El Presidente le retiró la palabra y no lo menciona cuando toca el tema de la sucesión presidencial.
Y, sin embargo, el senador Ricardo Monreal ha logrado ser parte de la conversación pública.
Mientras los otros aspirantes del oficialismo apuestan a la cercanía con Andrés Manuel López Obrador para poder quedarse con la candidatura en 2024, el zacatecano juega la carta de la rebeldía.
A diferencia de las corcholatas, impedidas de expresar sus puntos de vista si no coinciden con los del Presidente, Monreal se atreve a decir que la actual política de seguridad debe discutirse y que el país necesita trascender la polarización. Y si sus contrincantes no dan entrevistas, él va a todas.
Admite que López Obrador no lo apoya en la búsqueda de la candidatura, pero dice que él siempre ha remado contra la corriente para avanzar en la política –de hecho, así ganó la gubernatura de su estado– y que está dispuesto a hacerlo nuevamente.
Con mucha claridad, ha advertido que no participará en la encuesta que levantará Morena para designar a quien lo abandere en la elección presidencial. De hacerlo, sostiene, se prestaría a una farsa, a avalar la imposición. Recuerda que ya se la hicieron en 2017, en la Ciudad de México, y asegura no se la volverán a hacer.
Monreal está en una clara ruta de colisión. Hasta ahora no han tratado de descarrilarlo, pero su posición como coordinador senatorial es cada vez más insostenible. Es cierto, no pasarán muchas más reformas por la Cámara alta, pero el cargo le permite una visibilidad que incomoda en Palacio Nacional.
Mientras no le quiten ese reflector, sus posibilidades de incidir en la contienda seguirán creciendo. Pero privarlo de él también sería costoso, pues le daría una bandera de víctima –siempre muy vistosa en la política– que alguien con su colmillo podría aprovechar muy bien.
Guardadas todas las proporciones, esta película ya la vimos en 1987, cuando el poderoso PRI de entonces se quebró por dentro e inició así su declive hacia la pérdida del poder. Es cierto, Ricardo Monreal no es Cuauhtémoc Cárdenas, pero Morena tampoco es aquel PRI hegemónico, aunque aspire a serlo.
Lo curioso sería que aquellos que rompieron con su partido hace más de 30 años, y eventualmente llegaron al gobierno por otra vía, repitieran los errores de quienes entonces los marginaron. Monreal es ya un factor de la sucesión. En los próximos meses veremos cómo lidian con él.
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