viernes 05 julio 2024

La canción de Claudia Sheinbaum y los muertos del Metro

por Raymundo Moreno Romero

Alegre, feliz, rodeada de gente “del pueblo” colocada a su alrededor en calculada escenografía, Claudia Sheinbaum cantó y cantó el domingo 15 de enero, al celebrar la reapertura de la Línea 12 viajando a bordo de un vagón, sin acordarse, ni por un segundo, de los 26 muertos por causa de su negligencia.

Fue el corolario de una semana atroz, insultante para los habitantes de la Ciudad de México, quienes vieron llenarse el Metro capitalino de elementos militares de la Guardia Nacional, que, lógico era, no pudieron hacer nada (excepto el ridículo) para remediar las fallas del sistema, esas que Sheinbaum atribuye a un inexistente sabotaje.

FOTO: DANIEL AUGUSTO /CUARTOSCURO.COM

Cínica, despiadada, sin corazón. Así se mostró Sheinbaum al encabezar la reapertura de tan solo la mitad de la Línea 12, que cerró tras el colapso del 3 de mayo de 2021. Esa imborrable tragedia que para ella fue de entrada un mero “incidente”, y luego se convirtió en un fuego político que se esforzó en apagar mediante mentiras y presiones indebidas a la empresa de peritajes que concluyó que la falta de mantenimiento (culpa de su gobierno) jugó un papel central en la tragedia.

Para Claudia, la reapertura fue una fiesta, un logro, un compromiso cumplido para con la capital. Por supuesto, no lo fue. Cada una de sus sonrisas y cada melodía perpetrada por su cascada voz fueron recordatorio de su criminal gestión. Eso, sin contar el retraso de más de seis meses con respecto a la fecha prometida, sobre la que el presidente López Obrador empeñó su “palabra”.

Tan solo en la semana que concluyó el 15 de enero se registraron alrededor de tres fallas al día en las instalaciones del Metro, afectando las vidas de miles de usuarios.

FOTO: DANIEL AUGUSTO /CUARTOSCURO.COM

La militarización de las instalaciones, a cargo de más de 6 mil elementos de la Guardia Nacional, con el declarado objetivo de detener los “sabotajes”, nada lograron para evitar cortes de luz, escaleras eléctricas descompuestas, retrasos inadmisibles, puertas que no abren o que no cierran, trenes que salieron de la circulación y hasta la separación de dos vagones.

Eso sí: cometieron inadmisibles abusos de poder, como la detención de una pobre mujer a la que se le cayeron a las vías unas recién compradas aspas de plástico para reparar su lavadora. O los jóvenes que fueron remitidos por protestar en contra de la militarización con cartulinas y volantes.

También protagonizaron el ridículo de no haber podido prestar ayuda a los usuarios que viajaban a bordo del convoy cuyos vagones se separaron y de haber presumido, como logro, la localización de una triste lata de refresco en las vías, a la que se atribuyó un corto circuito.

¿Es creíble que, de existir los alegados sabotajes, 6 mil elementos de la Guardia Pretoriana, no puedan localizar a quien corta un cable, quita un foco, zafa un tornillo o altera un sistema de frenos?

En lo absoluto.

La explicación real es mucho más sencilla: cruel como es, a Claudia Sheinbaum no le ha importado matar de inanición al Metro para engordar su campaña política. Mentirosa como es, recurre a cuentos insostenibles, como el sabotaje, cuando la única saboteadora es ella.

Estulta y ciega, sigue cantando, ofendiendo la memoria de los muertos.

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