Tú eres un pequeño tornillo del frenesí populista que avanza en varios sitios del mundo. Ese estado de ánimo resultó de haber sobrecargado de expectativas a la democracia y de la corrupción de los regimenes neoliberales. También es consecuencia del resentimiento de amplias capas sociales que fueron expectadores de los privilegios y víctimas de la ineficacia de los gobiernos. Enarbolas banderas legítimas, sin duda, pero la ruta que representas implica una grave distorsión de la realidad y la política: el sometimiento social a personas que se creen iluminadas y la encarnación de las causas del “pueblo”, como si éste fuera un monolito y no un ente heterogéneo y diverso.
Te conocí hace 38 años. Eras parte de un movimiento estudiantil que demandó el respeto a la autonomía y la pluralidad para reformar la UNAM, te opusiste a las decisiones verticales de la autoridad, rechazaste la intromisión del gobierno, y más tarde gritaste contra el fraude electoral ejecutado por Manuel Bartlett. Hoy, estás sometida por el poder y por tus ambiciones: aplaudes a un presidente que atenta contra la autonomía de la institución y eres amiga de Bartlett, pero sobre todo, eres parte de una maquinaria que busca aplastar la pluralidad del pensamiento y la acción política.
Hace poco más de 20 años, Carlos Castillo Peraza me enseñó que en la política, como en la vida, no existe el terreno ideal sino que se debe elegir la menos peor de las opciones. Tú eres la peor opción para el país, en primer lugar porque no eres tú quien se presentará en las urnas sino el presidente y no hay un sólo atisbo de misoginia en este dicho: eres parte del coro de aduladores de López Obrador, repites sus fórmulas, sus poses y sus proclamas, incluso hablas como él. Lo has obedecido ciegamente y esa fue tu virtud para haber sido considerada su corcholata favorita. Ahora mismo, el tabasqueño está haciendo tu campaña porque mira en ti el maximato y por eso también te manda señales para que no lo olvides. Clara Brugada en vez de Harfuch es el ejemplo más elocuente.
Tienes buenos asesores. Te han maquillado bien como presidenta y han modulado tu donarie de grilla estudiantil, pero no pueden ocultar tu esencia. Siempre has sido una sombra. Lo fuiste de Carlos Imaz en el movimiento de la UNAM (hablabas como él, decías lo mismo que él y junto a él viviste de la presión y el chantaje). Luego te pegaste a Cuauhtémoc Cárdenas, (también te mimetizaste con sus desplantes) y, más tarde te fuiste ganando la confianza de AMLO. Ahora hablas como él, dices lo que él y mientes como él. Más aún, careces igual que él, de empatía por los otros: los muertos del colegio Rebsamen te acompañarán siempre igual que los ocurridos en el “incidente” (como le llamaste) de la L12. También está tu pésimo manejo de la pandemia (la CDMX es donde más muertos hubo por el virus). ¿Qué decir del uso de la ivermectina?
Tú eres ejemplo de que el populismo no es la vía alterna a las taras del neoliberalismo. La ineptitud y la corrupción han significado una desgracia para el país en todos los órdenes de las políticas públicas.
Tus asesores te recomendaron deslindarte definitivamente de Carlos Imaz y te inventaron un amor de la juventud. Un cuento de hadas. Si aludo al tema es porque tú exhibes tu vida privada y ostentas un matrimonio celebrado hoy “en una ceremonia íntima”.
Si fuera íntima en realidad, no la hubieras hecho pública, pero tú, siguiendo las lecciones de tu jefe, haces propaganda de cualquier cosa y también, igual que tu jefe, derrochas el erario para pagar a medios y propagandistas disfrazados de periodistas.
Ahora, además, cuentas con las presiones del presidente a los empresarios de los medios para que nadie se meta contigo y, al contrario, te adulen. Ya uno te comparó con Ángela Merkel, magínate. No extraña, el populismo es el imperio de la ignorancia y la estupidez. Por eso tú eres un pequeño adminículo que, aceitado por el presidente, representa también una amenaza para nuestras libertades.