domingo 07 julio 2024

Editorial: El presidente está enfermo y decrépito. Debe serenarse

por Marco Levario Turcott

CIUDAD DE MÉXICO, 25ENERO2022.- Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. FOTO: GALO CAÑAS/CUARTOSCURO.COM

La idea de un presidente incansable, en ruedas de prensa y giras. La idea de un mandatario omnipresente con empresarios, trabajadores y campesinos. Pendiente de todas las gestiones del gobierno y de todo lo que hacen los órganos autónomos. La idea de un presidente que no se cansa, sonriente, con esa mueca burlona que señala que él esta bien y de buenas y que, feliz, feliz, determina la agenda, escribe libros, convive con el pueblo. Todo eso poco a poco se ha ido diluyendo.

En contraste, la imagen que se está imponiendo es la de un hombre cansado y repetitivo, sin la magia de antes cuando era candidato o al principio de la presidencia cuando gobernó como si fuera candidato. Él cree que la necedad es virtud pero cada vez más gente entiende que la obcecación proviene de la soberbia y el autoritarismo para hacer política. El no somos iguales de antes ahora choca con la realidad porque él y los suyos son iguales o peores que los de antes. Ya no parece candidato ni presidente sino el jefe de una mafia.

Los adjetivos que usó para atacar a los otros ahora le llueven en la cara como cascada, entre lo que dijo y ahora sostiene hay un hombre contradictorio que encuentra a otro enemigo tal vez más poderoso que todos: él mismo. Sí, es AMLO contra AMLO la expresión más habitual para criticar al Presidente. Entre lo que dijo ayer y lo que dijo hoy. Porque la realidad lo está poniendo en su lugar más que la oposición y la ciudadanía. La realidad económica, política y social que no puede cambiar mediante slogan o frases ocurrentes.

Recuerdan ese recurso de AMLO y sus seguidores cuando los criticamos: “¿Y qué hacías en el sexenio de Calderón o Peña”, pues cada vez se les revierte más frente a las preguntas: ¿qué hace el gobierno frente a los más de 100 mil homicidios durante su administración? ¿Qué hacen con los niños que padecen cáncer y no tienen medicamentos? ¿Con los pobres que cada vez son más pobres y que crecen en número? El presidente dice que todo va bien y sus seguidores lo replican. Pero la realidad está ahí, igual que la creciente corrupción que el presidente ignora y que, en cambio, justifica y defiende.

Desde luego, el poder que ha concentrado le da para perseguir adversarios y mantener a raya a muchos medios de comunicación para que repliquen su propaganda. Está en declive pero, vaya paradoja, en este tiempo ha concentrado mucho poder. No sabe cómo ejercerlo, no sabe porque es un animal político opositor, no un gobernante, mucho menos estadista. Un opositor que exigió democracia y que como gobernante la pisotea diariamente. Es otra vez el AMLO contra AMLO hasta embarrarse en la cara de millones de habitantes que de cualquier forma entonces como ahora es una amenaza para México.

El ganso se cansó, y ahora es él quien debe serenarse. Su mueca burlona es ahora un gesto de impotencia y enojo. Está cansado, ya no le alegran como antes sus baños de pueblo ni le alegra compartir con el pueblo la comida tópica de la región que visita. Se acabaron las tortas y las garnachas, los refrescos y las aguas de fruta. Ahora aparece frente a unos tamales que ni siquiera prueba. Como para decir que “No pasa nada”. Que sigue siendo el mismo, que está macaneando bien aunque es inocultable que también se disfraza de beisbolista.

El hombre progresista según su demagogia y la creencia de sus fieles, aparece como vulgar ansioso de poder que lo buscó por el poder mismo sin saber qué hacer después. Un sujeto misógino y ruin que le ha dado la espalda a movimientos sociales y a las mujeres también, a quienes acusa de linchamiento y de obedecer a causas inconfesables. Un hombre que tiene aún mucha presencia pero que está mirando el precipito que le espera. Porque sabe que su gobierno es un desastre y porque también sabe que está enfermó, cada día más. Ya no es el presidente que sonríe, ahora ese gesto parece un rictus de dolor.

Millones de mexicanos están padeciendo la atroz conducción del gobierno. Por donde se vea. Podríamos centrarnos en el aumento de los precios de bienes de consumo básico, en la violencia generalizada y entre ésta en los ataques a periodistas. Y qué decir de las víctimas de la pandemia. Millones de personas tienen, tenemos deudos, extrañamos a familiares y amigos que hemos perdido por cualquiera de esas situaciones descritas.

Lo que nos queda por ahora es seguir exhibiendo al hombre que quiso pasar a la historia como héroe y quedará en la historia como uno de los mayores obstáculos que México ha tenido que remontar. Un tirano con pretensiones de grandeza vencido por las convicciones de la democracia. Y, quizá sobre todo, por la propia realidad.

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