Aliviado por conseguir para Delfina Gómez el triunfo electoral en el Estado de México, López Obrador convocó a sus allegados para decretar el método, los tiempos y formas en que su voluntad habrá de transcurrir para escoger la candidatura presidencial de Morena. Hasta dictó disposiciones para que la disciplina de los que no serán señalados por el Dedo del Señor reciba jugosos premios de consolación.
La grandilocuencia obradorista se desnuda, por un lado, con las altas encomiendas de personajes como Bartlett e Ignacio Ovalle, la liberación de Ovidio Guzmán y el rescate del general Cienfuegos, pero también por el verdadero sentido que la palabra Regeneración tiene en el nombre del partido oficial: la reposición que anuncia no solo es la de anquilosados dinosaurios y viejos contubernios, sino también la recreación regenerada y ampliada de protocolos del presidencialismo más rancio, como son El Tapado y El Dedazo.
El escritor Carlos Monsiváis (1938-2010) criticó con agudeza al presidencialismo y sus autócratas formas. Escribió: “Ya para 1958 el término Dedazo se acepta con tranquilidad. Alguien, el presidente de la República, nombra al sucesor y nadie, sensatamente, puede o debe discrepar. Esto es lo categórico: la sensatez de la República depende del monopolio de las decisiones”.
El autor de Por mi madre, bohemios (1988) también dijo: “A lo largo de cada sexenio, El Tapado es el acertijo de cuya solución dependen fortunas y encubrimientos (de los miembros del grupo en el poder)”. Monsi escribió lo anterior a inicios de la década del 2000. Veinte años después, su descripción tiene una sorprendente actualidad: “El presidente mira a su alrededor y calcula quién le será fiel o quién, en el caso de traicionarlo, le será menos dañino. Y deposita la esencia de su mando en el control sobre doce años de la vida nacional: los seis que le tocan y los seis del sucesor, porque no serían concebibles sin la acción del Dedo, del genuino Dedo de Dios”. Concluyó: “El Dedazo es la plataforma de convicción del presidencialismo” (Letras Libres, 31/08/2000).
Contra toda la evidencia, con todo el descaro, el hablante de Palacio Nacional desmintió el tapadismo que está llevando a cabo. Dijo el 7 de mayo: “Estamos asistiendo a un hecho inédito, histórico: por primera vez no hay Tapado, no hay Dedazo ni imposición”. Los hechos desmienten su grandilocuencia: en primer lugar, fue él quien unilateralmente escogió de entre su círculo íntimo a los aspirantes (en forma denigrante los llamó corcholatas). En segundo lugar, los puso a correr en una ilegal campaña anticipada, en la que les dio permiso de desviar cuantiosos recursos públicos (otra grave ilegalidad). En tercer lugar, fue solo él quien decidió que “la encuesta” será “el método” para elegir al agraciado (a), lo que después fue formalizado con mansedumbre por su partido. En cuarto lugar, detalló los plazos para que El Dedazo se consume. No lo propuso al Consejo Nacional de Morena ni a su Comité Ejecutivo Nacional (instancias puramente decorativas), pues su voluntad se comunicó en una reunión en lo oscurito, con una concurrencia seleccionada por él mismo y en la que sus disposiciones no fueron sometidas a discusión, sino simplemente notificadas a los interesados.
Ahí dispuso que los aspirantes presenten la renuncia a sus cargos antes del 15 de junio. Fijó el plazo del proselitismo del 15 de junio a la tercera semana de agosto (violando la ley electoral, que establece el plazo de las precampañas a partir de la segunda quincena de noviembre). Avisó que no habrá debates ni confrontaciones entre ellos y que tienen prohibido dar entrevistas a medios de comunicación que sean “contrarios a la 4T”. Informó que “la encuesta” se realizará a fines de agosto (en su deposición del 8 de mayo, el prócer dictó las preguntas definitorias), que el ungimiento será el 15 de septiembre y hasta dispuso los premios de consolación para los perdedores: el segundo y tercer lugar tendrán las coordinaciones parlamentarias en el Senado y la Cámara de Diputados (nombramientos cuya facultad corresponde, supuestamente, a legisladores que serán electos en 2024). Quien quede en cuarto lugar tendrá un cargo en el Gabinete (teóricamente debería ser nombrado por quien tome posesión de la Presidencia de la República el año entrante).
Obnubilados intelectuales orgánicos se apresuraron a festejar tales determinaciones como “una jugada maestra” (así la calificó Zepeda Patterson), pero sus sesudas reflexiones no son más que apología del más rancio y duro presidencialismo. Al más viejo estilo y en versión ampliada, el corcholataje de AMLO es una modalidad ocurrente de El Tapado y El Dedazo.
Cincelada: ¿A qué irán las y los consejeros del INE a Palacio Nacional? ¿Acatarán reprensiones del Presidente o le reclamarán su desapego al principio de imparcialidad?
Autor
Fundador y consejero nacional del PRD, fue su diputados federal y representante electoral. Se desempeña como asesor parlamentario y analista político.
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