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Por: Adrián Núñez

Introducción

No es un secreto que López Obrador llegó a la presidencia prometiendo un gobierno diferente. Pretendía la transformación en comparación a las administraciones predecesoras del PRI y PAN. Sin embargo, a cinco años de su gestión, México contempla un panorama desastroso en cualquier sector. Una de tantas estampas que demuestran un pésimo mandato, es el sistema de salud.

El presidente de la república aseguraba el derecho a la salud para todos los mexicanos durante su toma de protesta en aquel lejano 2018. Falsas y vacías promesas; el sexenio está por terminar y solamente dejó un enorme desabasto de medicamentos, ausencia de personal médico capaz y cada vez menos personas tienen acceso a un servicio digno. 

Conforme avanza el sexenio, menos dinero es destinado al bienestar de la población, una decisión que exhibe la pésima gestión de Andrés Manuel López Obrador.

I. Trasformación = Decadencia

El sistema de salud público en México nunca se ha caracterizado por ser de calidad, a pesar de ello han existido iniciativas que pretendían cubrir las necesidades de los mexicanos. 

El Seguro Popular fue un claro intento de acercar los servicios médicos a la población, particularmente a aquellas personas que cuentan con un trabajo informal. No era necesario ser derechohabiente y durante su operación buscó reducir el gasto de servicios médicos. Desde su creación en 2003, el proyecto demostró ser una alternativa eficaz para la ciudadanía, a pesar del buen resultado, no tardaron en llegar las denuncias sobre malos manejos del dinero público.

Tan solo en 2017, durante los últimos años de la administración priista encabezada por el expresidente Enrique Peña Nieto, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), documentó que alrededor de 2 millones 700 mil habitantes de la Ciudad de México se encontraban afiliados al Seguro Popular, además de realizar más de 2 millones 600 mil consultas ese mismo año.

A pesar de sus errores, es un hecho que gran parte de la población mexicana se beneficiaba del Seguro Popular. Se trataba de una institución que necesitaba pulirse y atender de manera inmediata las denuncias sobre desvío de recursos. 

Afiliados y consultas realizadas por el Seguro Popular en la Ciudad de México durante 2017

¿Qué hizo con este proyecto el gobierno de López Obrador?, en lugar de corregir y mejorar, desmanteló sin medir consecuencias. En octubre de 2019 el presidente de México anunció la desaparición del Seguro Popular y lo reemplazó por un nuevo organismo llamado Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (INSABI), que entró en funciones el 1 de enero de 2020.

Dicho instituto prometía corregir todos los tropiezos de su antecesor, sin embargo, luego de tres años de gestión, demostró ser un desastre que, en lugar de brindar soluciones, incrementó los problemas. 

Ficha de Monitoreo del Programa Institucional del Instituto de Salud para el Bienestar. Se muestra una disminución de equipos para Rayos X

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) demuestra que, desde la creación del INSABI, ha disminuido la atención médica para los ciudadanos que no cuentan con seguridad social. Así mismo, se señala una decadencia en el surtimiento de recetas médicas, así como un rezago en el equipo para la realización de rayos x y ultrasonidos.

 El CONEVAL indica un retroceso evidente en el sector salud a partir de la creación del INSABI. El instituto de Salud para el Bienestar atendió en 2020 a 27 mil capitalinos, cifra bastante pequeña si se le compara con los más de 2 millones que llegó a cubrir el Seguro Popular durante la administración anterior en la misma zona.

La llegada de una nueva institución que supliría al Seguro Popular fue un desastre, se contó con una pésima planeación, así lo demostró el desabasto de medicamentos, la precariedad de los equipos médicos y la disminución de mexicanos con acceso a una salud digna. Sin embargo, la única hazaña que presentó el INSABI, fue la centralización del presupuesto público para su distribución.

Frente al absurdo papel del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar, el pasado martes 25 de abril, el grupo político Morena presentó una iniciativa que pretende reformar la Ley General de Salud (una vez más), ahora con la finalidad de eliminar dicha institución que jamás cumplió con sus objetivos. De esta manera, cederá sus labores al IMSS-Bienestar.

El Servicios de Salud del Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar (IMSS-Bienestar), es un organismo descentralizado creado en 1973. Con el paso de los años cambia de nombre según del presidente en turno, tiene la finalidad de atender a las comunidades más pobres y abandonadas del país, mismas que no pueden contribuir al sistema de salud.

Durante 2020, el INEGI señaló que el IMSS Bienestar brindó sus servicios a 21 mil 158 personas en la Ciudad de México. Se trata de una cifra precaria en comparación a las personas que fueron atendidas por el INSABI ese mismo año (27 mil). La diferencia aumenta cuando se recuerda que el Seguro Popular logró brindar atención médica a más de 2 millones de mexicanos durante sus últimos años de gestión.

El INEGI Demuestra que en 2020 solo el 0.3% de la población capitalina es derechohabiente del IMSS BIENESTAR

El rezago es evidente, la mala planeación afecta directamente a la población. Tan solo en la CDMX los datos demuestran que cada vez más personas se quedan sin el derecho a la salud, un claro retrato de lo que se sufre en todo el país. 

Se eliminó el Seguro Popular para establecer el INSABI y al igual que este gobierno, su pésima planeación lo sepultó. Por su parte, el IMSS Bienestar tiene la tarea de abastecer los medicamentos necesarios, mejorar los equipos y brindar personal médico de calidad, ¿Está cumpliendo con su objetivo o al igual que toda la administración de López Obrador, su transformación evidencia su decadencia?

II. Impacto y perspectiva; la decepción

Los datos demuestran la decadencia del sistema de salud, se trata de un problema que consterna y enfurece a la población mexicana. Diabéticos sin insulina, pacientes recién operados sin medicamento de continuidad, falta de equipo, ausencia de médicos especialistas y demás contratiempos que enmarcan la ineptitud de la administración que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

El presidente de México justifica las carencias objetando que su gestión no despilfarra dinero público y permanecen en austeridad. Sin embargo, el supuesto plan de moderación económica que minimiza el dinero destinado al sector salud, obliga a personas como la señora Carmen Lucia Muñoz, derechohabiente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), a comprar sus propios medicamentos en farmacias particulares porque el hospital La Raza, no le puede surtir su receta tras una operación.

“Hace quince días me operaron porque mi vista fallaba y no me han dado el medicamento que necesito para mis ojos. Son unas gotas, las tuve que comprar. Me costaron $700 pesos”, explicó Lucia Muñoz.

Las quejas por falta de medicamentos son palpables desde fuera de los hospitales, clínicas y centros de salud capitalinos. Es el caso del adulto mayor Ernesto Flores Castro, también afiliado al IMSS, al ser diabético ha sufrido a causa de la escasez de insulina en el sector público y es bastante puntual en su reclamo: “Esta administración es la primera a la que le faltan tantos medicamentos. Cuatro meses nos han dejado sin insulina a los diabéticos por quitar el cuadro básico de medicinas”.

“Gatell, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, no sirve para nada. Y el presidente se hace o es su cuate, pero ya lo hubiera quitado”, remarca Ernesto como una víctima más de un seguro social decadente.

La reiterada promesa del mandatario federal sobre un sistema de salud de primer mundo “como el de Dinamarca”, se ve constantemente opacada por la realidad. La falta de insumos médicos se trata de un caso nuevo y constante, se repite en varias partes de la capital. Así lo demuestra José Antonio Cierra Sanchez, quien trabajó durante 28 años en el IMSS y nunca había visto un panorama semejante al actual: “Hace tiempo había menos problemática en cuanto atención médica. Una situación diferente, sin problemas con los medicamentos”.

“El contratiempo existe en los hospitales. Me tocó que el neurólogo me recetó el medicamento y en ese mismo hospital del IMSS me dijeron que no había. Me querían dar un vale para canjearlo en otro lado. Terminé comprando yo el medicamento”, contó José Antonio, un tanto molesto por no tener acceso a una salud digna y gratuita como en años anteriores. 

“Antes no había ese problema. A mí me tocó ver en muchos hospitales, si no había el medicamento, lo buscaban y te lo daban. Existía mayor eficiencia antes”, con decepción finalizó su comentario.

El ejercicio comparativo ayuda a demostrar el cambio, en este caso, la transformación hacía la destrucción de un sistema público. Todas las instituciones que cubren el sector salud fueron afectadas y con ellas los mexicanos, así lo describe María Teresa Navarrete, jubilada como asistente medica luego de prestar su trabajo en el IMSS durante más de 25 años.

“El sistema de salud no es eficiente, no es suficiente a comparación de años anteriores. Y no solo hablado del IMSS, también hablamos del ISSTE y del Seguro Popular, eran instituciones que te resolvían tu problema de salud al momento, ahora ya no. Esperamos que logren cambiar el servicio y atención que se le da a todos los derechohabientes”, confesó Teresa Navarrete como una clara observación a la decadencia.

La zona metropolitana no se queda fuera del radar y hace un recordatorio; todo el país sufre por la mala ejecución del gobierno encabezado por López Obrador. Si bien, incluir un paralelismo es útil, de la misma manera es prudente indagar el problema desde dentro.

El hospital general de Chimalhuacán ‘90 camas’, ubicado en la zona oriente del Estado de México, padece deficiencias que los mismos trabajadores reportan. La instalación cuenta con una decadente zona de especialidad médica dedicada al embarazo, el parto y el puerperio, incluyendo situaciones de riesgo que requieran de una intervención quirúrgica.

“A las mujeres embarazadas que llegaban en la madrugada con una urgencia o dilatación en etapa avanzada, se les advertía que pasarían a consulta, sin embargo, en el turno de la noche no contamos con el médico cirujano ni con el médico pediatra, por lo que tendrían que trasladarse a otra clínica para aliviarse o atender una urgencia mayor”, explicó una enfermera en el área de triage obstétrico del hospital 90 camas.

La misma auxiliar medica detalló que, en el mismo piso de pediatría, no cuentan con los instrumentos necesarios para dar una atención de calidad a los recién nacidos: “Muchas veces las enfermeras tenían que comprar de su bolsillo, con el dinero que ellas ganan, oxímetros especiales para pacientes bebés. Incluso entre las mismas compañeras se tienen que estar prestando las herramientas de trabajo para atender correctamente a esos pacientes neonatos”.

Como si no fueran suficientes contratiempos, el nosocomio general de Chimalhuacán también padece la falta de personal. “De médicos generales ya está lleno el hospital, hacen falta médicos especialistas. Las zonas de pediatría, odontología, cuidados intensivos, entre otras, están muy abandonadas en ese sentido”, remarcó la enfermera pediatra. 

Los testimonios y experiencias demuestran que, desde recién nacido, si eres ciudadano mexicano padecerás de un sistema de salud mediocre, resultado de una gestión sin rumbo. Los mexicanos enfrentamos todos los días las consecuencias de una pésima gestión.

III. Conclusión 

Si no es al bienestar de los mexicanos, entonces ¿A qué le da prioridad este gobierno?, ¿En dónde está el dinero que anteriormente se destinaba al sector salud? Con la demostrada falta de medicamentos, falta de doctores, pésimo equipo y ausencia de inversión pública se comprueba la falsedad de las promesas realizadas por el presidente de México.

¿Regresarán los recursos necesarios para atender a la población?, o acaso el presidente y la próxima gestión seguirán negando el problema a pesar de que el mismo Instituto Mexicano del Seguro Social reportó en su Diagnóstico del Programa presupuestario E011 “Atención a la Salud” de 2021 que la tasa de mortalidad en nuestro país va en aumento, por culpa de una mala gestión del gobierno federal. 

México no cuenta con un sistema de salud como el de Dinamarca, los mexicanos ni siquiera contamos con una atención digna. En su lugar, tenemos a un mandatario que presumió de ser fácil gobernar, y se le hizo fácil dejar a diabéticos sin insulina. 

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