Como si se tratara de un esfuerzo inusitado por dilapidar el hasta no hace mucho enorme poder suave a disposición de Estados Unidos, ahora Donald Trump ha dispuesto el desmantelamiento de la siempre cuestionada pero no menos importante Voice of America y sus subsidiarias Radio Free Europe y Radio Free Asia. A lo largo de 83 años, la Voice of America se ha dirigido a las audiencias del mundo para difundir noticias, valores y visiones sobre Estados Unidos y el mundo. Con una audiencia estimada en 420 millones de personas en más de 100 países y en 63 idiomas, ha formado parte de la diplomacia pública, la propaganda y el poder suave de Estados Unidos por más de ocho décadas.
Voice of America actualmente hasta el 15 de marzo era una agencia con una plantilla de unas 2 mil personas con un presupuesto de 270 millones de dólares. Financiada con fondos federales nació en 1942, en plena segunda guerra mundial con la encomienda de contrarrestar la propaganda de los alemanes con información favorable a la causa estadunidense. Alemania, como se recordará, tenía en la persona de Joseph Goebbels al responsable de la propaganda del gobierno de Adolfo Hitler desde 1933 y hasta el final de la guerra. A Goebbels se le acredita como el impulsor del Holocausto dado su antisemitismo y su extraordinaria capacidad oratoria, si bien su megalomanía ha sido motivo de debate. En cualquier caso, Goebbels entendió muy pronto el valor de los medios de comunicación de la época como el cine y la radio, debido a su valor para diseminar (des) información.
Estados Unidos debía contrarrestar al poderoso aparato (des) informativo alemán y para ello desarrolló emisiones para hablar sobre el curso de la guerra y el rol de Estados Unidos generando narrativas que pudiera influir en las audiencias. En este sentido, la Voice of America fue un instrumento no sólo de propaganda, sino de diplomacia pública, que más allá de las balas, buscaba ganar las mentes y los corazones de las sociedades expuestas a toda clase de infortunios en la contienda bélica.
Dependiente de la Agencia de Estados Unidos para los Medios Globales (USAGM), daba a conocer el modo de vida de los estadunidenses, su sistema político, sus instituciones, buscando la expansión de la democracia liberal en el mundo. A lo largo del tiempo, la Voice of America afirma haber dado voz a la democracia, el respeto de los derechos humanos y los valores occidentales en países con regímenes autoritarios.
A 83 años de distancia, sin embargo, el mundo ha cambiado radicalmente. Es verdad que muchos millones de personas siguen consumiendo información vía la televisión, la radio y, los menos, en las publicaciones impresas. Empero, lo de hoy, son las redes sociales y los medios de información digitales. Anteriormente, los gobiernos podían controlar el tipo de información que sobre ellos se diseminaba. Hoy no es el caso. Basta con que un reportero ciudadano tome una fotografía o grabe un video del momento en que se produce un incidente, para que se generen narrativas que se propagan rápidamente en los siguientes segundos y minutos. Esto sin contar la producción masiva de noticias falsas, que no es sólo una prerrogativa de las personas, sino, lamentablemente, de muchos gobernantes, como el propio Donald Trump y de auellos que manifiestan tener “otros datos.”
Según Statista a partir de una encuesta realizada en 2023, los países latinoamericanos se informan sobre los acontecimientos a través de las redes sociales. La cifra es del 66 por ciento para Perú, 65 por ciento para Chile, 64 por ciento para Colombia, 63 por ciento para México, 61 por ciento para Argentina y 57 por ciento para Brasil.
En realidad son pocos los países que confían en las noticias y a la cabeza se encuentra Finlandia, donde se tiene un 69 por ciento de confiabilidad -se trata del país con el que se considera el mejor sistema educativo y que también goza de altos niveles de vida. Lo que sorprende, en todo caso, es que el segundo país donde más se confía en las noticias sea Nigeria. En todo caso, según el informe de Reuters que documenta al gráfico anexo, la confianza de los estadunidenses en las noticias es, de apenas, el 32 por ciento, menos que la de los mexicanos (35 por ciento).
Donald Trump, ya instalado para un segundo mandato, desde siempre ha mostrado su insatisfacción con los medios de comunicación, quienes, según él, lo critican y lo “hacen ver mal.” Antes de tomar posesión del cargo, el 12 de diciembre del año pasado anunció que designaría a la presentadora de televisión y excandidata a la gubernatura de Arizona, Kari Lake. Ella es recordada por su activismo contra las vacunas y el uso de cubrebocas durante la pandemia del SARS-CoV-2. Al final se le designó al frente de USAGM y el pasado 15 de marzo aplaudió el desmantelamiento de la Voice of America.
La Voice of America, por otra parte, ha sido acusada en diversas partes del mundo, de manipular la información y de exacerbar aquella que favorece los intereses de Estados Unidos en lo que se resume como simple propaganda. Con todo, la orden ejecutiva de Trump para desmantelar esa y otras siete agencias dispuso el despido inmediato de 1 300 de los empleados, muchos de ellos extranjeros que trabajan y estudian en EEUU y que seguramente tendrán que abandonar el país.
Pero ¿qué tan útiles son los productos de la Voice of Ameica para las personas de todo el mundo? Todo parece ser que su “voz” es marginal. En 2016 se dio a conocer un estudio donde se daba a conocer que el 45 por ciento de las visitas a la página en red de la Voice of America en inglés eran de estadunidenses y que ascendieron a 3. 2 millones de visitas en septiembre de ese año. En contraste, el diario The Washington Post en línea acumulaba tan sólo en el mes de diciembre de 2015 la friolera de 76 millones de visitas -y que conste que el acceso a la mayor parte de sus contenidos es de paga, no gratuito. Esto ha llevado a ue el flamante asesor de Donald Trump para la eficiencia gubernamental, el empresario Elon Musk, despotricara contra la Voice of America argumentando que a nadie le importan sus contenidos. Y es que la administración Trump ya traía entre ojos a la Voice of America por la cobertura que hizo de la muerte por brutalidad policiaca de George Floyd, advirtiendo sobre el exacerbamiento del supremacismo blanco de la sociedad estadunidense. Tampoco gustó a Trump la cobertura de la Voice of America sobre el trato que reciben en EEUU los migrantes LGTBIQ+, como tampoco las presuntas acciones de Rusia para evidenciar las tropelías de Hunter Biden, hijo -y oveja negra- de Joe Biden, en aras de ayudar a Trump. Aunque no habría que olvidar que el rol de los medios en una democracia es ese, denunciar los abusos del poder.
Para el organismo Reporteros sin Fronteras, el virtual cese de las actividades de la Voice of America constituye un atentado a la libertad de expresión en Estados Unidos y el mundo dado que, en su opinión, las actividades propagandísticas desarrolladas por los regímenes autoritarios serán las que prevalecerán y podrían extenderse por el planeta sin un contrapeso efectivo de parte de las democracias occidentales. Con todo, las cifras sobre el desempeño de la Voice of America que se aprecian en el cuadro anexo revelan que este no ha sido el mejor en los últimos años.
Los 10 países con mayor número de visitas al portal en línea de
Voice of America en septiembre de 2016
Fuente: BBG Watch.
Asimismo vale la pena reflexionar si esta entidad es la responsable de la mala imagen que proyecta Estados Unidos en el mundo, en particular durante las administraciones de Donald Trump. Al respecto, hay que recordar la reflexión de J. B. Mannheim y R. B. Albritton sobre la imagen de diversas naciones en los medios, donde se miden dos dimensiones: la visibilidad y la valencia. La visibilidad es la cobertura en los medios que recibe un país, en tanto la valencia mide si la cobertura es favorable o desfavorable. El esquema propuesto por Mannheim y Albritton, dividido en cuatro cuadrantes, es útil porque permite determinar el grado de dificultad que enfrentan los países al emplear los instrumentos de la diplomacia pública o incluso de la propaganda, proyectando su poder suave en la consecución de objetivos nacionales. Según el esquema propuesto, los países evolucionarían en el sentido inverso de las manecillas del reloj, comenzando por el primer cuadrante -el de la alta visibilidad, seguido de la valencia negativa, seguido de la valencia positiva- y finalmente la baja visibilidad.
Conforme a este esquema de Mannheim y Albritton, México enfrenta un doble problema en términos de imagen: recibe más cobertura o visibilidad que, por ejemplo, Brasil, Italia, Australia y Canadá. Sin embargo, esa cobertura es desfavorable, y básicamente exalta los problemas de seguridad y de migración indocumentada, que padece el país. Con todo, Mannheim y Albritton revelan en su estudio un problema más grave. Es más sencillo para un país lograr una imagen negativa que construir una imagen positiva. Lo que es más: una vez que un país se ha hecho de una mala imagen, será muy difícil revertirla en la opinión pública global, dado que las imágenes y las percepciones suelen mantenerse por largo tiempo. Sin embargo, para la mayor parte de los países, la cobertura negativa por parte de los medios en torno a un tema específico no provocará un daño en el largo plazo si el país ha tenido una imagen positiva previamente. El problema con Donald Trump, por supuesto, es que en su primer período presidencial se hizo -y a su país- de una muy mala imagen que su sucesor, Joe Biden, no logró revertir -y conste que lo intentó. Y ahora en su segunda administración está arrasando con instituciones emblemáticas no sólo para su imagen, sino para el posicionamiento de su país como potencia global.
En otros países, las agencias gubernamentales responsables del aprovisionamiento de información siguen existiendo y no sólo eso, se han adaptado a un mundo cambiante. TASS, la agencia gubernamental rusa nacida en 1902 -posteriormente ITAR-TASS, nombre que adoptó en 1992, si bien volvió a su nombre original en 2014- cuyo acrónimo corresponde a Agencia telegráfica de la Unión Soviética- es la agencia gubernamental rusa de propiedad estatal más importante que provee información y que al igual que la Voice of America ha sido acusado de desinformar y de encubrir tareas de inteligencia del gobierno eslavo. En la República Popular China (RP China), la Agencia de Noticias Xinhua, nacida en 1931, como agencia estatal de noticias también cumple tareas como la Voice of America y TASS, incluyendo tareas de (des) información y propaganda. La diferencia entre las agencias TASS y Xinhua respecto a Voice of America, es que en una democracia es posible denunciar el ejercicio del poder que tal parece ser fue lo que selló la suerte de la agencia estadunidense ante lo incómodo que le resultó a Trump. Empero la Voice of America mayormente desarrollaba tareas de (des) información y propaganda y para algunas naciones democráticas su trabajo era criticable. Asimismo, dentro de Estados Unidos ciertos sectores conservadores considera (ba) n que la Voice of America es una entidad gubernamental que al presentar sus visiones sobre George Floyd y la ayuda brindada por Rusia a Trump se hace de competencias y atribuciones que no le corresponden. Quizá para esos sectores era correcto que la Voice of America se inmiscuyera en los asuntos internos de otros países, no en los asuntos nacionales. Quizá la creciente desconfianza de las sociedades en el mundo a las agencias gubernamentales de información también mermó las posibilidades de la Voice of America. En cualquier caso Trump y Elon Musk cuentan con sus propias redes sociales para generar la información que les favorece a ellos, aun cuando muchas de las noticias por propagadas por estos personajes sean falsas. No se olvide nunca que la (des) información es poder. Poder suave, por cierto.
Autor
Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
View all posts