Se sugiere discreción al leer esta columna, pues mucha gente no está preparada para tener esta conversación. Si el amable lector tiene un alma sensible se recomienda detener aquí la lectura, en caso contrario, continúe sin ninguna responsabilidad para la autora.
Las cuentas que usted abre en redes sociales como Twitter, Facebook, Instagram, TikTok y las que se acumulen ¡no son de su propiedad, son propiedad de empresas transnacionales! En efecto, la vida no es fácil, pero es mejor abrir los ojos de una vez. Si bien usted es dueño del contenido que sube, cuando le dio a aceptar a los términos y políticas, también les está permitiendo a las plataformas poder almacenar, copiar y compartir con otros —de acuerdo con la configuración que se haya establecido desde el principio—. Pero hay más, también aceptó muchas limitantes de uso.
Por eso es ridícula la campaña que ha emprendido el presidente Andrés Manuel López Obrador contra Twitter llegando al linchamiento de su director general por tener un pasado panista.
Pongámoslo de una forma clara. Imagine que un particular le presta a un equipo de futbol un campo de forma gratuita para que puedan jugar. Sin embargo, los jugadores comienzan a quejarse que la cancha no tiene las medidas reglamentarias, que el árbitro que les facilitaron —también en forma gratuita— es un vendido y primo del entrenador del equipo contrario, además, que no les facilitan agua ni toallas limpias. Entonces, muy enojados, empiezan una campaña de desprestigio en medios señalando todas las carencias que tiene esa cancha, olvidando un pequeño detalle: se las prestaron de forma gratuita y ellos aceptaron jugar ahí. Nadie los obligó.
Por supuesto, las redes sociales han mostrado fallas, por ejemplo, el famoso caso de Cambridge Analytica en el que se acusó a Facebook de abrir la plataforma para que se utilizaron datos privados y manipular a los votantes en las elecciones de Estados Unidos en 2006. El mismo Facebook sufrió un revés el año pasado cuando muchas empresas decidieron dejar de pautar porque no aplicaba sus propias normas para detener discursos de odio a raíz del asesinato de George Floyd a manos de policías de Minneapolis. Tik Tok ha sido acusada de recopilar datos de usuarios y mandarlos a China; y el propio Twitter, de censura.
En México, la semana pasada, Twitter sufrió una andanada de críticas porque decidió bajar cuentas falsas que apoyaban a la 4T, como también ha quitado otras de la oposición que incumplen con las normas. Eso es el pan nuestro de cada día en las redes. A veces gustan sus reglas y en otras ocasiones, no.
Pero ante esto, sólo hay dos soluciones:
1. Si no le gusta alguna red social ¡sálgase! retire su cuenta. Aunque, seguramente, la empresa y sus seguidores sufrirán, seguro lo superarán. La propia esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, ha hecho uso de ese derecho al salirse —aunque ocasionalmente regresa— de esta red social, porque no le gustan sus políticas. Imítenla. Cuando la mensajería WhatsApp —propiedad de Facebook— anunció sus nuevos términos, a mucha gente no le gustó y decidió abrir otras opciones como Telegram o Signal. Eso es competencia de mercado.
2. Otro camino es el que anunció el mandatario federal, hacer su propia red. Muy bien, si al Presidente le sobran recursos porque en estos momentos el país no tiene grandes necesidades, si tiene la gente capacitada en el Conacyt y todo el tiempo ahora que México está tan tranquilo es momento de hacer su propio Twitter y en lugar de pajarito le pone un ganso y ya. Fin de la novela y el drama.
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