Respecto al señalamiento de plagio que se le hizo esta semana, Alejandro Gertz Manero, titular de la Fiscalía General de la República (FGR), publicó un desplegado en el que arguye que fue difamado y usa argumentos parecidos a los del vocero de Enrique Peña Nieto en situación similar. Por su parte, tras recordar las reglas para citar, el investigador universitario Guillermo Sheridan comentó que el plagio es una forma de corrupción.
Después de que el pasado martes Sheridan publicó el artículo “Gertz Manero, a la sombra del plagio”, en el que mostró fragmentos de obras de otros autores que fueron copiadas o mal parafraseadas por Gertz Manero en su libro Guillermo Prieto (Una biografía), y de que al siguiente día El Universal dedicara al asunto un editorial, el fiscal publicó en ese diario, en un desplegado, su réplica.
En su texto Gertz Manero da respuesta no a Sheridan sino al editorial del periódico, en el que afirma que el señalamiento de que no le dio crédito a dos autores es “falso, doloso y carente de toda ética periodística”.
A continuación justifica que el crédito a los autores cuyos fragmentos copió está en la bibliografía final (anexóla imagen correspondiente) de su obra, de la que recordó que publicó en 1967, “hace 54 años”.
La mera mención de los autores plagiados en la bibliografía final le parece más que suficiente a Gertz Manero, quien, a partir de ello, acusa al diario: dice que esa bibliografía fue soslayada “en forma engañosa por El Universal, dando lugar a la difamación de la que he sido víctima”.
Como la réplica fue publicada en un desplegado y no aparece en la versión en línea de El Universal (que no ha reportado periodísticamente la respuesta de Gertz Manero pese al seguimiento que le ha dado al caso), a continuación reproducimos el texto íntegro del fiscal.
“En su editorial de ayer, titulado ‘Plagiador favorecido’, señala que en mi trabajo de investigación sobre Guillermo Prieto, publicado en el año 1967 no le ‘di crédito a dos biógrafos anteriores’, lo cual es falso, doloso y carente de toda ética periodística en razón de lo siguiente:
“Cualquiera que conozca la forma como se construyen las biografías históricas de personajes del pasado sabe perfectamente que el trabajo de investigación respectivo se realiza mediante la búsqueda de fuentes indirectas que, a su vez, se nutrieron de otras que de manera sucesiva van obteniendo información anterior, sin que ello signifique plagio alguno; ya que ninguno de los biógrafos que sean contemporáneos a dicho personaje biografiado podría tener información directa de las costumbres, las características de personalidad, las tareas legislativas, o de cualquier otra índole, que hubiera realizado esa persona.
“Es una práctica reconocida en ese ámbito de investigación el señalar las fuentes bibliográficas de donde se tomaron diversos datos, pasajes y antecedentes, que es indispensable respetar en su esencia, como ocurrió en el caso de la obra biográfica ‘Guillermo Prieto’, de la cual fui autor en 1967 —hace 54 años—; y que fue publicada por la Secretaría de Educación Pública, en la que en su página referente a la bibliografía que fue utilizada señalo con absoluta claridad diversas fuentes, entre ellas, ‘Don Guillermo Prieto y su época. Estudio costumbrista e histórico del siglo XIX’ (Salvador Ortiz Vidales, Ediciones Botas, México, 1939); y ‘Vida y Obra de Guillermo Prieto’ (Malcolm D. McLean, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, México, 1960).
“Quienes en El Universal ocultaron la información bibliográfica referida y descalificaron un trabajo de investigación señalando, falsa y dolosamente, que no se le dio crédito a investigadores anteriores, cuando dichas fichas bibliográficas completas están establecidas con toda claridad, reconociendo la aportación de tales investigadores; lo cual fue soslayado, en forma engañosa por El Universal, dando lugar a la difamación de la que he sido víctima; y, para comprobar lo anterior, acompaño copia de la página bibliográfica completa, donde se señalan todos los datos de investigadores anteriores”.
Varios puntos importantes de la réplica de Gertz Manero coinciden con los que ofreció en agosto de 2016 un vocero de la Presidencia de la República, Eduardo Sánchez Hernández, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto cuando este fue acusado de plagio en su tesis de licenciatura en Derecho, lo que fue denunciado por Aristegui Noticias.
Entonces Sánchez Hernández respondió de la siguiente forma: “El licenciado Peña Nieto presentó esa tesis hace 25 años. Cumplió con los requisitos establecidos por la Universidad Panamericana para titularse como abogado.
“Por lo visto errores de estilo como citas sin entrecomillar o falta de referencia a autores que incluyó en la bibliografía son, dos décadas y media después, materia de interés periodístico”.
Las respuestas de Gertz Manero y del vocero del entonces presidente Peña Nieto coinciden en puntos relevantes: en el señalamiento de la antigüedad de sus textos, en pretender ignorar o menospreciar el importante asunto del entrecomillado en citas textuales, y en justificar el problema del plagio con la simple mención de los autores en la bibliografía, lo que, contra cualquier manual de métodos y técnicas de investigación documental, consideran que basta para evadir la falta.
“No es una respuesta”
Sin embargo, Gertz Manero no hace referencia directa al texto que dio origen a la discusión: “Gertz Manero, a la sombra del plagio”, de Guillermo Sheridan, quien, en entrevista radiofónica concedida a Carlos Loret de Mola, fue cuestionado sobre la respuesta del fiscal.
Sheridan negó que la de Gertz Manero fuera una buena respuesta y explicó las reglas académicas para citar las fuentes: “No es una respuesta porque, desde luego, en un libro, en la bibliografía que tiene una producción académica o cultural, deben estar presentes los nombres de las personas a las que un plagiario ha usurpado, ha saqueado. Me temo que es el caso. Claro que puedes poner los nombres en la bibliografía, pero si estás citando literalmente, si estás tomando las ideas directamente, con la misma, exacta, idéntica redacción, quizá cambiando aquí y allá un artículo o un adjetivo, si estás citando tu obligación como académico es ponerlo entrecomillado y poner en un aviso a pie de página quién es el autor de lo que está entrecomillado”.
Añadió: “Esto es un procedimiento normal y así debe ser en el mundo de los escritores, de los periodistas y de la información. Tiene uno que poner sus fuentes”.
Asimismo, dijo que del libro de Gertz Manero se debería hacer un trabajo como el que hicieron los investigadores que empleó Carmen Aristegui cuando señalaron el plagio de Peña Nieto en su tesis.
“Pero eso es lo de menos. En todo caso creo que hay plagio, y lamento decirlo —no es algo que me enorgullezca, de lo que yo me ufane—: es una pena porque los plagios son una cosa seria, una forma de corrupción. Es una forma de lesionar a la sociedad, no sólo a la academia, a la idea de que la vida social puede basarse en la verdad. Quien plagia agrede a la sociedad, ensucia la responsabilidad de pensar, debilita la inteligencia, forma mal a las generaciones al hacerles pensar que falsificar y mentir puede rendir tanto como el honesto esfuerzo. Es algo que abate la calidad de la enseñanza, atiza el cinismo general, etcétera. Es una cosa que no suele tener repercusión pública más que cuando se trata de alguien poderoso, pero es relevante subrayarlo”, dijo el investigador universitario.
Sobre la designación de Gertz Manero como investigador nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), el literato comentó: “Me parece muy lamentable que el SNI, que depende del Conacyt, haya creado una comisión especial, yendo contra todos sus reglamentos, contra todo su historial para privilegiar, en lo que me parece un caso evidente de influyentismo, a una persona, al grado de crear una comisión especial cuya naturaleza descalifica el sentido mismo del SNI, que se basa en el juicio, en la opinión y en el análisis de las comisiones evaluadoras de pares”.
Acerca de lo anterior, Sheridan dijo que el problema grave es que “la institución encargada de estimular, vigilar, de propiciar la creación de inteligencia en México haya sido utilizada en beneficio de una persona que no tiene las calificaciones”.