) y si se puede todo el poder judicial que se ponga a modo. Porque para el señor lo importante no es la ley, esa que juró cumplir y hacer cumplir, sino la dizque “justicia” que solo el sabe lo que es y como le toca a cada quien. El ya no se pertenece, él es el pueblo.
Bueno y del arbitro electoral, pues ya ni hablamos. El INE, dice el presidente y Noroña (y otros distinguidos morenistas) ya hace mucho que debió de dejar de existir. ¿Para qué queremos piso parejo entre todos los partidos, elecciones limpias en donde cuenten nuestros votos? Que vuelvan las elecciones a depender del gobierno y si es posible que el rey soberano decida en donde ganó Morena (seguramente en todos los lugares) y donde no.
Creo que, con lo dicho, y conste que faltan muchas cosas, ya lo tenemos claro.En nuestro país, sino luchamos a partir de este momento, con decisión y vigor para defender nuestra democracia, el monopolio del poder será una realidad para México. A los monopolios políticos se les conoce simple y sencillamente como dictaduras. Yo no estoy dispuesta a ver eso.
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