El pasado 17 de julio, los medios de comunicación en todo el mundo destacaron que el actor Kevin Spacey fue absuelto de uno de los cargos que enfrenta por abuso sexual, éste ocurrido a finales de 2017 luego de que un joven, Anthony Rapp, lo acusara de acoso y abuso sexual.
Recuerdo esos días. El Movimiento #MeToo estaba en apogeo, también Spacey, debido a su actuación en una de las series de tv más famosa hasta entonces (“House of Cards”) y ello dio más notoriedad a la noticia. Más aún, ésta fue aprovechada políticamente por muchos de los integrantes del #MeToo (y sus proclamas de creer a la víctima ofrezca pruebas o no: “Yo sí te creo”) y los medios de comunicación que resaltaron el tema y, muchos de ellos, dieron su veredicto como si fueran jueces (para complacer al mercado inquisitorial, también). Ante la presión (y, naturalmente, también para complacer al mercado, Netflix despidió al protagonista de “Belleza Americana”).
No había duda, o casi, y muy pocos repararon en la defensa de Spacey ni en que muchos de sus compañeros de trabajo; incluso la coestelar de “House of Cards”, Robin Wright, dijo que no vio una actitud inapropiada del actor (digamos que la única diferencia que tuvo, y no con él fue cuando exigió el mismo sueldo que Spacey. El gran público apoyó a Rapp, los matices quedaron relegados y la sentencia quedó afianzada en la memoria. Ahora mismo, cuando los jueces absolvieron a Kevin Spacey, varios medios en el mundo distorsionan la noticia y dicen que el acusador se desistió (y así cualquiera puede pensar en la existencia de un acuerdo extrajudicial) cuando, en realidad, no quiso presentar el móvil que él tenía el día en el que se habrían dado los hechos y que lo desmentían. Digámoslo con todas sus letras: el acusador no tenía disposición ni credibilidad.
¿Qué tan fuerte fue el veredicto de culpabilidad en los medios y por el #MeToo contra Kevin Spacey?, ¿será tan vigoroso que estará rezagada su absolución? No lo sabemos. Lo más probable es que sí, el veredicto asociará al actor con un caso de acoso y abuso sexual. Aún hay, según los reportes de los medios, otras acusaciones, ya veremos su desenlace, pero lo que vale la pena subrayar es que, al menos en este caso, Kevin Spacey es una víctima de la ola políticamente correcta y los medios de comunicación.