Al paso que va, el doctor Hugo López-Gatell, vocero oficial del gobierno en la pandemia del COVID-19, pasará de héroe a villano. No tardaremos en verlo, si es que la famosa curva no se “aplana” en serio antes de fin de mes.
La cara de la estrategia contra el virus es la de él.
Ya hay reclamos de que oculta, por complicidad con el régimen, la magnitud de la pandemia. Su credibilidad se tambalea, su soberbia se infla, su irritabilidad lo traiciona.
Ya no sólo son tres exsecretarios de Salud —Julio Frenk, José Narro Robles y Salomón Chertorivski— los que ponen en duda las estadísticas oficiales y los métodos de Gatell.
Cuatro prestigiados diarios internacionales —The New York Times, The Wall Street Journal, El País y The Washington Post— coincidieron en que las autoridades ocultan muertos y contagiados, basados en sus propias investigaciones y análisis. El NYT habla de “cifras ocultas” con base en un análisis de sus expertos y testimonios de “angustiados funcionarios”—así los describe—que han contado que en la capital de la República “hay más de tres veces la cantidad de fallecimientos que el gobierno reconoce”.
Su conclusión es que el gobierno no informa de cientos, posiblemente miles, de muertes por el virus en la CDMX.
A este reportero le consta que en la comunidad médica se habla en voz baja de casos de personas con síntomas de COVID-19 que fallecieron en hospitales de la CDMX y que fueron reportados como “neumonía atípica”.
Esta columna inició así, el pasado 28 de marzo, luego de una charla fuera de grabadora con dos reconocidos médicos.
“La noche de jueves a viernes llegaron al hospital Siglo XXI cinco personas que fueron diagnosticadas con neumonía atípica. Traían todos los síntomas del coronavirus. A ninguna le hicieron la prueba. Murieron tres”.
Los dos médicos no estaban de acuerdo con lo que llamaron “estrategia antiética” de subregistro del virus.
El cotidiano El País, por su parte, da a conocer su investigación, basada en “datos oficiales del sistema de salud” y en la resistencia oficial a aplicar pruebas, que sugiere que el número de contagiados en México se sitúa entre 629 y 730 mil. Si nos atenemos al modelo Centinela, al que se apegó, y luego desdeñó, el más famoso de los funcionarios del gobierno federal, la cifra real de contagiados rondaría, hasta anoche, en los 260 mil contagiados.
Centinela multiplica por 8.2 la cifra de números oficiales para tener una aproximación “real” de la magnitud de los contagios. Pero esa multiplicación puede ser mayor, según las autoridades sanitarias. El último reporte de la Secretaría de Salud, anoche, habla de 31 mil 522 casos confirmados, con 3 mil 160 defunciones totales.
López-Gatell acusó recibo de las notas aparecidas en los cuatro diarios extranjeros. No tardó en grabar un video para ejercer su derecho de réplica. Admitió que las muertes de personas que padecen COVID-19 no siempre se pueden demostrar. “Llegan con frecuencia, particularmente ahora en la fase tres, en un estado de gravedad que no permite oportunamente las pruebas de laboratorio”.
Iba bien el subsecretario hasta que se refirió a la teoría de la conspiración a la que su jefe real es tan afecto.
La basa en la sincronía de las cuatro notas de los diarios citados y la amplia difusión de su contenido en redes sociales por varios protagonistas de las redes sociales.
A los usuarios que replicaron las notas los relacionó con administraciones anteriores —a las que el perteneció—, con negocios en la industria farmacéutica; “unos cuantos con aspiraciones políticas, que ya empiezan a cobrar notoriedad”.
El Times, por cierto, consigna que en las últimas tres semanas ha solicitado, sin éxito, información sobre todas las muertes relacionadas con males respiratorios desde enero.
El balconeo de los cotidianos internacionales provocó reacciones inmediatas en el Congreso. El PRI anunció que van a comparecer al subsecretario consentido de López Obrador para que aclare la confusión que él mismo provocó. “Obviamente, quien ha generado la confusión es López-Gatell, pues esa contradicción de cifras y de acciones genera, como dice el clásico, sospechosismo”.
Remató: “López-Gatell sigue mandando mensajes de que la curva se está aplanando, cuando en todos lados el COVID-19 sigue al alza”.
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