jueves 21 noviembre 2024

El discurso de Trump: ¿libertad o censura?

por José Antonio Crespo

El hecho que, de en un acto sin precedentes, varios medios de comunicación norteamericanos hayan decidido interrumpir el discurso de Donald Trump sobre la elección presidencial, ha generado un interesante debate aquí sobre si se trata de censura o ejercicio de una plena libertad de expresión. Me inclino esencialmente por la segunda opción, aunque con matices. Y es que la censura suele ejercerse del gobierno hacia la prensa o los grupos adversarios. No suele aplicarse a la inversa; la prensa puede ser abiertamente opositora al gobierno en turno, e incluso partidista, y tomar posiciones. Eso lo haría una prensa partidizada, facciosa y sesgada. Puede incurrir también en información falsa o incompleta, e incluso hacerlo deliberadamente con propósitos políticos. Por la misma razón, puede decidir no cubrir actos o discursos de sus adversarios (en este caso el candidato Trump). Pero eso no es censura; es partidismo. Que un medio decida alinearse con alguna ideología o fuerza política, y emitir información y opiniones sesgadas o deliberadamente tendenciosas, puede criticarse como faccionalismo y condenarse desde el punto de vista periodístico o ético. Pero no es censura.

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Es parte de la libertad de expresión el que el medio decida qué información dar, qué eventos cubrir o no hacerlo, así sea con cálculos comerciales y de rating (no cubrir una información de gran interés puede ser desventajoso frente a otros medios), o por razones políticas. Pero es su derecho hacer tales decisiones, dentro del marco de la libertad de expresión. En todo caso, hay veces que un medio decide ejercer cierta autocensura, a partir de una decisión propia de no incomodar al poder en turno (o no hacerlo demasiado), también por un calculo político o financiero (cuando publicidad pública de por medio). Pero es distinto a no cubrir ciertos eventos. Por decisión propia. Sin embargo, me parece con todo excesivo haber interrumpido el discurso de Trump, no porque estuvieran esos medios obligados a hacerlo, sino por una consideración estrictamente de responsabilidad periodística; en una elección presidencial lo que tenga que decir uno de los candidatos punteros es relevante para el público. Que diga mentiras es parte de la información misma, y en todo caso dicho medio tiene la libertad de desmentir y contradecir posteriormente lo dicho por el personaje en cuestión, por vía de sus conductores y comentaristas.

En México, nos hemos quejado cuando el gobierno obliga a todos los medios a cubrir tal o cual evento gubernamental (un informe, un festejo nacional), como una forma de imposición (lo contrario de la censura). Y en efecto, limita la libertad de esos medios de decidir si cubrir un evento (por importante que sea), o continuar con su programación habitual. Eso puede, en todo caso, tener implicaciones comerciales o de fama pública. Pero cada medio es libre de hacer sus cálculos y tomar la decisión. Con todo, insisto, me parece más adecuado cubrir los eventos relevantes y después comentar al respecto a partir de la línea editorial y criterio de cada medio. En el extremo del bando crítico a AMLO, se propone que los medios no cubran las conferencias mañaneras por estar plagadas de mentiras y medias verdades. De hecho, muchas televisoras y radiodifusoras no las difunden en tiempo real, sino que seleccionan la información pertinente para divulgarla después. E incluso en algunos casos el conductor de la emisión va comentando lo que se divulga, apoyando o desmintiendo lo dicho por el presidente. Pero me parece adecuado que para el público exista la opción de ver directamente la conferencia, si así lo desea (y por la razón que sea). Los medios oficiales sí tienen en parte esa función, y qué bueno que así sea pues queda abierta esa opción al público, al margen de lo que los medios privados, en pleno uso de su libertad, decidan sobre cubrir o no las mañaneras que desde luego son políticamente relevantes, pues ahí se va fijando la agenda, se aclaran o justifican decisiones, se responden críticas, se perciben las directrices del gobierno, al margen del apoyo o rechazo que puedan suscitar.

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