La llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador, en México, y de Jair Bolsonaro, en Brasil, abrirá una etapa de “frágiles equilibrios” geopolíticos en América Latina y que no estará exenta de “tensiones” entre los dos países más influyentes de la región.
Así lo plantean expertos en relaciones internacionales consultados por Proceso, quienes coinciden, además, en que las “discrepancias ideológicas” entre los presidentes electos de México y de Brasil, y la complejidad de los problemas que deberán atender en sus respectivos países, anticipan una época de “poca relevancia” en materia de integración latinoamericana.
El izquierdista López Obrador, que asumirá como presidente de México el próximo 1 de diciembre, y el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien será mandatario de Brasil a partir de enero, coincidirán en el poder al menos los próximos cuatro años.
Ambos representan proyectos de cambio en sus países y ese sello se expresará a escala regional por el peso que tienen en el área ambas naciones. México y Brasil generan las dos terceras partes del PIB de Latinoamérica y concentran 53% de la población de la región.
Mientras que López Obrador ha planteado que la política exterior mexicana ha estado excesivamente orientada hacia Estados Unidos y que buscará reposicionar a México en el escenario latinoamericano, Bolsonaro desdeña mecanismos regionales de integración, como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Mercado Común del Sur (Mercosur), y quiere estrechar lazos con el mandatario estadunidense Donald Trump.
De hecho, a Bolsonaro –excapitán del ejército que se abrió paso en la política con posturas homofóbicas, racistas, misóginas y a favor de la tortura– se le conoce como “el Trump brasileño”, no sólo por sus comentarios altisonantes, sino porque ha expresado reiteradamente su admiración por el estadounidense.
En la otra orilla, López Obrador ha construido una carrera política con una agenda de marcado contenido social, incluyente y a favor de los derechos humanos.
“Son personajes contrastantes, de orientaciones políticas e ideológicas muy distintas, y sus visiones opuestas tarde o temprano se van a encontrar en el espacio geopolítico latinoamericano y van a crear mucha tensión”, asegura el profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes en Colombia, Víctor Manuel Mijares.
De acuerdo con el doctor en ciencia política de la Universidad de Hamburgo, esa tensión se va a expresar en el tema Venezuela, que estuvo muy presente en las campañas de ambos presidentes electos.
López Obrador fue atacado por sus adversarios políticos por sus supuestas similitudes con el fallecido exmandatario venezolano Hugo Chávez y porque haría de México “otra Venezuela”, un país que en los últimos cinco años ha perdido las dos terceras partes del PIB y en el que ya hay hambre.
Bolsonaro, en cambio, dijo durante la campaña que si los brasileños elegían al candidato del izquierdista Partido de los Trabajadores (que gobernó Brasil de 2003 a 2016), Fernando Haddad, el país acabaría como Venezuela. Además, ha llamado “tirano” y “dictador” al mandatario venezolano Nicolás Maduro.
El Grupo de Lima
Mijares considera que “la primera víctima” de las posturas contrapuestas que López Obrador y Bolsonaro tienen frente a Venezuela será el Grupo de Lima, creado el año pasado por 13 países latinoamericanos y Canadá para buscar una salida pacífica a la crisis venezolana y el restablecimiento del orden democrático en esa nación.
Los gobiernos salientes de México y Brasil, que forman parte del Grupo de Lima, han condenado la “represión” y el encarcelamiento de opositores en Venezuela y consideran “ilegítimas” las elecciones en las que Maduro se reeligió en mayo pasado. También han sido enfáticos en rechazar una salida militar a la crisis venezolana.
Los lineamientos que ha perfilado López Obrador sobre lo que será su política exterior no incluyen presiones al régimen de Maduro, a quien invitó a su toma de posesión este 1 de diciembre.
El canciller designado por López Obrador, Marcelo Ebrard, dijo que el gobierno entrante de México retomará el principio de “no intervención” en asuntos internos de otros países.
Para Mijares, esto supone que “México ya no tendrá una presencia activa en el Grupo de Lima”, y que Brasil, con Bolsonaro, impulsaría en ese foro posturas “más contundentes” contra Maduro.
“La crisis en Venezuela va a ser la piedra angular de la conflictividad y las tensiones que podríamos ver en América Latina con López Obrador y Bolsonaro”, afirma el experto en geopolítica regional.
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