Las tres guías me sorprenden
sentado en el mismo lugar de siempre,
oportunas visitantes que recuerdan
el camino a seguir;
no esperaba verlas de nuevo,
recién aparecidas en el cielo
devuelven la vida previamente
arrebatada;
el cinturón alza la corriente,
blanco y azul brota de mi pecho;
seguir su camino lleva allá,
donde dicta el salmo de tierra prometida,
olvidaba a donde llevaban,
por eso me fallaba la diestra y
la lengua se pegaba al paladar;
ahora, en el cielo otoñal,
enaltezco mi alegría,
hacía meses extraviada.