Le envié una foto a mi padre,
pensé que sería un lindo recuerdo,
su sonrisa celebraba algún libro
acompañado por antiguos amigos;
de esos amigos ya no queda nadie,
el recuerdo de su isla les
terminó de consumir,
alguno se marchó con el ron
que se conectaba en vena,
el otro está en un hospital
con el corazón destrozado de nostalgia,
mi padre perdió su segunda tierra;
aquella isla tiene la maldita virtud
de perseguir más allá del mar
a quienes nacen
entre su hambre, entre sus palmeras.