viernes 22 noviembre 2024

Recomendamos: ¿Cómo se originó el lenguaje y por qué “es un problema difícil para la ciencia”?

por etcétera

La gran mayoría de las especies que habitan nuestro planeta se comunican de alguna forma. Pero ninguna tiene algo que se asemeje al lenguaje de los humanos.

El lenguaje en sí mismo es bastante difícil de definir, ya que tiene, por ejemplo, expresiones transitorias que no dejan rastro, nunca es estacionario, cambia con el tiempo, es infinitamente flexible y casi mundialmente presente.

Lo cierto es que la complejidad de nuestro lenguaje, cualquiera sea el tipo que utilicemos, nos hace únicos. Nos permite interactuar con nuestros pares y nos habilita a hablar del pasado, del presente o del futuro y transmitir conocimiento.

“La información compleja inferida que compartimos se basa en el idioma, entonces es increíblemente importante”, dijo a BBC Mundo Wendy Sandler, profesora emérita de Lingüística de la Universidad de Haifa, Israel.

Sin embargo, pese a ser nuestra más preciada herramienta, sea escrita, oral, con señas, con silbidos o en cualquier de sus formas, aún sabemos muy poco sobre cómo surgió el lenguaje en los seres humanos.

Su origen y su evolución es una gran incógnita para la comunidad científica, tal vez la más difícil de todas, opinan algunos especialistas.

“Sabemos mucho más sobre el Big Bang de la física que sobre el Big Bang humano”, aseguró Morten Christiansen, profesor de Psicología y codirector del Programa de Ciencias Cognitivas de la Universidad de Cornell, en Nueva York.

Aunque existen algunas pistas…

¿Medio millón de años?

Si tuvieras que nombrar el idioma más viejo probablemente dirías el babilónico o el egipcio antiguo.

Pero estos no están ni de cerca en el comienzo de la historia del lenguaje, le dijo Maggie Tallerman, lingüista de la Universidad de Newcastle, en Reino Unido, al programa World of Mouth de BBC 4.

De hecho, estos lenguajes son fundamentalmente los mismos que sus versiones modernas, aunque sean considerados “idiomas antiguos” con 6.000 años de existencia.

Se cree que el lenguaje tiene al menos 50.000 años, pero la mayoría de los lingüistas piensa que es considerablemente más antiguo, y algunos estiman que podría tener hasta medio millón de años.

También es posible que pese a la diversidad de los diferentes idiomas que existen en el mundo, todos desciendan de un antepasado común.

Esto está respaldado en parte por la biología de nuestra evolución.

Según nuestra genética provenimos de una población relativamente pequeña en África. Aunque pudieron haber surgido otros lenguajes fuera de este grupo, los que tenemos ahora probablemente descendieron de modificaciones del usado por ese grupo.

Cuestiones físicas

Antes de empezar a describir las diferentes hipótesis que manejan los científicos sobre el origen del lenguaje en los seres humanos, es importante observar los fósiles de nuestros antepasados, ya que nos dan algunas pistas sobre cuándo comenzamos a hablar.

“Respiramos con un enorme control para hacer sonidos”, describió Robert Foley, antropólogo de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, al programa World of Mouth de la BBC.

Para hacer esto, debemos tener el control muscular de nuestro diafragma y este tiene muchos más nervios que el diafragma de nuestros parientes más cercanos, los simios -que no hablan.

Todos estos nervios implican que nuestra médula espinal sea un poco más gruesa en esa área y la columna un poco más ancha.

Los neandertales de hace unos 600.000 años tienen esta expansión en la columna vertebral. Pero si retrocedemos un millón de años hasta el Homo erectus, una especie anterior de humano arcaico, esta expansión no existe.

Eso nos da una especie de pista en el tiempo para saber cuándo los humanos comenzaron a usar el lenguaje, aseguró Foley.

Pre-adaptaciones

Existe cierto acuerdo en la comunidad científica con respecto a algunos pasos previos necesarios para el surgimiento del lenguaje.

Específicamente se habla de “pre-adaptaciones”, señala el estudio “Evolución del lenguaje: consensos y controversias”, publicado en la revista Trends in cognitive science en 2003.

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