A reserva del desenlace jurisdiccional que tengan las impugnaciones presentadas ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la reforma judicial ordenada por López Obrador y apoyada indecorosamente por la mayoría de Morena en el Congreso de la Unión y en las legislaturas locales, establecerá en México un régimen político alejado del concepto liberal de la democracia. En cambio, instalará la democracia simulada basada en un sistema de dominación clientelar. En tal sentido, cabe decir adiós a la democracia.
En el año 2018, justo a tiempo para evitar que Taibo 2 lo impidiera, se publicó en nuestro país la primera edición en español de Vida y muerte de la democracia del historiador australiano John Keane. Publicado en coedición por el INE y el Fondo de Cultura Económica, en dicha obra el autor lanzó la idea de que el régimen democrático no vivirá necesariamente por toda la eternidad pues alertó; “las cosas de este mundo nunca duran para siempre, la democracia como la conocemos no tiene garantías incorporadas de sobrevivencia”. Se fundamentó dicha preocupación con un enciclopédico itinerario por la historia de los sistemas políticos de todos los países, en el cual Keane demostró la deslealtad con la que el populismo trata a las reglas y a las instituciones de la democracia.
Recientemente, hizo extensivo este análisis al caso de México mediante un video que se grabó para el Foro Internacional Retroceso de las democracias. El caso México. Un llamado a la opinión pública internacional, que fuera organizado por el Instituto de Estudios de la Transición Democrática en marzo de 2023. En el mismo Foro, Daniel Zovatto, director regional del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA) había dicho que el patrón dominante en la evolución de los sistemas políticos del mundo “es la erosión y el desmantelamiento progresivo de la democracia”. Señaló que la destrucción del sistema judicial y/o la pérdida de autonomía de la institución electoral que se presentan en diversos países son “líneas rojas que, si son rebasadas, se vuelve muy difícil reconstruir esas democracias”. Afirmó que México ya había pasado desde aquél entonces de una democracia deficiente a un régimen híbrido entre la democracia y el autoritarismo.
La reforma que se consumó contra el Poder Judicial, junto con el control del INE y el Tribunal Electoral que ahora tiene el grupo en el poder, parecen concretar las peores previsiones de Keane y Zovatto, Se trata de la imposición de un régimen muy distinto de la democracia liberal, que se presenta engañosamente como democracia al imponer como única regla la decisión mayoritaria. Pero la democracia es más que eso. Es el sistema que permite la renovación periódica del poder por la vía pacífica y la canalización de las diferencias políticas, sociales e ideológicas. Esto implica la decisión mayoritaria, sí, pero también el respeto a la minoría al grado de que esta pueda convertirse eventualmente en mayoría. Entraña también el respeto y la prevalencia de las reglas de la competencia equitativa de las diferentes fuerzas políticas y la garantía plena del sufragio universal, libre y secreto.
El nuevo régimen, que algunos hemos identificado como obradorato, ofrece, en lugar de democracia una simulación, pues dejará establecida una farsa electoral que sustituirá a las elecciones competitivas, así como un sistema de dominación clientelar en vez del voto libre. Junto a lo anterior, recurre por sistema a la descalificación de las minorías acusándolas de traición a la patria, negándoles toda posibilidad de convertirse en mayoría, al tiempo que las excluye de todo diálogo y construcción de acuerdos.
No es el pesimismo lo que anima esta reflexión. La motivación es la de hacer un esfuerzo analítico dirigido a fundamentar la lucha democrática en las nuevas condiciones por las que atraviesa México. Es una lucha que pasa por la reivindicación de las reglas y los valores de la democracia, la separación de poderes, el principio de legalidad y, sobre todo, por restablecer el sufragio auténtico como herramienta principal de la ciudadanía. Para avanzar en esta tarea es necesario superar tanto las nostalgias neoliberales como las añoranzas del “partido casi único”.
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