Hoy me quedé pensando en qué habría sucedido si el pobre Mario, que se sintió morir al ver a su mujer, María, con su amante, para después ser asesinado y que quedará el crimen impune, les hubiera dicho: “Tranquilos. Continúen en lo suyo. No quiero importunar.” Y se hubiese dado la media vuelta.
Mario, al tener un trabajo agobiante y mal pagado después de todo descuidó de manera involuntaria, quiero pensar, a María, quien ya se había hartado de hacer café y esperarlo para que llegara agotado. “Todos tenemos necesidades”, dicen por ahí y dijo, también, Abraham Maslow.
Pero también me preguntó: ¿María trabajaba? Si el “pobre” (aquí entrecomillo) Mario sólo tenía el nimio talento para conseguir un trabajo jodido, ¿por qué María no le dijo: yo también le entro? Y así Mario podría haber conseguido un trabajo menos demandante y entre los dos le atoraban sabroso para pasarla, en medida de lo posible, más sabroso aún. ¿Será que Mario era un machista que no le permitía trabajar a María? ¿O que María y Mario eran conformistas y se autovictimizaban para no hacerse cargo de sus responsabilidades propias por sus malas decisiones y prefirieron culparse el uno al otro? ¿Mario trabajaba en el sector turístico? Evidente es que Mario trabajaba en un bar y llegaba todo madreado a su casa.
¿Qué esperaba Mario y por qué no la vio venir? No lo sé. Sé que le atestaron una puñalada dolorosa en la frente; otra en el pecho que le liberó de ese dolor pues fue la que le mató.
No juzgo a María como la victimaria —si acaso fue cómplice— ni a Mario como la víctima (aunque en los hechos lo fue), ni creo que fue una “Cruz de navajas por una mujer”; más bien, pienso que se pudo evitar ese crimen si Mario hubiera sido prudente y realista y, también, si María no hubiese elegido, en su desesperación, de amante a un tipo violento y sanguinario.
Cosas así reflexiono cuando tengo hambre mientras escucho canciones en el lugar y espero mi orden.
Pobre María y pobre Mario.
https://youtu.be/xLgQ6AHZXAU