Por todo lo alto presentó el pasado lunes su “Plan México” Claudia Sheinbaum, con la presencia del empresariado, todo su gabinete y los medios nacionales más destacados. Con ese evento y ese plan para, según ella, colocar a México en el “top ten” de las economías mundiales, la mandataria busca claramente marcar el tono de su presidencia, molesta porque le dicen que no ostenta el poder.
Pero todo indica que este plan, con claros guiños neoliberales y “fifís”, no cayó nada bien en Palenque ni en el círculo de los morenistas más recalcitrantes. La impactante fotografía de los asistentes, tomada en el patio central del Museo de Antropología, NO fue portada del pasquín del oficialismo, el diario La Jornada, que el día 14 de enero destacó una foto de “La mujer dormida” y puso como cabeza principal que “China controla 13% del comercio global; T-MEC retrocede 6%”.
Sobre Sheinbaum en relación con Plan México, La Jornada colocó apenas una línea por encima del principal titular: “Con el Plan México seremos la décima economía: Sheinbaum”. Agregó tres “balazos” sobre el tema, ninguno de los cuales menciona a la presidenta.
En interiores, sí, el diario colocó notas de las diversas declaraciones, los objetivos del plan y sus alcances. Pero omitió deliberadamente desplegar toda su potencia propagandística. El plan magno de Sheinbaum, la estrategia para guiar la nación, fue reducido a una línea. Se le dio más espacio a una foto de Clara Brugada, la jefa de gobierno, hablando del ejido.
El vacío se extendió a las cuentas de otros propagandistas que habitualmente replican cada acción gubernamental, destacadamente los llamados “moneros de la 4T”: Rafael Barajas, Monero Hernández y Monero Rapé.También guardaron silencio sobre el asunto Jorge Gómez Naredo,, Sabina Berman y Fabrizio Mejía.
Sin decir ni mú sobre el asunto también estuvieron Martí Batres, Ricardo Monreal, Jesús Ramírez Cuevas, Gerardo Fernández Noroña y el minúsculo Marx Arriaga. No extraña: son el núcleo “duro”, enemigo del empresariado y de los gestos neoliberales.
Son también el termómetro ideal de lo que le gusta o no a Andrés Manuel. Así, fue evidente que el Plan México (por lo demás, nada que no se haya dicho antes), no cayó nada bien en el “caudillo oculto”, como lo bautizó Ernesto Zedillo.
ofv