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Cumbre de líderes de América del Norte: Three to Tango

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Por fin, tras el interludio propiciado por la administración de Donald Trump fue posible llevar a cabo una Cumbre de Líderes de América del Norte, la novena desde que se les instituyó en Waco, Texas en 2005. Así, el pasado 18 de noviembre se reunieron en Washington D. C. los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador; de Estados Unidos, Joseph Biden y el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau. La última vez que se produjo una cumbre de este tipo fue en 2016 en Ottawa, cuando coincidieron con Trudeau en aquella oportunidad, Enrique Peña Nieto y Barack Obama. Muchas cosas han ocurrido en los tres países desde entonces.

La administración Trump privilegió la bilateralidad sobre la trilateralidad. Prefirió hablar siempre con México por separado. La misma fórmula la aplicó a Canadá. Previno, de esta manera, el fortalecimiento del diálogo entre mexicanos y canadienses, de cara a la negociación de un nuevo tratado comercial en sustitución del que él denominó “el peor de la historia”, esto es, el ahora difunto Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). “Divide y vencerás”, fue la fórmula trumpiana que, sin duda, amplió sus ya de por sí amplios márgenes de maniobra frente a mexicanos y canadienses.

El mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador (c), el presidente de Estados Unidos, Joe Biden (c) y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, caminan hacia la Sala Este de la Casa Blanca, en Washington. (ASSOCIATED PRESS)

Trump equiparó las dificultades de su deficitaria balanza comercial con una amenaza a la seguridad nacional. Por ello desató una guerra comercial contra la República Popular China (RP China) pero igualmente contra sus aliados y más importantes socios comerciales, México y Canadá incluidos. Los impuestos que dispuso aplicar a las importaciones de acero generaron un clima de confrontación en el comercio internacional previo a la pandemia provocada por el SARSCoV2, que hoy todavía hacen sentir sus consecuencias.

Trump emplazó a México y Canadá a negociar otro tratado comercial. La primera versión del nuevo instrumento al que se denominó simplemente Tratado México, Estados Unidos, Canadá (TMEC o USMCA en inglés) estuvo lista en agosto de 2018, sólo que, en la recta final de su negociación, Canadá había quedado excluido. Una vez que el documento tuvo la aprobación de las partes mexicana y estadunidense, Trump anunció a Canadá que era bienvenido a incorporarse al tratado, si así lo deseaba.

Este episodio vale la pena considerarlo porque en el arranque de la negociación, tanto México como Canadá habían insistido en que trabajarían de manera coordinada, esto por razones de estrategia y para asegurar una mejor posición frente a un demandante e impredecible Trump. Al final, sin embargo, México aceptó negociar sólo con EEUU, dejando atrás aquella promesa que hizo a Canadá. Desde entonces hasta hoy, el resentimiento canadiense hacia México se ha acentuado.

Trump afortunadamente ya no está en la Casa Blanca. Esa es una noticia que ha caído bien en buena parte del mundo. Su sucesor, Joseph Biden, es un personaje institucional, educado, cuidadoso de las formas, que ha traído de vuelta la decencia a Washington D. C. Empero, los tiempos que le han tocado vivir son en extremo, desafiantes. No sólo ha debido revertir el daño provocado por el gobierno anterior, incluyendo la gestión de la pandemia provocada por el SARSCoV2. También se encuentra en un momento delicado, a juzgar por los resultados del proceso electoral del 8 de noviembre pasado, cuando su partido perdió la gubernatura de Virginia y a duras penas logró conservar la de Nueva Jersey en un hecho que anticipa que las próximas elecciones de medio término a celebrarse en 2022 serán un termómetro sobre lo que podría ocurrir en los comicios presidenciales de 2024.

Más allá del futuro electoral en EEUU, en la IX Cumbre de Líderes de América del Norte que estuvo antecedida por varias reuniones virtuales entre López Obrador y Biden; la visita de la Vicepresidenta Kamala Harris a México en junio pasado y algunas llamadas telefónicas entre López Obrador y Trudeau, lo cierto es que era necesario reunir a los tres personajes de manera presencial a efecto de establecer bases más concretas a propósito, no sólo de la agenda trilateral dominada por el TMEC y las fuertes acusaciones de incumplimiento en sus disposiciones que enfrenta México, sino también para reactivar, definir y gestionar las agendas bilaterales subyacentes, esto es, la México-EEUU; la México-Canadá; y la EEUU-Canadá. Son cosas distintas. Estas bilateralidades corren en paralelo con la propuesta trilateralidad y si no se experimentan avances en ellas, tampoco podrá prosperar la idea de generar las bases para una Norteamérica de tres.

Este es un tema de la mayor importancia. Durante la presidencia de Trump se observó una empatía ideológica entre éste y el mandatario mexicano. No ocurrió lo mismo entre estos personajes y Trudeau, por lo que en este three to tango, el país más excluido, en apariencia, era Canadá. El arribo de Biden a la presidencia de Estados Unidos, restituyó una tradición de larga data en el país. Cada que un presidente llega a la Casa Blanca, su primer viaje internacional es a Canadá, lo que refrenda la importancia del país de la hoja de arce para Washington. Hay excepciones a esto. En los tiempos de George W. Bush, tras su elección, el primer viaje internacional fue a México, al rancho de Vicente Fox. De nuevo aquí la empatía ideológica existente entre ambos operó en contra de Canadá. Pero Trump rompió con ambas tradiciones: su primer viaje internacional fue a Arabia Saudita, lo que muchos interpretaron como un desplante a sus importantes vecinos México y Canadá.

El primer encuentro internacional de Biden, ya como presidente, fue el 23 de febrero del año en curso con Trudeau. Esta reunión se desarrolló de manera virtual debido a la pandemia y en ella se reinstaló la ya citada tradición de ubicar a Canadá como el país más importante para la política exterior de Estados Unidos. En esa oportunidad se refrendó la estratégica relación entre ambos países donde destacó el trabajo conjunto para enfrentar a la pandemia y para contrarrestar el cambio climático, además de que se abordó la importancia de la seguridad en salud global, la cooperación en materia de defensa y seguridad, y el compromiso compartido a favor de la diversidad, la equidad y la justicia.

La reunión con el primer ministro de Canadá en el arranque de la agenda de trabajo de la Cumbre de los “Tres Amigos”. (Presidencia/REUTERS)

Empero, dado que, como se explicaba, Biden es institucional, no dejó que pasara mucho tiempo antes de buscar un encuentro con López Obrador, refrendando así la importancia que también tiene México para la Unión Americana. Claro que, a diferencia de la comparsa que se observa entre Washington y Ottawa en estos momentos, la relación México-EEUU presenta importantes desacuerdos y esto llevaría a pensar que ahora es México el que enfrenta un alto riesgo de exclusión en este three to tango. La agenda bilateral México-Estados Unidos tiene tres temas torales: migración, seguridad y comercio. Pese a la buena disposición de Biden para desahogar de manera apropiada la agenda bilateral, hay fuertes tensiones en el TMEC por la afectación a derechos de propiedad de empresas de ese país y Canadá con motivo de la reforma energética; también hay algunas demandas contra México por el incumplimiento de las disposiciones en materia laboral previstas en el citado tratado; y con los canadienses también hay controversias respecto a las condiciones para la operación de sus empresas mineras en el territorio nacional. En el terreno ambiental la apuesta mexicana por combustibles fósiles no ayuda a la reducción de emisiones contaminantes responsables del efecto de invernadero aspecto que puede derivar en desencuentros con Ottawa y Washington. A ello se suman el embargo camaronero que EEUU aplica contra México por la muerte de tortugas y se prevén igualmente sanciones por la precaria situación que enfrenta la vaquita marina.

En materia de seguridad el año pasado el gobierno mexicano, a manera de represalia por el arresto del general Cienfuegos en EEUU, dispuso limitar las acciones de agencias de seguridad estadunidenses en el territorio nacional con las reformas a la ley de seguridad nacional. A ello se suma el fin de la Iniciativa Mérida, la que será reemplazada por un mecanismo por ahora muy difuso denominado “Entendimiento Bicentenario.” Por si fuera poco, el gobierno de Biden acaba de aprobar una ley que permite juzgar en EEUU a quien atente contra agentes estadunidenses que operen en el exterior. Esta ley está directamente relacionada con México. En 2011, dos agentes estadunidenses del servicio de inmigración y aduanas fueron victimados en San Luis Potosí por la delincuencia organizada. Uno de ellos falleció. A pesar de que los atacantes fueron arrestados y juzgados en la Unión Americana siendo condenados a cadena perpetua, en enero de 2020 una corte de apelaciones rechazó las condenas al señalar que el tribunal estadunidense que los había procesado no tenía jurisdicción sobre delitos cometidos en el extranjero. Así, los crímenes de los delincuentes quedaron impunes, lo que propició que se impulsara una ley que ahora sí tiene jurisdicción extraterritorial, tema delicado que anticipa muchos desencuentros entre ambas naciones.

Con Canadá en la reciente cumbre de Washington D. C., México ha iniciado la operación cicatriz, necesaria de cara a los hechos ya narrados en el marco de la negociación del TMEC y que desde 2018 tiene a la relación bilateral en un punto bajo. Claro, no ayudó mucho la administración Trump, resuelta, aparentemente, a evitar contactos directos entre México y Canadá.

Empero, la relación mexicano-canadiense se ha venido estancando, por lo menos desde de que el gobierno conservador de Stephen Harper impusiera las polémicas visas a los mexicanos a partir del 13 de julio de 2009, argumentando las numerosas solicitudes de refugio efectuadas por connacionales quienes, presumiblemente, se aprovechaban de los programas de protección que Ottawa brindaba a los solicitantes mientras se procesaba su petición. Así, para obtener la visa, los mexicanos debían proporcionar demasiada información confidencial, cosa que llevó a que muchos decidieran dejar de viajar a Canadá, lo que repercutió desfavorablemente en el turismo de mexicanos en aquella nación. La medida llegó a su fin a partir del 1 de diciembre de 2016. A cambio, México se comprometió a aceptar carne de vacunos canadienses a los que desde 2003 aplicaba medidas fitosanitarias por haberse identificado que las vacas de aquel país padecían la encefalopatía espongiforme bovina, también conocida como enfermedad de las vacas locas.

Empero, el tema del visado dejó cicatrices. A ellas se suman controversias con empresas mineras de aquel país que operan en México. Así, en marzo pasado, la empresa First Majestic inició un proceso de solución de controversias previsto en el TMEC para apelar el reclamo de 500 millones de dólares que realiza a la empresa el Servicio de Administración Tributaria (SAT) por el cobro de impuestos entre 2010 y 2014. No se pierda de vista que los precios de metales preciosos se han elevado durante la pandemia y existe un gran interés de parte de las empresas canadienses por contar con las mejores condiciones para operar en el país, donde, a pesar de todo, han incrementado significativamente sus inversiones tanto en 2020 como en lo que va de 2021.

En conclusión, la IX Cumbre de Líderes de América del Norte es un hecho positivo en sí mismo, sin que ello signifique que todos los temas de interés hayan sido desahogados a cabalidad. El presidente de México ha insistido en un enfoque que atienda las causas de la migración, mismo que, afortunadamente, ha tenido una buen acogida de parte de sus interlocutores. Claro que resta por saber hasta dónde se comprometerá cada una de las partes en la materia. Biden enfrenta comicios de medio término el próximo año y el tema migratorio se mantendrá en la agenda y claro, muy politizado. La pandemia posiblemente será superada en 2022 y ello implica el reto de atender la problemática económica en los tres países, dado que el impacto tan adverso que ha tenido el SARSCoV2 en la pérdida de empleos, de suministros, de cadenas de valor, etcétera, puede generar graves consecuencias a sectores clave como el automotriz, que es la columna vertebral del TMEC. Se prevé que para 2022 entonces, cuando México sea anfitrión de la X Cumbre, los temas no pandémicos dominen las relaciones México-Estados Unidos; México-Canadá; y EEUU-Canadá. Parecería de todos modos una oportunidad para que los tres países a quienes previamente golpeó la primera pandemia del siglo XXI, la influenza A H1N1, de manera importante, tengan una mejor preparación en salud pública y trabajen de manera concertada para estar en mejores condiciones para el siguiente desafío pandémico. La iniciativa de seguridad en salud global debe reforzarse. Pero más allá de ello, la prioridad para México es lograr que Norteamérica sea una comunidad de tres, no de dos donde, visiblemente, él podría ser el excluido.

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