En la Delegación Cuauhtémoc, los índices de criminalidad se han incrementado desde que está al frente Ricardo Monreal. Los datos son espeluznantes y casi todos tienen que ver con la delincuencia organizada y su presencia en varias regiones de la demarcación, no sólo en en la colonia Condesa; mientras varios funcionarios, incluido el segundo más importante de la delegación, son señalados por palmarias irregularidades (como la de portar 600 mil pesos en efectivo sin poder demostrar el origen del dinero o como la reunión fastuosa que ese mismo funcionario organizó para celebrar su cumpleaños). ¿Y qué dice de todo esto Monreal? Dice lo mismo que el líder principal de Morena cada que recibe cuestionamientos, o lo mismo que acusa la prensa militante cuando se le critica: que todo esto es una campaña para desacreditarlo.
Dos periodistas, amigos míos muy queridos, han sido amenazados por esa delincuencia que actúa impunemente sobre todo en aquella región de la ciudad: Rafael Pérez Gay y Héctor de Mauleón, mientras varias groseras marionetas que se ostentan como intelectuales guardan silencio igual que la prensa militante u ONG que sólo defienden la libertad de expresión de sus compañeros de causas; incluso cuando Héctor recibió la primera amenaza, un enano por su inteligencia pequeña se burló, me refiero a Fabrizio Mejía. ¿Qué dicen todos ellos de que las oficinas de la editorial Cal y Arena han sido asaltadas dos veces en las últimas semanas? Nada. No dicen nada (ahora están ocupados difundiendo listas de nombres para embarrarlos de insidia).
La respuesta de Ricardo Monreal es inaceptable. Nada de que todo esto es un complot en su contra para acabar con su aspiración para gobernar la ciudad de México. Hay irregularidades de gran calado y tiene la responsabilidad de responder; su obligación, porque para eso se le paga, es enfrentar las amenazas contra nuestros colegas y, por supuesto, procurar por la seguridad de los habitantes de la demarcación.
¿Complot? Mis huevos