La inteligencia se define como una facultad intelectiva, es, en pocas palabras, la capacidad para entender y comprender. Algunas obras establecen la diferencia entre intelecto e inteligencia agregando que la inteligencia hace hincapié en habilidades y aptitudes para manejar situaciones concretas, la capacidad para adquirir nuevos conocimientos y utilizarlos en situaciones inéditas.
Sea cual sea la definición que nos agrade, todas concuerdan en lo esencial y todas consideran que la más elevada de las funciones cerebrales es precisamente la inteligencia. Sin embargo, si bien poseer una gran inteligencia es altamente deseable y en algunos trabajos es requisito totalmente indispensable, por sí sola no es garantía de éxito en este complejo mundo. Hacen falta otros pilares tales como trabajo, dedicación, voluntad, extrema motivación y en ocasiones un ocasional destello de suerte, aunque habrá quien diga que hasta para distinguir el más mínimo destello de la suerte se ocupa inteligencia, sobre todo para no confundir una oportunidad de oropel con una de oro.
Lo anterior viene al caso al revisar el actuar de la saliente LXV Legislatura en nuestro país, actuar que debemos de admitir ha afectado la vida de todos los ciudadanos al ser el sitio donde, hipotéticamente, se generan las leyes que, también, hipotéticamente, aplican a todos los mexicanos.
Ejemplos patéticos del actuar y decir de los diputados hay muchos y prácticamente a diario surge uno nuevo. En este momento, por alguna razón, recuerdo a un oscuro diputado del PRD que hace ya varios años no tuvo mejor ocurrencia que confesar su admiración por Hitler y su libro “Mi lucha”. Esto que de entrada suena a simple ocurrencia llamó la atención a varios medios, los cuales, al entrevistar al mencionado personaje perredista con antecedentes de priista obtuvieron la confirmación de lo dicho. No contento con eso, agrego estar a favor de la pena de muerte para aplicarla sin muchos trámites a todos lo que a su juicio sea traidores a la patria (todos los que no piensen como él, evidentemente). Como es de suponer, rápidamente distintos compañeros de su partido se apresuraron a deslindarse de semejantes declaraciones, llegando al extremo de sugerir un tratamiento psiquiátrico para el susodicho diputado.
Lo más curioso de este asunto es que en el referido libro “Mi lucha” viene una verdad absoluta: “La suma de 100 tontos no da un hombre sabio”, afirmación que aplica perfectamente en nuestros congresos legislativos, pasados y presentes. La inteligencia no es aditiva, ni se potencializa, ni tiene como una de sus propiedades la sinergia. La suma de dos tontos es dos tontos, no un inteligente, y si algo escasea entre nuestros legisladores es precisamente la inteligencia, la sensibilidad y el sentido común.
Este tercer y ultimo año legislativo coincide con el cierre del sexenio de Andrés Manuel López Obrador y las elecciones del 2024 (Presidencia de la República, renovación del Congreso de la Unión, nueve gubernaturas y otros cargos de elección popular). Asimismo, adquiere relevancia la próxima aprobación del Paquete Económico 2024 (que incluye el Presupuesto de Egresos de la Federación), facultad exclusiva de la Cámara de Diputados, porque propicia las condiciones que facilitarán, o no, la cercana entrega–recepción de la administración pública federal.
Por lo anterior, y de cara al proceso electoral 2024, el Presupuesto de Egresos de la Federación es crucial porque es el signo que acompaña cada fin de sexenio. Ya se anunció el aumento de 25% a las pensiones de las personas adultas mayores y se esperan alzas a otros programas de la Secretaría del Bienestar.
También la conclusión de los megaproyectos , en realidad verdaderos “Elefantes blancos” (Tren Maya, Dos Bocas y Tren Transístmico) demandarán recursos públicos importantes. Sin olvidar la implementación de ese demencial rompecabezas en que se ha convertido el mal llamado IMSS-Bienestar.
Por cierto ¿Que cuentas entrega la actual administración? La triste realidad es que creció la pobreza extrema. En 2018 la padecían 8.7 millones de mexicanos. En 2022 aumentó a 9.1 millones. Por otra parte, en la mayoría de los hogares se gasta más en comida y salud, menos en educación y otros derechos fundamentales.
¿Quién tiene la culpa de que semejantes representantes del neolítico sean nuestros diputados?; Lamentablemente nosotros, en mayor o menor grado, por comisión o por omisión. Podemos reclamarles, escribirles, quejarnos y hacerles ver nuestra inconformidad, pero la triste realidad es que ellos no tienen ningún interés en quedar bien con el electorado, solo con el grupo, en este caso la secta que los apoyó. Una queja enviada a un diputado tendrá el mismo efecto que una petición de democracia a Kim Il Sung.
Triste realidad.