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viernes 13 diciembre 2024

El anacrónico y perverso sistema electoral estadounidense

por Pedro Arturo Aguirre

Estados Unidos tiene un sistema electoral anacrónico e injusto para elegir a su presidente. Se trata de un mecanismo indirecto donde se conforma un Colegio Electoral para decidir quién será el primer mandatario del país por un período de cuatro años. Cuando los electores de cada estado y del Distrito de Columbia votan por su candidatura preferida para presidente y vicepresidente, en realidad están votando por los electores presidenciales y vicepresidentes nominados por el partido político de su estado, los cuales están comprometidos (pero no legalmente obligados) a votar por su candidato en el Colegio Electoral. A cada estado se le asignan tantos electores como miembros tenga en la Cámara de Representantes y el Senado de los Estados Unidos. Con la adición de tres votos electorales para el Distrito de Columbia (1961) el colegio cuenta actualmente con 538 miembros. La historia del Colegio Electoral ha estado rodeada de controversia.  Los delegados a la Convención Constitucional de 1787, quienes representaban colonias con poblaciones muy dispares, se propusieron maximizar el poder de su estado en la selección de los jefes del Poder Ejecutivo. Encima de eso, pocos de los delegados a la Convención estaban a favor de una democracia representativa o directa. Surgió así un mecanismo de lección indirecta con un Colegio Electoral que otorga una ventaja desproporcionada a los estados más pequeños. También el factor esclavista tuvo peso en esta decisión, porque los estados del Sur temían ser avasallados por el Norte si no se adoptaban medidas para balancear el poder 

Pese a ser un mecanismo poco democrático, este sistema electoral puntualmente cada cuatro años y sin interrupción desde la primera elección presidencial (1788). En la actualidad, 48 de los 50 estados (salvo Maine y Nebraska) utilizan un proceso en el que el ganador se lleva a todos los electores. Sin embargo, aunque ha funcionado interrumpidamente y con puntualidad, este método no ha estado exento de controversias. En 1876, 1888, 2000 y 2016, el Colegio Electoral seleccionó a candidatos con menos votos que sus oponentes en las elecciones generales. Esto llevó a las presidencias de Rutherford Hayes, Benjamin Harris, George W. Bush y Donald Trump, respectivamente. Las polémicas han crecido con el tiempo Los críticos se oponen al Colegio Electoral porque sobrerrepresenta a los estados con poblaciones pequeñas. Esto hace posible ganar acumulando una mayoría en el Colegio Electoral que emana de estados poco representativos de la mayoría de la población estadounidense. Por ejemplo, en el actual Colegio Electoral, unas 736,011 personas obtienen un voto electoral en los tres estados más poblados (California, Texas y Florida) y solo 211,534 en los tres estados con la población más pequeña (Alaska, Vermont y Wyoming). Así, el poder de voto presidencial de los ciudadanos no se distribuye de manera equitativa, sino que depende del estado en el que residen.

El Colegio Electoral es impopular entre la mayoría de los ciudadanos estadounidenses. Encuestas realizadas recientemente hablan de un 65 por ciento de ciudadanos favorables a establecer la elección directa del presidente. ¿Por qué si es tan claramente antidemocrático e impopular prevalece este sistema después de tanto tiempo? Pues porque beneficia directamente al Partido Republicano, mucho más favorecido que sus contrincantes en los estados rurales y menos poblados. Los críticos del Colegio Electoral han abogado por muchas formas de solucionar sus problemas en la historia reciente, que van desde reformas modestas hasta la abolición total. Pero para ello se necesitaría aprobar una enmienda constitucional y ello solo puede hacerse con el concurso republicano. A falta de la abolición, es posible mejorar muchos de los problemas del Colegio Electoral atacándolos a nivel estatal. Una de las reformas propuestas es asignar los votos electorales para cada estado de manera más proporcional, como ya lo hacen Nebraska y Maine. Pero incluso esa idea es rechazada por los republicanos.

Más grave aún, el sistema electoral vigente en Estados Unidos para la elección presidencial no solo socava la confianza en la democracia al distorsionar la voluntad de la mayoría.

Muchos de los politólogos más destacados en nuestro vecino país del Norte lo acusan de tener un efecto perverso al contribuir a la polarización. Desde luego, la radicalización y el ascenso de la extrema derecha en la política estadounidense tienen orígenes multifacéticos, pero la existencia del Colegio Electoral la exacerba. Aunque se ha escrito mucho sobre las deficiencias del sistema, desde la sobrerrepresentación de estados más pequeños hasta la importancia excesiva que otorga a los llamados “estados columpio” (swing states), un factor clave que a menudo se pasa por alto es cómo el sistema actual emplaza al Partido Republicano en la búsqueda de políticas de extrema derecha. Bajo el Colegio Electoral, los republicanos ¨desperdician” muchos menos votos que los demócratas. Como el candidato ganador obtiene todos los votos electorales de un estado con una mera mayoría simple, todos los sufragios recibidos por los derrotados son esencialmente inútiles en un juego de “suma cero”. Esto significa que los votos en estados política y étnicamente más heterogéneos, como California y Nueva York, juegan un papel mucho menos significativo en el Colegio Electoral que los sufragios emitidos en un puñado de estados indecisos y/o poco poblados y menos heterogéneos. 

Al sobrerrepresentar a los estados más pequeños los republicanos obtienen una gran ventaja. Poder ganar las elecciones aun perdiendo en el total del voto popular implica un incentivo perverso para los candidatos de este partido para desplazarse a la derecha porque en los estados rurales, más homogéneos y menos poblados el conservadurismo es mucho más popular. Así, las posiciones de los aspirantes republicanos procuran atraer solo a una minoría del público estadounidense en lugar de tratar de representar a la mayoría. El Partido Republicano está ahora más a la derecha ideológica que casi todos los principales partidos conservadores de los países desarrollados y puede permitirse el lujo de impulsar posiciones cada vez más radicales en parte debido a su ventaja en el Colegio Electoral. De lo contrario, si la elección fuese directa, tendrían que ganar mayorías verdaderas y se verían obligados a adoptar un enfoque más centrista. 

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