Hay un nido en el techo
del carro,
frágil con su apuesta
de retoño reposa esperando
el nacimiento de Venus.
¡Que mala suerte la de la vida!
Sin haber comenzado
inicia su movimiento
y aquel nido, es ahora
burlonas ramas a quietud
del mal tiempo.
En su trágico existir, sin
realmente hacerlo,
el retoño vivió la más hermosa
tragedia griega;
nunca fue nada, pero la promesa
de alas abiertas
aún reposa donde
destruyó su tiempo.