No es perfecto mas se acerca a lo que yo, simplemente soñé, parafraseando a Pablo Milanés. Me refiero al método de selección del liderazgo del recién presentado Frente Amplio por México que más adelante pueda guiar el rumbo de la oposición hacia la alternancia y que representa un paso inédito en la relación entre la ciudadanía y la política.
Por supuesto que muy pocos creíamos posible este nivel de apertura de los tres partidos de oposición que hoy cargan con los negativos de sus decisiones del pasado, ni las organizaciones sociales, ni la ciudadanía e incluso ni el propio presidente pensaban en que los diferentes podríamos llegar a un acuerdo de esta naturaleza.
Lo mismo pasó con las movilizaciones del 13 de noviembre y del 26 de febrero en todo el país, ni los partidos, ni las organizaciones, ni los ciudadanos, ni el presidente creíamos que podríamos lograr algo así.
No es desde luego un método infalible, ni perfecto, ni aceptado por todo el mundo, pero es lo mejor que pudimos lograr, quizá un 80% de las exigencias que desde el Frente Cívico Nacional y la iniciativa Unid@s empujamos desde nuestras respectivas fundaciones.
Pero además fue el único método que se propuso a los partidos como alternativa ante la intención de decidir una candidatura presidencial desde las cúpulas y sin mayores diferencias frente a la decisión presidencial de ser el único gran elector en su movimiento.
Quizá de ello derivan algunas de las críticas y descalificaciones, pero tenemos que transitar hacia adelante con ese natural descontento y percepción de que fueron cúpulas las que decidieron el método.
Advierto de igual manera, como ya lo he expresado en mis redes, que hay algunos sectores opositores y críticos al lopezobradorismo que paradójicamente celebran cualquier asomo que advierta el eventual fracaso del Frente Amplio por México como no lo han hecho ni siquiera con el método presidencial de las corcholatas.
A unos los mueve la imperiosa necesidad de aprovechar cualquier confusión artificial para pregonar que siempre lo advirtieron y siempre tuvieron la razón; a otros porque no se sienten representados con lo conseguido o consideran que podrían quedar diluidos en sus intereses personales o de sus organizaciones. Otros más sólo por sumarse al linchamiento.
Son otras las razones que mueven a quienes se han bajado de la contienda antes de conocer las reglas del proceso descalificando el , porque renunciar a sus aspiraciones bajo ese pretexto es más cómodo que reconocer que no les alcanza ni para rebasar la etapa de las firmas.
Bienvenidas desde luego las críticas, cuestionamientos o exigencias legítimas para que se mejore cada vez más este proceso, pero esas atienden a otra naturaleza.
Ningún mérito tiene negociar y llegar a acuerdos con quienes piensan igual; hay que aprender a tender puentes, generar consensos y llegar a acuerdos entre los diferentes, porque hoy esto es cuestión de vida o muerte para nuestra democracia. Y lo digo incluso con un sentido de autocrítica.
Por eso desde las organizaciones de la sociedad civil promotoras de este acuerdo, el llamado es a sumar, a incluir, a respetar y a construir lo mejor para México.