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lunes 23 diciembre 2024

La batalla por el lenguaje

por Leo García

¿De dónde viene el poder de las redes sociales? Muy simple, actúan al nivel de una de las actividades más primitivas del ser humano: comunicar. Todo cuanto hace un ser humano comunica algo. O lo que es igual, el ser humano lo único que jamás podrá dejar de hacer es comunicar.

Cuando un usuario participa en una red social siempre lo hará para enviar mensajes a través del contenido que aporta, y a la vez, para recibir los mensajes enviados en el contenido aportado por otros usuarios. La comunicación es un fenómeno muy interesante, extenso, complejo, tanto, como el ser humano mismo. Empezando por que el lenguaje es la base de la sociedad. El ser humano comunica por naturaleza, por principio y por necesidad.

Las redes sociales están basadas en el principio del sentido gregario que agrega a la comunicación el elemento social y antropológico al modelo. El problema es que a través de las redes sociales la comunicación de un mensaje no necesariamente se logra de manera efectiva, mientras que el factor social impera.

La barrera del significado y la interpretación

Todo cuanto hacemos consiente e inconsciente a partir de nuestro proceso de pensamiento transmitido tiene significado. En las teorías de comunicación todo cuanto se transmite forma un signo. Los signos, es decir, los “portadores de los significados”, pueden ser cualquier cosa realizada por el humano, principalmente, pero no exclusivamente, las palabras. Ese pensamiento comunicado, cualquiera que sea el medio, al asignarle y proponerle un significado es la esencia que forma un mensaje.

Cuando este signo es transmitido por un emisor puesto en un mensaje, tiene que llegar a un receptor que tenga los códigos para descifrarlo y obtener el significado propuesto por el emisor. Descifrarlo es el proceso que depende de qué códigos tiene el receptor y cuál es el alcance que esos códigos le permiten para tomar el significado del mensaje, es decir, su interpretación.

Getty Images

En una dinámica incesante, ininterrumpida, pero siempre con la condicionante de depender de los códigos individuales para su descifrado. El ser humano, de igual manera consciente o inconsciente, ejercerá su capacidad de descifrar el mensaje y obtener el o los significados con los que viene cargado el mensaje e interpretarlo.

Los medios digitales han potencializado por mucho el manejo de los símbolos y los signos aprovechando la inherente acción humana de su interpretación. Los memes son ejemplo claro: voluntariamente proponemos un significado nuevo y diferente a una imagen procurando mandar un mensaje.

El poder del lenguaje

El lenguaje es una creación colectiva formada por el conjunto de signos que se comparten para establecer la comunicación y transmitir una idea. El lenguaje es el elemento que permite al individuo descifrar ideas y conceptos para con ellos interpretar su realidad estableciendo significados unificados socialmente.

Además, el lenguaje es el principal elemento de influencia sobre el pensamiento, la conducta, y como consecuencia directa, del comportamiento social. Se debe entender entonces que el lenguaje se usa como un sistema de control social.

Después de toda la exposición anterior se pueda ver con más claridad por qué es de tal relevancia entender el alcance que tiene el uso del lenguaje de parte quienes encabezan los poderes que rigen al país en este momento.

¿Qué pasa cuando a la audiencia se le ha inducido el código con el cual interpretar ciertos mensajes? ¿Qué pasa cuando a la audiencia se le ha señalado cual debe ser la interpretación a ciertas ideas o palabras? ¿Qué pasa cuando esas palabras son los adjetivos que indica la narrativa para descalificar una idea, postura o crítica?

Los gobiernos, no solo el de México, tienen prisa por redefinir conceptos que sirvan como sustento, guía, y medio, para el manejo de la conversación. Pero, además, llevando el efecto y alcance más allá de las palabras al entorno social con la percepción de la realidad. Es decir, hacerlas verdad.

No importa de dónde viene la palabra fifí ni que significa realmente, ahora es “el enemigo que se opone del avance de la justicia social en el país, por miedo a perder sus privilegios”.

Y aunque el uso actual a la palabra fifí nace como adjetivo en la cuenta de Twitter del ejecutivo para referirse a los medios que le resultan incomodos, es posible que cada vez sea frecuente escuchar que se le profiera a alguien que aparente tener un cierto nivel socioeconómico.

O aun peor. A cualquier información sustentada con datos comprobables, mientras no sea apegada a la narrativa oficial, ahora se le llama bulo o fake news. A cualquier comentario que sea contrario a mostrar un apoyo o simpatía oficial, se le llama discurso de odio. A cualquier medio que no apoye la narrativa oficial, se le llama fifí, conservador, chayotero.

Además, al colectivo se le da una y otra vez el enemigo retórico a vencer. Los neoliberales, los conservadores, los privilegiados, la mafia del poder. Tal vez porque “la burguesía” sea un concepto gastado y pasado de moda.

La comunicación transmitida con palabras simples generando estímulos sencillos que prácticamente no necesitan ser razonados, sino más bien el receptor se adueña de ellos por identificación y retransmite por simpatía, son los que llevan la conversación masiva dentro y fuera de línea. Aunque, en el fondo, el comportamiento social que se está induciendo con estas redefiniciones es de intolerancia, discriminación y segregación, por diferencias en ideología y simpatía política. Quien controla el lenguaje, controla la realidad.

Hagamos red, sigamos conectados. Siempre con respeto y responsabilidad.

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