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lunes 23 diciembre 2024

La comunicación de los adjetivos

por Leo García

Cada mañana la agenda es marcada desde Palacio Nacional. E invariablemente, se hacen presentes adjetivos. Los adjetivos son las partes de una oración que sirven para describir y dar características o propiedades a aquello de lo que se está hablando. Así, cuando a preguntas que deberían tener respuestas concretas y puntuales, lo que se recibe es la personalísima descripción de un problema o una situación, que sirve para evadirla en su complejidad y mucho menos proponer una solución más allá de un breve repertorio de frases hechas.

Un adjetivo usado como denuesto cumple también la función de un eufemismo para una injuria, buscando disimular su carácter dañino al sustituir una palabra por otra menos ofensiva, aunque el efecto sea el mismo, iniciando un proceso de desconexión moral.

Porque somos nosotros. Porque son ustedes

La desconexión moral es el proceso de psicológica social por el que una persona, y su grupo afín, puede convencerse que las exigencias de la ética o la moral no aplica en ellos en un determinado contexto. Es parte del proceso de efectos de la desindividualización y el modelo de identidad social.

Recordando, cuando una persona participa en un grupo empieza a ceder elementos de su identidad y, para integrarse, adopta las dinámicas del grupo, de manera que se pasa de una identidad individual basada en la propia conciencia y se forma una identidad grupal basada en los rasgos que dan afinidad y se comparten por los integrantes de dicho grupo.

Cada integrante deja de ser “yo”, individual, para convertirse en “nosotros”, el grupo.

Y de la misma manera quien se integra a un grupo disminuye su propia percepción de la responsabilidad y consecuencias, con lo que cede sus límites individuales que sirven para normar el comportamiento, pasando a una actitud desinhibida pudiendo llegar a lo transgresor.

Solo que, la percepción de compartir las consecuencias termina siendo la fuga para evadirlas.

Referirse a otros mediante adjetivos a manera de eufemismo difumina la identidad de aquel o aquellos a quienes se están refiriendo, permitiendo evadir las barreras éticas o morales de las consecuencias de esa referencia.

Así, los adjetivos permiten deshumanizar a quienes resultan incómodos o molestos para el presente régimen reduciéndolos a una palabra que los describe, y los grupos afines encuentran la manera de justificar sus dinámicas hostiles, agredir y ofender, sin considerar que lo estén haciendo como tal.

Pero además, aplicar adjetivos de manera eufemística también permite construir una narrativa para evadir los reclamos por las consecuencias de las propias acciones por más erradas y nocivas que sean.

Justificación moral

El proceso de desconexión moral permite explicar por qué acciones, omisiones y dichos, que para unos resultan evidentemente de mayor gravedad que los de gobiernos anteriores, ahora se ven justificados y hasta legitimados en el régimen actual. Este proceso se ha expresado de viva voz en más de una ocasión con frases simples, poderosas, fácilmente asimilables; “nosotros no somos corruptos”, “yo no tengo ningún problema de conciencia”, y otros que incluso se han propuesto como supuestos principios de acción, “no mentir, no robar, no traicionar al pueblo”, son frases que justifican sus fallas, sus desatinos, escudados en un supuesto objetivo moral mayor.

Desplazamiento de la responsabilidad

Dentro de las formas y frases comunes en la comunicación del actual régimen se suele repetir figuras retóricas como “nuestros adversarios”, “los conservadores”, “nuestros oponentes”, pronunciadas en plural mayestático que sirve como un sustituto emocional de la primera persona del singular, yo, como una expresión de cercanía y un mecanismo de refuerzo de pertenencia y afinidad a su grupo simpatizante. Pero además, como una efectiva forma de involucrar a este mismo grupo, en el mecanismo de desplazamiento de responsabilidad que implica el uso de esas frases para justificar los yerros de un gobierno incompetente, de manera que defender al grupo simpatizante y defender al gobernante es una misma narrativa, y donde la responsabilidad y las consecuencias se atribuyen terceros ajenos a ellos. A “administraciones pasadas”.

El estudio de la conducta social de grupos da para escribir mucho más al respecto, pero por ahora centrando la atención en la adjetivación dentro de la comunicación es importante hacer énfasis también en cómo está degradando el entendimiento de las distintas dinámicas del país.

Sobre simplificación de la comunicación

El uso de adjetivos como parte fundamental de la comunicación del presente régimen no se limita a las homilías diarias de Palacio Nacional y su efecto en los grupos afines para legitimar sus dinámicas hostiles y coercitivas.

La comunicación oficial emanada de funcionarios, secretarías e instituciones, poco a poco han sustituido la rendición de cuentas con datos duros, sustentados y confirmables, generados por técnicos y expertos en sus respectivas áreas, por retahílas sustentadas en adjetivos cargadas de ideología; abierta y simple demagogia, pero que igual, logran una poderosa afinidad en los grupos que son su audiencia objetivo, que simpatizan y defienden al presente régimen, aunque eso les mantenga en un permanente estado de disonancia.

De facto, la comunicación es un elemento integrador por identificación y pertenencia, o de lo contrario, que divide, polariza y puede llevar a una mayor radicalización. De eso, la próxima semana.

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