Esta entrevista se publicó originalmente el 7 de enero de 2015
Entrevista a Juan Ignacio Vázquez
Video con la entrevista completa al final del texto.
¿Cuál es tu primer acercamiento a estos temas?
Yo empecé a hacer mi tesis doctoral en 2002, y ya lo que más me atraía eran los objetos o productos conectados. El poder hacer todo mucho más inteligente. Muchas veces hablo del efecto Disney, que los objetos inanimados adquieren vida. Antes era ciencia ficción, pero ahora muchos de los productos que nos rodean tienen esas características.
Me acuerdo que en 2006 hice un paraguas conectado a Internet, que te avisaba si llovería, y te lo decía de viva voz. Tenía un sintetizador de voz incorporado, conectaba a la predicción del tiempo en Internet y la interpretaba. Y también un tiesto inteligente que te decía si tenías que regar la planta en ese momento porque la tierra estaba seca. Entonces hice la tesis doctoral basada en varios productos inteligentes, de los muchos que ahora tenemos en el mercado, pero que entonces eran conceptos.
¿Cómo definirías el Internet de las cosas?
Podríamos decir que el Internet de las cosas es una red global de objetos. Productos físicos que están conectados a Internet e intercambian información entre ellos con otros servicios de Internet, y en muchos casos se comunican con personas. Es decir, en el caso del paraguas, accede a un servicio de Internet, que es la predicción del tiempo que luego le presta un servicio a una persona. O un sistema de seguridad en mi hogar que si detecta una entrada a una hora que no es la habitual, puede, a través de Internet, enviarme una alerta en una aplicación de mi móvil.
Lo estamos viendo como un todo conectado. Es muy interesante, aunque no tenemos muchos ejemplos precisamente porque cada fabricante intenta cerrar su campo. Pero que los objetos hablen entre sí siempre con el objetivo de crear un ambiente mejor para el usuario… Por ejemplo en una problemática: que un usuario se ha caído y está inconsciente en el suelo. Los diversos usarios lo pueden detectar, no porque uno lo hace, sino por una unanimidad entre ellos. Sería una aspecto muy interesante, pero en este momento no hay estándares de interconexión suficientemente avanzados como para que los dispositivos tengan un lenguaje común y estén de acuerdo.
Ya alguna vez has dicho que el concepto mágico está presente desde la antigüedad pero ahora se materializa por su tamaño y precio.
Efectivamente, está presente siempre en la humanidad. Siempre ha habido objetos que han sido más inteligentes que algunas personas o que dotaban de poderes o inteligencia a las personas. Esa magia, ahora gracias a la tecnología, se hace realidad; muchas veces yo hablo del espejo mágico de Blanca Nieves, que ahora es el smartphone. Le hacemos preguntas, de viva voz nos responde. No nos damos cuenta de esa similitud porque lo hemos asumido de una manera muy gradual, muy sencilla. Al igual con las escobas que barrían solas, tenemos ahora escobas barredoras automáticas. Vamos a tener dentro de poco vehículos que nos lleven también de un lado a otro sin que tengamos que conducirlos.
La ciencia ficción deja de serlo cuando la tecnología consigue llegar a ese punto de ficción. Pero qué duda cabe que si enseñásemos un smartphone a una persona o un ciudadano de hace 20 ó 25 años, le parecería increíble. De hecho, hay muchos testimonios de que cuando salió iPhone, el primero de los smartphones “mágicos”, cuando lo compraba un padre de familia y un niño lo cogía, le decía “por favor déjame otra vez el teléfono mágico ese que tenías”. También es “mágico” el darle al interruptor y encender la luz para alguien de hace 200 años, pero cuando ya nos habituamos a ello, deja de ser “mágico”.
https://www.youtube.com/watch?v=5i4SnP1hSuI
Fotografías y video: Daniel Trujillo
Edición: Edson Caballero