Debido a 50 acusaciones de plagio en ocho de sus textos académicos, Claudine Gay renunció a la Presidencia de la Universidad de Harvard. El escándalo por las múltiples denuncias, pese a que la directiva e incluso académicos que fueron copiados intentaron minimizar y justificar, finalmente llevaron a su separación del puesto directivo, en el que duró apenas un semestre.
Este martes, después de que el pasado lunes se presentaron más denuncias y evidencias de sus plagios en textos académicos, este martes Gay dio a conocer un mensaje: “Con el corazón encogido, pero con un profundo amor por Harvard, les escribo para comunicarles que voy a renunciar a mi cargo de presidenta”.
Afirmó que, tras consultar con directivos de la corporación, concluyó que lo mejor para la Universidad de Harvard era que renunciara “para que nuestra comunidad pueda navegar en estos momentos de crisis”.
Además del asunto del plagio, Gay también recibió muy severas críticas por su declaración, en una comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos, de que si alguien solicitara el genocidio de judíos no implicaría necesariamente una violación del código de conducta de la universidad, lo que, dijo, dependía del contexto.
Pese a las evidencias, en su carta de renuncia Gay, la segunda mujer en alcanzar la presidencia de la Universidad de Harvard y la primera negra, afirmó que es angustiante “que se hayan puesto en duda mis compromisos de enfrentar el odio y defender el rigor académico, dos valores fundamentales para quien soy”.
La Corporación de Harvard anunció que aceptaba “con pesar” la renuncia de Gay, y reconoció que esta mostró “notable resistencia frente a ataques profundamente personales y sostenidos”, en algunos de los cuales señaló racismo, por lo que los condenó.
Apenas el pasado lunes un diario, el Washington Free Beacon, señaló seis nuevas acusaciones de plagio contra Gay, las que fueron presentadas ante la Universidad de Harvard. El medio confrontó párrafos enteros que la politóloga copió de colegas, en algunos palabra por palabra o con pocas variaciones, con lo cual esas acusaciones llegaron a prácticamente medio centenar en ocho de sus 17 trabajos publicados.
Sin embargo, uno de los plagiados, David Canon, consultado por el periódico, prácticamente restó cualquier importancia al asunto, y pese a la evidencia, dijo: “Esto ni siquiera se acerca a un ejemplo de plagio académico”. Otro de los copiados, Gary King, también minimizó el problema, y uno más, Frank Gilliam, se negó a hacer comentarios al respecto.
Debido a las primeras denuncias contra Gay por plagio, la Corporación que dirige la Universidad de Harvard ordenó una investigación el respecto, e informó que sólo encontró varios casos de “citas inadecuadas”. Sin embargo, no estaban incluidos los casos presentados el pasado lunes, que son contundentes.
La Corporación dijo que había encargado la investigación sobre los plagios de Gay a “distinguidos politólogos”, cuyos nombres no ha dado a conocer. Tras las nuevas revelaciones del lunes, se le ha preguntado cómo fue que los investigadores no hallaron las partes copiadas en el trabajo de la académica.
Asimismo, en diciembre la Corporación había anunciado que Gay realizaría correcciones a su tesis de doctorado, presentada en 1997, por errores de citación “lamentables” que, a su parecer, no constituían una mala conducta académica.
La condescendencia de la Corporación de Harvard con los plagios de Gay contrasta con su dureza frente a su denuncia en medios: amenazó con proceder jurídicamente a The New York Post si daba a conocer al asunto.