Anagrama rescata 'Estrellas negras', los primeros textos africanos del reportero autor de 'Ébano', escritos en 1962.
La historia de África era la historia del gran cazador blanco, no la del león cazado. El gran conquistador europeo solía contar el continente como el espacio donde celebra sus cacerías, bebe sus gin tonics y se sienta en el porche de su casa colonial a ver atardecer sobre la gran sabana mientras escucha nocturnos de Chopin. Hasta que aterrizó en Ghana un tipo con entradas, vestido con trajes grises y zapatones de obrero, a la moda del pacto de Varsovia. Un tipo con poco dinero, una mirada humanista y mucho que contar. Su historia del león cazado titulada Ébano fue best seller. Se llamaba Ryszard Kapuscinski.
El reportero polaco había llegado en los años 60 para abrir una corresponsalía de la agencia nacional de noticias en Dar es-Salam (Tanzania). Durante aquellos años vivió 12 golpes de Estado, decenas de guerras, escribió miles de teletipos, se alojó en los hoteles más cochambrosos y fue condenado a muerte cuatro veces. El resultado de aquellos viajes iniciáticos, inédito hasta ahora en España, se publica bajo el título de Estrellas negras (Anagrama), un retablo de colonos decadentes, soñadores panafricanistas que leían a Lenin, espías de la CIA y asesinos sin escrúpulos que se convertirían en los señores de la guerra del futuro.
Aquella África estaba en plena efervescencia. El continente buscaba una nueva narrativa, nuevas banderas y nuevos líderes mientras el colonialismo daba sus últimos coletazos. El vacío de poder que dejaban aquellos blancos huyendo a toda prisa era disputado por los hijos de la aristocracia local que habían estudiado en las universidades europeas o estadounidenses. El Kapuscinski que se asoma a esos cambios no es aún el escritor consagrado que escribe Ébano en 1998. Es un reportero sin pulir, con menos kilómetros pero más frescura, no es un maestro sino un alumno inquieto, un culo de mal asiento. No es alguien que sabe, sino alguien que aprende. El resultado de aquel Kapuscinski primerizo quedó plasmado en dos libros, uno sobre Ghana y el otro sobre el Congo, que nunca fueron publicados. Los jirones de aquellos proyectos primigenios están en Estrellas negras.
En Ébano (1998), su obra maestra sobre África, el reportero exploraba desde aquel universo cambiante hasta los conflictos sangrientos de la década de los 90. En este volumen los vive.
La ventaja del reportero polaco es su versatilidad. Como no lleva un duro tiene que dormir en barrios pobres y en hoteles cochambrosos. Está en contacto con la calle y no metido en la burbuja de los expatriados, con su personal de seguridad y sus mitos, como el de que los congoleños están matando a los colonos belgas: "Bastaba con que sonara la palabra asesinar para que arrancase una oleada de colonos verdes de miedo". "Nómbreme una localidad en la que los negros hayan asesinado a un belga", pregunta el periodista. "No sabría nombrar ninguna", responde el blanco atemorizado.
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