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martes 03 diciembre 2024

¿Qué pasará si Estados Unidos abandona el TLCAN?

por María Cristina Rosas

No es lo mismo un Presidente ignorante que un Presidente ignorado. Lo primero es frecuente, lo segundo no. En los sistemas políticos presidencialistas, el primer magistrado es el funcionario público de más alto nivel, el que representa a la nación, su imagen a los ojos del mundo. Por eso llama profundamente la atención el caso de Donald Trump, ignorante de las normas más elementales de la política nacional e internacional y ahora también, cada vez más ignorado hasta por sus allegados.

En la semana que recién terminó, Trump despotricó, como de costumbre, contra México, primero al afirmar que la construcción del multicitado muro fronterizo se justifica por los altos índices de criminalidad en la República Mexicana. Poco después, la emprendió en contra de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuando sostuvo que se trata de un proceso muy difícil y que Estados Unidos podría retirarse del mismo. En otro contexto, ello habría colapsado al peso mexicano frente al dólar y los mercados financieros se habrían estremecido. Sin embargo, nada de eso ocurrió. Ya nadie le cree a Donald Trump. Le está pasando lo de aquel cuento en que un pastorcillo denunciaba ante la comunidad, falsamente, que un lobo lo acechaba. Lo hizo varias veces y la comunidad acudió en su auxilio. Pero llegó el día en que los lugareños entendieron que el chico les tomaba el pelo y optaron por ignorarlo. Por ello, el día en que un lobo efectivamente lo atacó, el pastorcillo se quedó solo, pidiendo ayuda.

La falta de credibilidad en el Presidente estadunidense es más evidente en la medida en que mientras él pasa mucho tiempo enviando twits, mientras sus equipos de trabajo, incluyendo al que participa en la renegociación del TLCAN 2.0, siguen trabajando. Es verdad que cuando recién se instaló en la Casa Blanca, una de sus primeras acciones de su gobierno fue retirar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). Lo hizo, argumentando que los tratados comerciales signados por EEUU no han traído sino desempleo a los trabajadores estadunidenses. Señalaba igualmente que estos tratados, en especial el TLCAN, no beneficiaban a Washington, toda vez que eran responsables del pasmoso déficit comercial que mantiene EEUU con sus principales socios comerciales.

Aquí la primera mentira de Trump: si los tratados de libre comercio son una de las principales causas del déficit comercial de la Unión Americana: ¿cómo explicar lo que sucede con la República Popular China (RP), su primer socio, con el que no tiene suscrito ningún tratado comercial, pese a lo cual enfrenta un gigantesco déficit del orden de los 347 billones de dólares? Y ¿qué decir de Japón y Alemania, cuarto y quinto socios comerciales, respectivamente, con quienes tampoco tiene tratados de libre comercio y, sin embargo, presenta un déficit por 68. 9 y 64. 8 billones de dólares, respectivamente?

Es verdad que cuando el TLCAN entró en vigor el 1° de enero de 1994, Estados Unidos tenía una relación comercial superavitaria con México que ascendía a 1 349 millones de dólares. Un año después, esa relación se invirtió, y el déficit que enfrentaba la Unión Americana con los mexicanos fue por 15 808. 3 millones de dólares –aunque hay que recordar que, en ese año, tras el efecto tequila, México restringió sus importaciones y la devaluación hizo competitivas sus exportaciones. Con todo, el déficit no ha parado de crecer y hacia 2016, México, tercer socio comercial de Estados Unidos, tenía una relación superavitaria con su poderoso vecino, por 63. 2 billones de dólares, cifra inferior a los superávit mostrados por Japón y Alemania, y ciertamente muy por debajo de la RP China. Por lo tanto, así como EEUU despotrica contra México, se esperaría que hiciera lo propio con los países referidos. Pero no ocurre así, muy posiblemente porque, al no tener tratados de libre comercio con ellos, no cuenta con los mecanismos para acceder a los mercados de esas naciones en condiciones preferenciales, lo que encarece los productos que les vende.

Dicho esto, ¿es factible que EEUU se retire del TLCAN? Y de así hacerlo, ¿qué consecuencias tendría este hecho? La posibilidad de denunciar el TLCAN existe, no sólo para EEUU sino también para México y Canadá. Con todo, siendo EEUU un Estado corporativo en sí mismo, abandonar un instrumento que claramente beneficia a la Unión Americana, es un contra sentido.

De entrada, el TLCAN hizo más interdependientes a las economías de los tres países, tanto por el aumento del comercio como también de las inversiones. Con la eliminación de las barreras al comercio, diversos productos transitan todos los días en distintas fases de su elaboración por las fronteras de los tres países, hasta que finalmente son terminados para su venta final en alguno de ellos, o en el resto del mundo. Lo que es un hecho es que aquel país que decide retirarse del TLCAN deberá entender que el trato nacional que recibe, se esfumaría, elevando así los costos de los productos, lo que a su vez, aumentaría los precios de los mismos en el mercado norteamericano y el resto del planeta.

México y Canadá son, entre los principales socios comerciales de EEUU, quienes tienen las tasas más altas de integración intra-industrial con EEUU. De los productos que Canadá vende al mercado estadunidense, el 25 por ciento tiene contenido estadunidense. El caso de México es similar, sólo que las exportaciones que envía a EEUU, tienen un 40 por ciento de contenido estadunidense.

Cuando decidió retirarse del TPP, Estados Unidos se cerró las puertas al deslindarse de una importante iniciativa desarrollada por su antecesor, Barack Obama, para que, países seleccionados de la región de Asia-Pacífico, concertaran acciones encaminadas a enfrentar el desafío que la RP China les plantea. Así, con esta decisión EEUU perdió y, en contraste, Beijing ganó.

Los tiempos no son los más idóneos para una estrategia neoproteccionista como la que sugiere Trump. La Ronda de Doha de negociaciones comerciales multilaterales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se encuentra estancada desde hace casi 18 años. Por lo tanto, las negociaciones comerciales multilaterales están en poco menos que punto muerto y no se percibe que puedan sortear el desafío que enfrentan en el seno de un organismo internacional que, pese a su juventud (nació en 1995), semeja a un enfermo en etapa terminal De lo anterior se desprende que un EEUU fuera del TLCAN estaría condenado a una especie de aislamiento comercial, lo que le costaría empleos, abonaría a una crisis económica y, por supuesto, elevaría su déficit comercial, al enfrentar barreras de nuevo tipo al intentar el acceso a dichos mercados.

Si EEUU se retirara del TLCAN debilitaría su posición en América del Norte, no sólo al enviar la señal de que no es un socio comercial confiable, sino también de cara a los procesos de regionalización que acontecen en otras partes del mundo, especialmente en Asia. También sería un duro golpe a la red de tratados comerciales que EEUU tiene con diversas naciones del mundo, incluyendo a Omán, Perú, Corea del Sur, Panamá, Marruecos, Bahréin, Australia, Centroamérica y la República Dominicana, Colombia, Chile, Jordania y Singapur.

Por supuesto que hay vida después del TLCAN y aun cuando la renegociación del TLCAN 2.0 fracasara y Washington denunciara el tratado de 1994, el comercio no podría interrumpirse, aunque sí cambiaran las condiciones de acceso a los mercados de México y Canadá, situación que sería devastadora para las empresas estadunidenses con presencia en ambos mercados.

Está visto que Trump ensucia prácticamente cualquier negociación en curso al emplear de una manera tan irresponsable una red social como twitter para “transmitir su mensaje.” Se entiende que sus propuestas y comentarios son tan inverosímiles que, al final del día, él mismo sienta las bases para ser ignorado.

Este escenario con un Trump tan acostumbrado a la polémica, es algo que, en el mundo político, puede resultar muy costoso. Tal vez en su etapa de histrión en Hollywood, pudo, con esa estrategia, obtener lo que deseaba. El propio Trump reconoce que nunca que imaginó que ser Presidente de EEUU fuera algo tan complicado. Ahora sostiene que la renegociación del TLCAN 2.0 es algo tan difícil que lo mejor es tirar la toalla y que la Unión Americana salga del tratado. Pero tal vez, si le resulta tan difícil la encomienda que le dio el pueblo estadunidense en los comicios de 2016, ¿no sería más lógico que claudicara y cediera la palestra a alguien menos ignorante e ignorado?

Todo lo dicho no exime a México de contar con un plan B, en el que la correcta utilización de los tratados de libre comercio que ha suscrito con diversas naciones del mundo, algunas de ellas, grandes potencias comerciales, puede ser crucial. Otra cosa que México y los negociadores del TLCAN 2.0 deben hacer, es demandar de sus contrapartes compromisos por escrito, de manera que sea más difícil para Trump echar abajo con un twit algo tan importante -y delicado- como el acceso a los mercados de sus socios en condiciones preferenciales.

 

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