Recomendamos: Lamentable, por Carlos Elizondo Mayer-Serra

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“Lamentable” es el adjetivo, junto con “desafortunado”, con el que los funcionarios del gobierno suelen acompañar cualquier referencia a los fallecidos por Covid-19. Pareciera que se les distribuyó un manual de palabras adecuadas para caso de muerte.

Han sido disciplinados en su uso, pero desafortunadamente se nota la poca empatía con la tragedia que viven cientos de miles de mexicanos con familiares muertos. Al contrario, suelen estar sonrientes y despreocupados. Están disfrutando del poder, sin resentir la responsabilidad que conlleva.

Un ejemplo, de muchos, de esa lamentable ligereza con la que viven el poder: este jueves en la mañanera, el Presidente habló casi nueve minutos sobre beisbol, el escritor cubano Leonardo Padura, el papel del periodismo, y lo que se le fuera ocurriendo. Tranquilo en medio de nuevos máximos de muertes por Covid-19, parecía sobrarle tiempo. Como si fuera un jubilado.

No sé cómo carga, sin denotar preocupación, esas muertes que serían evitables si hubiera tomado otras decisiones. ¿Cuántos mexicanos estarían vivos hoy si simplemente AMLO hubiera dado el ejemplo y usado cubrebocas desde el día uno de la emergencia sanitaria o incluso si hubiera empezado a hacerlo hace un mes?

No dimensionó hace un año la importancia del virus, pero tampoco ahora la magnitud de la tragedia. ¿Qué está haciendo para mitigar la peor crisis de salud en la historia de la Ciudad de México? Debería estar usando su poder para que, por ejemplo, hubiera suficiente oxígeno o por lo menos actas de defunción.

Parece creer que, si habla de otra cosa, el problema desaparece. Y en parte tiene razón. Casi no existe un debate público sobre la responsabilidad de AMLO por las carencias del gobierno ante la tragedia.

Su lamentable falta de empatía contamina las decisiones del presidente. Trump hizo sufrir a millones de mexicanos durante su mandato, no sólo con sus acciones (sus repetidos y fallidos intentos por eliminar el programa DACA supusieron una gran angustia para sus cerca de 700 mil beneficiarios, la mayoría de origen mexicano), sino también con su discurso. Hay evidencia sobre el aumento de crímenes de odio en contra de mexicanos tras la llegada de Trump al poder. Su derrota debería ser celebrada por un gobierno preocupado por el bienestar de los mexicanos. Pero era su amigo. Salvo cuando lo usó de trapeador de migrantes, Trump no se metía con AMLO.

Un verdadero gobierno de izquierda debería estar celebrando la llegada de Biden al poder. Estados Unidos ha decidido regresar a la OMS y participar en el mecanismo Covax para llevar vacunas a los países más pobres. Lo más importante, ha propuesto un cambio en la política migratoria: no más separación de familias, apoyo a los “dreamers” y una ruta hacia la ciudadanía a millones de indocumentados. Son medidas que elevan el bie-nestar de millones de mexicanos.

AMLO por lo menos ha aplaudido este cambio, pero en el camino ha surgido una izquierda mexicana pro-Trump. Uno de los fenómenos más alucinantes que he visto. Hoy no importan ni la ciencia, ni los datos, ni la ideología. Sólo la lealtad política.

Creo que hay otra razón que explica la incomodidad de AMLO con Biden: lo hará quedar muy mal. Biden va a enfrentar al coronavirus, no va a evadirlo hablando de beisbol. Ha emitido un ambicioso plan para enfrentar la crisis. A diferencia de los republicanos, que creen que el gobierno está para estorbar, los demócratas creen que es un poderoso instrumento que puede ser usado a favor de la gente.

Yo estoy de acuerdo con ello. En medio de la angustia de la pandemia un gobierno competente hace toda la diferencia. Desafortunadamente el nuestro parece no creer en las capacidades del gobierno para enfrentar la pandemia. Siguen en lo suyo, como hacer una refinería.

Nunca había sido más importante tener un gobierno eficaz y preocupado por la gente. No uno ocupado en hablar y en ganar la siguiente elección.

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