El periodismo resulta herido cuando difunde supercherías, la astrología por ejemplo, en lugar de la astronomía, o sucesos “inexplicables” como la aparición de un supuesto iPhone en una pintura de 1937 (un engaño además, pues esto trata de hacer publicidad engañosa) o los efectos mágicos de los eclipses. Resulta herido también cuando prescinde de espacios para la ciencia y, en contraste, acude a temas como el profesor guapo que enciende las redes o selfies de perros que se vuelven virales. La prioridad del medio de comunicación lastima al periodismo cuando toda esa cháchara es más relevante que noticias relacionadas con los riesgos de la libertad de expresión o la defensa de otros derechos. Así, el periodismo pierde su función social y se vuelve escaparate para la desinformación y la frivolidad, o incluso para el sensacionalismo cuando, en el nombre de la profesión, se propalan imágenes cruentas sin contexto alguno o se dirigen las baterías sólo contra el enemigo de la causa, ya sea el poder o quienes buscan detentarlo.
Las audiencias son el soporte de ese periodismo herido. Amplias franjas sociales consumen el destino que le depara a los nacidos bajo este signo con el mismo fervor con que defienden al periodismo militante u oficialista. Es decir, las redes se encienden por los usuarios que miran el culomaltrecho por un photoshop mal hecho y con la misma socarrona profundidad con la que difunden noticias falsas (a sabiendas o nada más por ignorantes –son legiones-). Son los mismos que opinan sin saber o decretan sin el menos conocimiento de cualquier disciplina (y es que pensar implica un esfuerzo que los medios mismos no promueven) o los que queman en la hoguera a la política y los políticos porque los medios le ofrecen eso, precisamente, un cadalso para defenestrarlos al mismo tiempo que les da una fuente de purificación para que los consumidores de medios en verdad crean que los ciudadanos son la encarnación de toda la pureza y, por ello, solo víctimas de la política y los partidos. De esta manera se simplifica el entendimiento de los problemas sociales al fenómeno de la corrupción soportado por mujeres y hombres aviesos.
El periodismo resulta herido cuando sólo le da al público lo que pide y cuando el público casi siempre solo pide supercherías o cualquier otra cosa que justifique su ignorancia.