A López Obrador no le gusta por ningún motivo dejar la plaza vacía.
Su presencia en redes en pleno contagio muestra un talante en el que queda la idea de que todo gira en su entorno, parece asumirse como eje casi único. Si bien se entiende desde la perspectiva política su insistencia de no dejar de estar, una pausa ante la sociedad puede ser una enseñanza colectiva de cómo hay que comportarse en medio de la situación que se está viviendo, la cual es similar a la de cientos de miles de personas quienes no tienen accesos favorables para enfrentarla.
La gran popularidad del Presidente lo convierte en un referente para millones de personas. Lo que hace y dice se convierte en muchos casos en el modelo a seguir y si alguien lo sabe es él mismo y quienes le rodean.
La circunstancia que se está viviendo ante Ómicron obliga a tomar medidas drásticas, a pesar del reconocimiento de que la variante es menos grave en comparación a las anteriores.
Uno de los problemas que tenemos para enfrentarla está en que sólo el 56% de la población tiene la dosis completa, lo que significa que muchas personas estén expuestas. El Presidente debe tener claro lo que significa estar vacunado, las dos dosis y el reforzamiento han atemperado de manera significativa los riesgos; vacunarse es el nombre del juego.
La pausa le podría venir bien al Presidente, aunque esté ya visto que no se la va a dar. Hay muchos asuntos que rondan entre nosotros en los que el Presidente juega un papel preponderante; sin embargo, desde varios ángulos no vemos al tabasqueño cambiando su estrategia personal ante la pandemia y otros asuntos.
Es un enigma por qué se ha empecinado a negarse a usar el cubrebocas y en permitir el cúmulo de contradicciones del vocero, las cuales ya lo han alcanzado; ayer bien pudo evitar el tema de háganse caricias, pero con cuidado.
Siendo que el Presidente está viviendo un segundo contagio presumimos que, por más que esté bien atendido, no la ha de pasar del todo bien. En medio de un proceso en que su salud es por el contagio, eventualmente precaria, quizá sea buen momento para poner en el radar lo que viven millones de personas y las innumerables carencias bajo las cuales enfrentan a Ómicron.
La experiencia le ha enseñado a millones de ciudadanos a entender lo que nos puede pasar, 500 mil muertos van dejando una secuela dolorosa y profundamente triste.
No tiene sentido buscar elementos para minimizar el momento que estamos viviendo. La razón central está en que en un país con tantas diferencias sociales y económicas la forma en que se enfrenta al virus tiene matices.
Si bien los sistemas de salud van respondiendo, sobre todo, por un menor número de hospitalizaciones en comparación a lo que pasó hace un año, es importante considerar cómo se han venido presentando problemas profundamente serios para millones de trabajadores.
Muchos de ellos no saben bien a bien si están contagiados por lo cual acuden a los centros de salud para que les den un diagnóstico sobre su estado de salud, en medio de la confusión de si es “gripita” o “covidcito”.
Han dejado de ir a trabajar, porque se les ha recomendado que se aíslen en caso de que sientan síntomas tipo gripe, en tanto que en sus centros de trabajo les exigen un justificante y en caso de no presentarlo no les pagan.
Los centros de salud se han convertido en el medio para que los trabajadores tengan un documento que justifique el porqué de su ausencia, ahí una de las razones por las cuales se han visto saturados.
Es un momento en que el Presidente tiene que hacer un acuse de recibo. Lo debe hacer por su proyecto, por él y por millones de personas.
RESQUICIOS
No quedó claro cuál fue la responsabilidad de Delfina Gómez en el caso del dinero que se pedía a los trabajadores de la alcaldía de Texcoco cuando ella era su titular, lo cual investigó y dictó sentencia el TEPJF. Las cosas no pueden quedar en los terrenos de aquí no pasó nada.
Este artículo fue publicado en La Razón el 14 de enero de 2022. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.