Una vez más, el presidente Andrés Manuel López Obrador se quiso arrogar el mérito de que actualmente la Suprema Corte de Justicia tenga independencia: Norma Piña está de presidenta “por mí”, aseguró.
Según él, es gracias a que él no quiso imponer a nadie que la ministra Norma Piña fue electa presidenta de la SCJN, puesto que antes “el presidente ponía y quitaba a su antojo al presidente de la Corte”.
“La señora ministra de la Corte, para hablar en plata, está por mí de presidenta”. Eso es un gran cambio, afirmó.
Así, AMLO convirtió en mérito lo que no es más que su obligación: respetar la separación de poderes de acuerdo a lo que dicta la Constitución.
De acuerdo con los dichos del presidente, la real separación de poderes inició con su gobierno, lo cual es mentira. También ha dicho que con su gobierno inició la verdadera libertad de prensa y que antes de su administración no se tipificaba el delito de feminicidio. Todo mentira, también.
Y se enzarzó en contar una de sus abundantes historias que nadie puede comprobar, relativa a cuando siendo jefe de gobierno de la CDMX, le propusieron nombrar presidente del Tribunal Superior de Justicia capitalino, pero él se negó a “dar línea”.
Nada dijo de las presiones que ejerció para que Yasmín Esquivel quedara como presidenta de la SCJN y de su admisión explícita (en al menos dos ocasiones) de que él contaba como suyos a cinco ministros para que apoyaran sus proyectos de ley.
Y luego justificó los continuos ataques en contra de jueces, ya que tiene la obligación de exhibirlos si son corruptos.
“Estamos viviendo un momento extraordinario. ¿Por qué?, porque nos hace libres. Si se tienen empleados en la Corte y hay corrupción de jueces, ¿yo me tengo que quedar callado? Entonces, si somos independientes podemos hablar, de por sí a mí no me gusta ser tapadera de nadie, nunca lo he sido”.
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