Coneval, la bronca

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Lo negativo del debate sobre Coneval es que no se ha ido al fondo sobre el papel que juega la institución, en la investigación y el conocimiento de los problemas que más le pesan y duelen al país, sobre todo la pobreza.

Tiene razones el Presidente para sistemáticamente criticar el pasado. En otras ocasiones, ya nos hemos referido a que el gobierno va a estar obligado a responder por sus actos presentes y futuros, mucho de lo que vive el país ya empieza a ser parte de su responsabilidad directa.

Da la impresión que al Gobierno primero se le va a acabar su discurso contra el pasado, que es lo que han llamado el beneficio de la duda, el cual sigue vigente como lo muestran la mayoría de las encuestas sobre el Presidente y su gobierno.

El pasado que tanto fustiga e incómoda al Presidente sigue sin verse de una manera integral. Se han creado en las últimas décadas instituciones que fueron y son producto de debates y discusiones, en las cuales estuvieron presentes la sociedad y los partidos políticos. Ellos fueron quienes las crearon y las echaron a andar.

Forman parte de la construcción de un Estado moderno. No somos los únicos en el mundo que las han creado. Algunas de ellas, como la CNDH, se han convertido en referentes importantes para los ciudadanos, quienes han encontrado en ellas la posibilidad de hacer valer la defensa y el respeto a sus derechos.

Otras se han diseñado para tener instrumentos que permitan diagnosticar lo que pasa en el país. Son instituciones que se crearon pensando en conocer a detalle la realidad, para que con este conocimiento se creen políticas públicas que permitan revertir el manifiesto desarrollo desigual.

Pudiera ser que algunas de estas organizaciones estén gastando más de lo originalmente presupuestado. La solución no está en su desaparición o en estarlas dinamitando, más bien está en una revisión profunda de lo que pasa al interior de ellas.

El Presidente es profundamente consciente del alcance que tienen sus palabras. Cuando en particular quiere referirse a algo y dejar claramente establecido lo que piensa de ello, lo lanza de tal manera que difícilmente puede pasar de largo.

Sus confrontaciones con la CNDH y con Coneval las ha llevado por terrenos del descrédito más que la posibilidad de abrir un debate sobre ellas. Si bien es entendible que se busque la austeridad a como dé lugar, y más después de lo que se ha venido informando sobre los gastos que tenían gobiernos anteriores, la mayoría de ellos insulsos.

Queda claro el porqué de la insistencia presidencial de la austeridad. Por un lado están los dineros que se sueltan con discrecionalidad, y por otro la gran cantidad de problemas que tiene el país, que requiere de inversiones que está quedando claro nunca le llegaban a los más desprotegidos.

Sin embargo, no todo puede ser visto de la misma manera. El valor de algunas instituciones está en que coadyuvan a la sociedad a que se democratice, y que se aliente y construya una cultura de los derechos y obligaciones ciudadanos, y que investiguen e informe, sobre el país.

El Coneval es una institución que quizá no conozcan en Zongolica, como se quiso evidenciar el domingo, pero que sí puede ayudar a conocer qué es lo que conviene hacer en esta desprotegida y dolida comunidad, en función de su trabajo de investigación y diagnóstico en todo el país.

Si al Coneval, como quizá, otras instituciones, se le puede ahorrar, hay que buscar la manera para que sigan funcionando, pero dinamitarlas o borrarlas del mapa no tiene sentido.

El país ni empieza ni termina en este sexenio. Hay que seguir construyéndolo para el hoy y para cuando vengan otras y otros, y para ello necesitamos instrumentos como los que produce Coneval.

RESQUICIOS.

A quien o quienes se manifiesten con marchas o bloqueos en las carreteras o impidan la ejecución de obras públicas, se les castigará con 10 o 20 años de prisión. Esto fue lo que se aprobó en el Congreso del estado de donde es originario el Presidente.


Este artículo fue publicado en La Razón el 30 de julio de 2019, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

Autor

  • Javier Solórzano

    Javier Solórzano es uno de los periodistas mexicanos más reconocidos del país, desde hace más de 25 años. Licenciado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México, cursó estudios en la Universidad Iberoamericana y, hasta la década de los años 80, fue profesor de Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana.

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