En las redes sociales la mentira viaja mucho más rápido y llega mucho más lejos que la verdad. Si bien los bulos y la desinformación no son un fenómeno reciente, el auge de Facebook, Google y Twitter ha dado una nueva dimensión al problema, como prueban la investigación judicial en torno a la campaña electoral en Estados Unidos y los esfuerzos de los gobiernos europeos por adaptar la legislación a esta nueva realidad. En este contexto, la revista Science acaba de publicar el estudio más extenso hasta ahora sobre la difusión de fake news (noticias falsas) en la red, en el que se demuestra cómo una noticia falsa alcanza a miles de usuarios más que un contenido real.
Un grupo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) ha examinado la repercusión en Twitter de noticias cuya veracidad o falsedad había sido previamente corroborada por seis organismos de verificación independientes. Partiendo de esa base, analizaron un total de 126.000 artículos tuiteados por tres millones de personas entre 2006 y 2017, con especial atención a los contenidos que lograsen más retuits. Los autores descubrieron que las noticias falsas tenían un 70% más de probabilidades de ser retuiteadas y que su difusión alcanzaba a entre 1.000 y 100.000 personas, en contraste con las informaciones verdaderas, que raramente superaban la barrera del millar de usuarios.
La campaña de las elecciones norteamericanas de 2017 supusieron el punto álgido de la penetración de las noticias falsas en el devenir de las sociedades occidentales. Intoxicaciones, noticias falsas sobre el pasado de los candidatos, interferencia de servidores rusos de los que partía información falsa… El propio Donald Trump no se ha cortado nunca de señalar como tales a las noticias falsas, e incluso ha bautizado como los «medios de información falsa» a cierto sector críticocon su gobierno.
Esta dinámica está presente en todas las categorías de información y no sólo en las noticias políticas, aunque sus efectos sean hasta tres veces más pronunciados en este campo. Ciencia, salud, terrorismo, desastres naturales, sucesos o información financiera no escapan a la influencia de las fake news. “Los dominios más atacados son aquellos en los que hay más incentivos -políticos o financieros- y aquellos en los que las personas son más vulnerables por los sesgos sociales o cognitivos”, explica Filippo Menczer, profesor de la Universidad de Indiana y fundador del Observatorio de Medios Sociales. “Y la política encaja con ambos criterios”.
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